Inicio Agricultura La baja en la proteína de la soja enciende las luces de...

La baja en la proteína de la soja enciende las luces de alarma

La calidad industrial del poroto de soja viene reduciéndose año a año, en el último informe de la Cámara Arbitral de Cereales (CAC) se verificó un nivel promedio del 36,1%. Este problema deviene en crecientes esfuerzos operativos (que implican mayores costos) de las plantas de crushing nacional para lograr una harina de soja que cumpla con los estándares internacionales, situados entre un 47 y 49 % de tenor proteico, para evitar el incumplimiento de las condiciones y posibles penalizaciones. A partir de esta situación se ha buscado estimar cuales son las pérdidas sufridas por el complejo oleaginoso nacional y toda su cadena de valor a causa del bajo contenido proteico en la soja argentina.
​En el presente documento hemos procedido a estimar cuales habrían sido las pérdidas que sufrió el complejo oleaginoso argentino y toda su cadena de valor en la campaña 2016/2017 por la baja proteína que viene registrando la producción argentina de soja. Adoptamos este ciclo “2016/2017” por considerarlo una campaña normal de producción de poroto de soja en nuestro país, no afectada por factores climáticos como sucedió en la 2017/2018. Hemos valorizado estas pérdidas utilizando el actual precio de la harina de soja a setiembre de 2018, el cual se encuentra en valores relativamente similares a los que regían en los meses principales de la cosecha argentina en el año 2017. Nuestras estimaciones muestran la existencia de un costo extra de alrededor de US$ 400 millones para el complejo oleaginoso nacional, debido a la consecuente y persistente caída en la calidad proteica de la harina de soja, principal producto de exportación de la República Argentina. Esta cifra surge de considerar los siguientes conceptos:

 

  1. Mayores costos energéticos por elevar el nivel de proteína de la harina de soja mediante un proceso adicional de secado;
  2. Menores ingresos por la pérdida de volumen de harina de soja al disminuir la humedad y realizar el secado;
  3. Reducción de ingresos por descuentos comerciales aplicados en la venta al exterior de harina argentina con menor calidad que la exigida según estándares internacionales y que la ofrecida por otros competidores (Brasil, Paraguay y USA).

No hemos computado otros costos adicionales que han sido excelentemente explicitados por el especialista Ing. Fernando Wnuk  en la Revista de Aceites y Grasas de ASAGA, entre ellos:

  • La disminución de la capacidad disponible de molienda de las plantas (aprox. 20%) para lograr un mayor secado y/o la necesidad de invertir en equipos de mayor eficiencia o capacidad.
  • El proceso adicional de secado implica una depreciación más acelerada del complejo de maquinarias y equipos utilizados.
  • Necesidad de eliminar las gomas de la harina produciendo una disminución del rendimiento.
  • Problemas de logística en las cargas, transporte y descarga de mercadería muy seca y, por ende, con más generación de finos incrementándose las pérdidas por mermas.
  • Incremento de la polución, obligando a efectuar mejoras en los sistema de retención de polvos con incremento de costos de limpieza.
  • Aumento en los riesgos de contaminación con microorganismos (salmonella, etc.) e incremento de costos por desinfección de infraestructuras y tratamientos de embarques.

Fragmento de un informe de Julio Calzada y Blas Rozadilla, en la página de la Bolsa de comercio de Rosario.