Los eructos de los rumiantes son los principales responsables de este gas de efecto invernadero.
Un grupo de investigadores, con participación española, ha comprobado cómo una molécula de reciente creación reduce las emisiones de metano (CH4) de las vacas, ovejas y cabras. El compuesto, ya patentado, actúa sobre el sistema digestivo de los rumiantes como si fuera un anti ácido, inhibiendo la liberación de este potente gas de efecto invernadero y sin perjudicar al animal.
Alrededor de las vacas y demás animales de la ganadería moderna se ha tejido una red de incorrecciones, medias verdades y falsedades que las han convertido, junto a los coches, en las grandes culpables del cambio climático. Es cierto que liberan a la atmósfera unos 100 millones de toneladas de CH4 cada año. Según datos del Ministerio de Agricultura, el ganado es responsable del 36% del metano emitido en España anualmente. También es cierto que, aunque la concentración de CH4 en el aire es unas 200 veces menor que la de CO2, el efecto invernadero de cada molécula del primero es hasta 34 veces mayor que el de una molécula del segundo.
Sin embargo, los animales no tiene la culpa de que haya casi 1.500 millones de cabezas de ganado bovino, tanto para carne como para leche, y cerca de 1.900 millones entre cabras y ovejas. Si alguien es culpable, somos los humanos. Además, hay otras fuentes de metano, como el cultivo de arroz, los incendios, los rumiantes salvajes, los procesos de descomposición en los humedales o las termitas y nadie se ceba con ellos.
El de las flatulencias es otro mito que cuesta desmontar. A pesar de la creencia popular, alimentada por informaciones incorrectas, «entre el 95% y el 98% del metano emitido por los rumiantes es en forma de eructos, vamos, por delante y no por detrás», recuerda el investigador de la Estación Experimental del Zaidín (EEZ-CSIC), David Yáñez. Este veterinario especializado en nutrición animal ha participado en la investigación de un compuesto basado en un alcohol y para el que no hay traducción aún al español: Se llama 3-nitrooxypropanol (3NOP) y promete recuperar la reputación de las vacas rebajando sus emisiones de metano de forma significativa.
El sistema digestivo de los rumiantes, tanto silvestres como domésticos, parece muy ineficiente. Necesita de un complejo formado por tres pre estómagos, un estómago y una especie de post estómago para digerir la hierba. Y, encima, hasta un 12% de esta materia orgánica escapa en forma de metano. «En realidad, los rumiantes han necesitado millones de años para disponer de un sistema tan evolucionado», aclara Yáñez. Un sistema capaz de aprovechar unos polisacáridos que el sistema digestivo de otros seres vivos, como el de los humanos, es incapaz de tragar.
Para extraer la energía del pasto, los bóvidos, cérvidos, ovinos o caprinos necesitan todo un ecosistema microbiano en su estómago: Bacterias, hongos, virus, protozoos… se reparten los procesos bioquímicos que convierten la hierba en nutrientes. En ese proceso intervienen también las arqueas, organismos unicelulares emparentados con las bacterias. En realidad, son ellas y no las vacas las responsables del metano que calienta el planeta y es en el metabolismo de estos microorganismos donde interviene 3NOP, inhibiendo su acción metanogénica.
«Se podría decir que engaña a las arqueas», comenta el investigador de la EEZ. El compuesto 3NOP tiene una estructura muy similar a una coenzima que interviene en el metabolismo de las arqueas, cuyo subproducto es el metano. Yáñez lideró el grupo que probó por primera vez la eficacia de esta molécula en ovejas hace dos años.
Ahora, Yáñez y un grupo de colegas estadounidenses y europeos han comprobado cómo opera 3NOP en la inhibición del metano en los rumiantes y, tal como publican en PNAS, la especificidad de la molécula en su acción: sólo afecta a las arqueas metanogénicas, sin incordiar al resto de la flora microbiana de los animales ni, por tanto, alterar su proceso digestivo.
Los investigadores probaron esta eficacia y acción específica primero en modelos por ordenador, después en cultivos in vitro y, finalmente, con colonias vivas de arqueas y, como grupo de control, otros microorganismos. Comprobaron que la producción de metano podía reducirse en un 30%. «Es posible inhibir la formación de metano al 100%», aclara el microbiólogo del Instituto Max Planck de Microbiología Terrestre, Rolf Thauer, y coautor del estudio. «Pero no es deseable porque la metanogénesis es importante para la fermentación en el rumen», añade. El rumen es el primero y más importante de los tres pre estómagos de los animales por eso llamados rumiantes.
Como habían señalado anteriores investigaciones, la molécula no presentó ningún efecto adverso que perjudicara al resto del ecosistema microbiono del rumen. De hecho, al inhibir la acción de las arqueas, el material que ellas convertían en metano acaba siendo recuperado como energía. Esto confirma un estudio realizado el año pasado con vacas lecheras, que ganaron peso tras alimentarse con pienso enriquecido con 3NOP.
Descubierta por investigadores de la corporación DSM usando ingeniería inversa hace seis años y ensayada desde entonces en laboratorios y ganaderías de varios puntos del planeta, aún queda un laberinto regulatorio, pruebas de toxicidad, de dosificación, de impacto ambiental o salud animal para que la molécula 3NOP pueda ir en el pienso del ganado. Pero es probable que las vacas reduzcan antes sus emisiones que los humanos y sus coches.
FUENTE: Migue Ángel Criado, diario El País, España