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Una jornada en Quines despejó dudas sobre la chicharrita en maíz bajo riego en el norte de San Luis

Productores de diferente escala, asesores técnicos y profesionales vinculados a la actividad agrícola escucharon los consejos de especialistas del INTA y de agrónomos responsables de una gran cantidad de hectáreas, que coincidieron en destacar la importancia de realizar monitoreos permanentes para determinar la presencia de la chicharrita del maíz, que en la última campaña provocaron grandes pérdidas de rendimiento.

En encuentro fue organizado por el INTA Quines, la Sociedad Rural del Norte y el Consorcio de Regantes Quines-Candelaria, que por la mañana se desarrolló en un local de esa ciudad y por la tarde con una recorrida por lotes con maíz, alfalfa y algodón.

Allí contaron experiencias con el ataque de la chicharrita y brindaron pautas para disminuir la incertidumbre sobre el manejo integrado de la plaga en momentos en los que se está definiendo la siembra de maíz, que en el norte de San Luis se realiza mayormente bajo riego.

Bajo la coordinación logística del Coordinador del Proyecto Local de Riego del INTA Quines, Héctor Andrada, los asistentes escucharon las palabras del director provincial de la entidad, Hugo Bernasconi; la jefa de la Agencia de Extensión de la entidad, Eliana Mercado; de Hugo Díaz Flores, presidente Sociedad Rural del Norte de San Luis; de Pedro Bidoggia, del Consorcio de Regantes Quines-Candelaria, y de Gustavo Del Bosco, director de Producción Agropecuaria de la provincia.

Integrantes del Grupo de Producción Agrícola del INTA brindaron un panorama actual de la chicharrita y el complejo de achaparramiento del maíz y las perspectivas para la región.

Augusto Casmuz, investigador de la Sección Zoología Agrícola de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres de Tucumán expuso sobre las claves del monitoreo y el seguimiento de la plaga para tomar medidas con poblaciones bajas.

Alejandro Cadile, asesor privado, coordinador del “Grupo Brochero” y responsable del departamento de Agronomía de la Empresa Tecnoriego Agro, brindó un extenso informe sobre el manejo de más de 50 mil hectáreas de maíz bajo riego, distribuidas entre Quines y Villa Dolores, Córdoba.

Recién llegado de participar de una jornada en Brasil sobre chicharrita, cerró las exposiciones Federico Lisa, gerente de la empresa Puramel SA, para hablar del manejo del cultivo de maíz y resultados de la cosecha 2023-2014 en el establecimiento San Miguel, cerca de Quines, que por la tarde fue recorrido.

“El balance de la jornada es altamente positivo desde lo institucional, tanto local como interno del INTA, ya que es muy importante para la provincia de San Luis porque con eso marcamos ya una escuela de articulación con el Consorcio de Regantes y la Sociedad Rural, que ha durado hace más de 15 años”, evaluó Andrada.

El profesional también valoró que la apertura de compañías productoras, como el caso de Puramel, es muy importante porque la empresa líder que ha generado información, que da trabajo para la región, que sigue las normas de producción y que cuida del ambiente, hoy también están colaborando en la generación de información pública.

Remarcó, además, que la articulación que se dio desde esta mesa de gestión de la organización de la reunión con la Estación Experimental de Obispo Colombres: “Eso le dio un prestigio a la jornada y una puerta al conocimiento, a la metodología de trabajo que nos puede llegar a ofrecer esa sede para nuestra región”.

Andrada incluyó en sus conceptos la importancia de los recursos naturales que tiene la Llamada Norte, la disponibilidad de agua subterránea, que “hay que cuidar hoy, mañana y siempre”.

Pero también la presencia de alumnos de escuelas técnicas, capacitándose, observando y escuchando lo que las instituciones y los productores ofrecen, como la Escuela Técnica Nº31 Profesor Víctor Saá, lo cual marca la importancia de poner en valor esas cosas donde los jóvenes acompañan como observadores de lo que se va haciendo en esta fase.

Andrada insistió en que quedan las puertas abiertas para seguir trabajando en todo lo que es riego, como se viene haciendo con el proyecto local de apoyo a los productores regantes del norte de San Luis.

“La generación de vínculos con asesores privados y que estos pongan a disposición su información, como en el caso de Alejandro Cadile, es de alta relevancia para nosotros como INTA porque marca un camino donde la información pública y la información privada pueden confluir en el bien común, un enfoque que antes no se había implementado en la región”, destacó.

Aportes técnicos

Emiliano Riglos, del INTA San Luis, presentó un trabajo enfocado en niveles de producción y modelos de simulación de cultivos, que permitió comparar con resultados reales del campo y ajustar parámetros para calibrar el modelo.

El trabajo realizado contempló ensayos comparativos de rendimiento de maíz en Tilisarao y Buena Esperanza, con evaluación de ocho híbridos de maíz bajo condiciones similares (fecha de siembra, densidad de plantas y manejo nutricional) y ponderación del daño por ataques de chicharrita.

El estudio buscó entender la brecha de rendimiento y validar el daño causado por factores externos, utilizando modelos de simulación para optimizar el manejo de cultivos.

Detalló las condiciones climáticas y estrategias agrícolas en San Luis, destacando la importancia de las lluvias y temperaturas en junio, julio, agosto y septiembre para gestionar el vacío sanitario y controlar plantas voluntarias.

Riglos recomendó sembrar entre fines de noviembre y diciembre y usar tratamientos de semillas recomendados para mejorar la salud del cultivo, al tiempo que proporcionó información adicional sobre recursos y contactos, incluyendo un documento de INTA sobre el achaparramiento del maíz y un mapa actualizado de la chicharrita.

Cadile describió la amplia variedad de fechas de siembra utilizadas para el maíz bajo riego en la zona, que van desde agosto hasta enero, adaptándose a distintos sistemas de producción y condiciones locales, que varían según los cultivos especializados que acompañan al maíz, como papa, algodón, maní y legumbres.

El profesional compartió valiosa información sobre la significativa diversidad en calidad de suelos de la región, que además presenta temperaturas inusualmente altas y una baja frecuencia de heladas: “Las Sierras Centrales de San Luis actúan como un límite natural para la humedad, creando un gradiente significativo en la precipitación y humedad relativa; su alta demanda atmosférica se traduce en una evapotranspiración elevada, especialmente comparada con otras zonas de Argentina”.

Cadile destacó la desuniformidad en los sistemas de cultivo de maíz en la región, lo que complica la creación de modelos zonales uniformes. Propone utilizar datos históricos para analizar y sacar conclusiones sobre la producción de maíz bajo diferentes condiciones y sistemas.

También analizó la variabilidad en los rendimientos del maíz en distintas fechas de siembra y sistemas de producción. Allí, el maíz de primera rinde en promedio 9.140 kilos por hectárea, mientras que el de segunda 8.250 kilos.

La siembra de maíz de primera ocurre principalmente entre septiembre y la primera quincena de octubre, mientras que, a partir del 20 de noviembre, se incrementa la implantación de segunda tras la cosecha de cultivos de invierno como trigo y papa.

En conclusión, debido a la alta variabilidad en las condiciones y los sistemas de producción, Cadile consideró difícil hablar de un único «cultivo de maíz» en la región, ya que cada situación presenta características y desafíos únicos.

La cantidad de riego varía considerablemente de año en año y depende de las precipitaciones. Maíces de primera (siembra temprana) suelen recibir más riego que los de segunda, con una diferencia promedio de 100 mm.

La estrategia de doble cultivo (cultivo de invierno seguido por maíz de segunda) compensa el menor rendimiento del maíz de segunda con menor uso de insumos de riego, aclaró el profesional.

Para el asesor, medir y registrar datos de riego y rendimiento es crucial para entender y mejorar las prácticas agrícolas: “El análisis de datos permite entender relaciones como la cantidad de riego aplicada y el rendimiento obtenido; la cantidad de agua aplicada al maíz tiene una relación marginal con el rendimiento, donde incrementos en el riego resultan en rendes decrecientes”.

Indicó que los maíces de segunda, que se siembran después de cultivos de invierno, tienden a recibir menos riego (200-400 mm) comparado con los maíces tempranos (300-600 mm).

La fertilización con nitrógeno se realiza de manera similar tanto en maíces de primera como de segunda, aunque estos últimos requieren más debido a la inmovilización por el rastrojo.

En promedio, se aplican entre 100 y 120 kilos de nitrógeno, ajustando según las condiciones del suelo y el rendimiento esperado del cultivo anterior.

“Existen enfoques tanto conservadores como agresivos en términos de insumos y expectativas de rendimiento. Ambas estrategias son válidas y dependen de las preferencias y gestión de riesgos del productor”, aclaró.

Manejo de la chicharrita

El ingeniero agrónomo Augusto Casmuz brindó las estrategias para el manejo de la chicharrita en cultivos de maíz, como el monitoreo y control: “Es esencial mantener bajas las poblaciones de la plaga para evitar la transmisión de patógenos que afectan la productividad del cultivo; no existe una herramienta mágica para controlarla, se requiere una combinación de estrategias para un manejo efectivo”.

Agregó que no solo importa la cantidad de chicharritas, sino también el grado de infectividad de la población y señaló que se realizaron estudios en dos zonas de Tucumán que mostraron cómo las poblaciones de chicharrita varían a lo largo del año.

Advirtió que la siembra escalonada de maíz crea un ambiente favorable para la chicharrita y aumenta la infectividad debido a la transmisión de patógenos de plantas enfermas.

Resaltó la necesidad de monitorear y manejar efectivamente las poblaciones del insecto a través de estrategias integradas para proteger los cultivos de maíz debido a su capacidad de aumentar exponencialmente en número y grado de infectividad bajo condiciones favorables.

“La plaga puede proliferar rápidamente cuando las condiciones ambientales y de cultivo son adecuadas, por lo que es crucial seguir de cerca la población de chicharritas para evitar incrementos significativos, ya que la alta infectividad, combinada con un aumento en la población, representa un elevado riesgo para los cultivos de maíz”, destacó.

Dijo que los ensayos evaluados en Tucumán mostraron que las condiciones invernales, como heladas intensas, ayudaron a reducir las poblaciones de chicharrita y consideró que el control químico debe complementarse con otras prácticas de manejo debido a la naturaleza del vector y su capacidad de transmitir patógenos.

“El manejo efectivo de la chicharrita requiere un enfoque integral y constante monitoreo para proteger los cultivos de incrementos poblacionales y de infectividad que puedan comprometer la productividad”, insistió y añadió que aunque la situación actual es más tranquila, no se debe relajar el seguimiento del vector.

Casmuz subrayó que no existen materiales resistentes a nivel mundial debido al complejo de patógenos que la chicharrita transmite (dos bacterias y dos virus): “Es crucial usar materiales tolerantes, aunque la disponibilidad es limitada, y la efectividad de la genética depende del control de la población del vector”.

La experiencia en Puramel

Federico Lisa presentó los resultados de la campaña pasada de maíz y los planes para la próxima, enfocándose en el manejo de la chicharrita: “Se enfrentaron problemas significativos con la plaga; no se utilizó ningún insecticida, lo que resultó en un daño considerable a medida que la plaga avanzaba”.

El gerente de Puramel reveló que la producción esperada disminuyó drásticamente debido a la infestación, con rendimientos que variaron de 3.000 a 6.000 kilos por hectárea según la semana de siembra.

Para la campaña 24-25 dijo que se inició el control de barbechos más temprano para manejar las lluvias y reducir poblaciones de maíz guacho y que se seleccionaron híbridos tolerantes a la chicharrita, con preferencia por híbridos tropicales, al tiempo que se planificaron monitoreos constantes y aplicaciones estratégicas de insecticidas.

En cuanto a las estrategias específicas, recomendó utilizar semillas tratadas y monitorear aplicaciones; controlar el maíz guacho en campos propios y alquilados.

“La campaña se centrará en mejorar la gestión de la chicharrita mediante un enfoque más proactivo y el uso de variedades genéticamente más tolerantes; se espera la disponibilidad de un nuevo híbrido tropical con tolerancia para la próxima campaña, lo que podría mejorar aún más la resistencia a la plaga”, detalló.

Lisa destacó que el manejo efectivo de la chicharrita requiere una combinación de prácticas culturales, genéticas y químicas, con un enfoque en el monitoreo constante y la eliminación de hospederos para evitar la proliferación de la plaga, como se hizo en un lote sembrado con algodón bajo riego por goteo subterráneo, con presencia de maíz guacho.