“Imagina Argentina”, el congreso organizado en Río Cuato por La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), con 2600 asistentes in situ distribuidos en dos días y 800 online, 20 expositores, 4 precandidatos a presidentes y 16 moderadores dejó una serie específica de pasos para que la Argentina pueda emprender una senda estable de crecimiento económico, institucional y social en base a consensos y criterios comunes.
La agenda para el desarrollo del país se puede expresar a través de la vida misma de un argentino, y aunque parezca simplista, muchas veces más que grandes y complejas soluciones sólo se requiere decisión política, compromiso y trabajo:
- Cuando el niño recién nace, nutrir su cerebro para que tenga intacta su capacidad para aprender y trabajar;
- Cuando crece, ayudar a que tenga un techo digno con los servicios básicos para que pueda desarrollarse de manera saludable;
- Cuando es niño y adolescente, educarlo para igualar y potenciar sus oportunidades;
- Cuando alcanza la edad de trabajar, generar un marco macroeconómico y de reglas de juego claras para que pueda trabajar, emprender e innovar;
- Cuando llega a la tercera edad, asegurarse de que pueda disfrutar de los frutos de su trabajo, ser útil a la sociedad y ayudar a que sus nietos puedan alcanzar un estilo de vida mejor que el suyo;
- Durante toda su vida, construir y mantener un marco institucional para que la vida de los argentinos se desarrolle en una sociedad segura, democrática, justa, con un Estado transparente y en un país federal y republicano, porque este contexto institucional es el único que puede asegurar que los cinco puntos anteriores se cumplirán.
Durante el primer año de vida, el niño desarrolla el 80% del peso del cerebro que tendrá de adulto (CONIN), por lo que esta etapa es clave para determinar las capacidades que tendrá una persona para aprender y trabajar. Por este motivo, combatir la desnutrición infantil no es sólo ayudar a un niño y a su familia, sino que tiene relación directa con el capital humano y social que ese individuo pueda desarrollar a lo largo de su vida y, por lo tanto, afecta a toda la sociedad. Un país con niños que hayan sufrido desnutrición es un país con problemas de aprendizaje y alta deserción en las escuelas, es un país con adultos que tienen dificultad para insertarse en el mundo laboral y emprender nuevos proyectos, es un país empobrecido en el largo plazo.
Una vez que se asegura un cerebro intacto, la vivienda es el segundo paso para evitar problemas sanitarios y de hacinamiento y favorecer de este modo el desarrollo humano de las personas. En este sentido, lo principal es generar un sistema detallado de información sobre necesidades habitacionales para poder dirigir de mejor manera los recursos a este fin. La realidad muestra que en gran parte de los casos no se requieren nuevas viviendas completas, sino el mejoramiento de las existentes, el acceso a agua potable o la provisión del servicio de cloacas. Sin embargo, desde el punto de vista del rédito político las viviendas nuevas y completas son mucho más visibles que las obras de cloacas, el mejoramiento de viviendas o la urbanización de villas.
Un niño nutrido, con un techo digno y servicios sanitarios básicos, tiene las condiciones mínimas para entrar al sistema educativo, un sistema que garantice el acceso, iguale y potencie oportunidades para todos los sectores sociales y todas las regiones del país. Es inaceptable que 2 de cada 3 alumnos se encuentren en los niveles más bajos en matemática, y 1 de cada 2 en ciencias y que el 50% de los estudiantes que finaliza el secundario no comprenda lo que lee (PISA 2012). Sin embargo, no sólo debemos conformarnos con un mayor acceso, alcance y calidad de la educación actual, debemos cambiar a un paradigma integrado a la tecnología, un sistema educativo que prepare personas críticas y comprometidas para la sociedad de los próximos 50 años.
Generar las condiciones para que las personas se desarrollen, trabajen, emprendan e innoven es el paso siguiente. Estas condiciones se logran con una macroeconomía ordenada y estable que promueva la producción y la exportación, con tasas de inflación reducidas, abierta al mundo, competitiva, con estadísticas transparentes y con un Estado que potencie la actividad privada en lugar de obstaculizarla. Sin embargo, una macroeconomía con estas características no es suficiente, es necesario un marco de seguridad jurídica y reglas de juego claras que generen confianza, pilar de todo proceso de desarrollo.
La base de todo el proceso hasta aquí planteado, y la garantía de largo plazo para que se cumpla, es el marco institucional que rodea a la sociedad y al Estado. La calidad de estas instituciones determina que una sociedad tenga mayores o menores posibilidades de emprender una senda de progreso de largo plazo. Temas como el federalismo, la forma republicana de gobierno y la independencia de la justicia, la participación ciudadana, la transparencia, la lucha contra la corrupción y el cumplimiento de la Constitución Nacional, son las cuestiones centrales.
Un país federal promueve un crecimiento equilibrado regionalmente con contrapesos al poder central. Este contrapeso al poder central y al excesivo presidencialismo también se complementa con una fuerte división de los poderes del Estado y, en este sentido, una justicia independiente y eficiente es básico. Una gestión de Estado transparente con bajo nivel discrecionalidad y con alta participación ciudadana, son la base para lograr reglas de juego clara y justas, luchar contra la corrupción y asegurar que la política pública busca el bienestar común.
Entonces, para generar empleo genuino y desarrollo en el país requiere de niños nutridos y educados sumados a una macroeconomía ordenada y a un marco institucional de calidad. Pero para ello se necesita del compromiso y trabajo de todos y cada uno.