Pertenecen al género Paspalum y hasta hoy la ciencia desconocía su existencia. Investigadores de la FAUBA las hallaron, las describieron y les pusieron nombre. Algunas son vistosas y se las puede usar en paisajismo y céspedes.
Por Pablo A. Roset (SLT-FAUBA)
A partir de estudios genéticos y morfológicos, de curiosidad y de una dosis de suerte, investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) descubrieron varias nuevas especies dentro de la familia de las gramíneas. Son parientes del trigo, del maíz y de los pastos en general. Las hallaron en viajes de recolección de vegetación por la región del Cerrado brasileño. Si bien las plantas dentro del género Paspalum tienen múltiples usos, desde forraje hasta céspedes deportivos, dos de las nuevas especies, Paspalum vexillarium y Paspalum schesslii, se caracterizan por sus cualidades estéticas.
“Primero descubrimos a Paspalum vexillarium cuando revisábamos materiales colectados en el centro de Brasil junto con colegas brasileños. Fue un tanto fortuito, ya que conocíamos una gramínea parecida, llamada Paspalum ceresia, que habita desde Ecuador hasta el NOA y que tenemos cultivada desde hace varios años en el Jardín Botánico de la FAUBA. Cuando la vimos en el Cerrado, nos llamó la atención cuán lejos estaba de aquella zona, y al estudiarla nos dimos cuenta de que no era P. ceresia, sino una especie nueva, desconocida. La llamamos Paspalum vexillarium”, contó Gabriel Rua, Profesor Asociado de la cátedra de Botánica Sistemática (FAUBA).
En relación a las características de esta nueva especie, el investigador explicó: “vexillarium significa ‘que lleva la bandera’. Le pusimos este nombre por el aspecto de sus flores, que están dispuestas en racimos y parecen banderas muy vistosas, de tonos que van del anaranjado al cobrizo. Es la más ornamental de los Paspalum”. Rua y colaboradores describieron en profundidad esta especie en la revista Systematic Botany.
Otra nueva especie para el mundo
“Tiempo después, con Marisa Bonasora, también docente de la cátedra de Botánica Sistemática de la FAUBA, estudiábamos la compleja genética de Paspalum stellatum —otra gramínea nativa muy bonita— y creímos necesario encontrar a sus progenitores. Por eso salimos de campaña nuevamente hacia la zona del Cerrado, cerca de la frontera entre Brasil y Bolivia, un área de alta diversidad de gramíneas. Allí descubrimos a Paspalum schesslii”, comentó Rua.
“En este caso también tuvimos un poco de suerte”, dijo Gabriel, y añadió: “la forma más común de Paspalum stellatum tiene 32 cromosomas. Nuestra hipótesis era que debía ser un híbrido entre la forma de 20 cromosomas —conocida y poco común— y otro Paspalum desconocido, de 12. Por varias razones pensamos en Paspalum malmeanum, que crece en la misma zona que el P. stellatum de 20 cromosomas. Resulta que en el viaje recolectamos una gramínea muy parecida a P. malmeanum, y los estudios genéticos posteriores mostraron que tenía 12 cromosomas: era exactamente el progenitor faltante. Como no estaba descripto, le pusimos por nombre Paspalum schesslii en homenaje a un botánico alemán”.
Paspalum stellatum y sus parientes son gramíneas muy estéticas. En el caso puntual de P. schesslii, Gabriel Rua comentó que es relativamente baja y que sus hojas son más cortas que las de stellatum. Además, posee tallos ramificados y las flores se conjugan en dos vistosos racimos. La descripción botánica detallada de esta nueva especie fue publicada en la revista Plant Systematics and Evolution.
Pastos multiuso
El género Paspalum incluye alrededor de 350 especies de gran valor forrajero, ornamental, paisajístico y hasta para céspedes de campos deportivos. Al respecto, Rua sostuvo: “Este género fue y sigue siendo muy estudiado, desde su genética hasta su taxonomía, anatomía y ecología. Por ejemplo, hace poco nosotros también describimos una especie de Paspalum del sur de Chile, Paspalum chilense, que podría ser portadora de genes de tolerancia al frío en un género de valor forrajero, típico de pastos tropicales y subtropicales. Describimos esta nueva especie en un ‘paper’ en la revista Phytotaxa”.
Por otra parte, el investigador valoró las cualidades estéticas del género. “Si bien a mí y a mis estudiantes nos interesan las gramíneas nativas en general, las especies del género Paspalum en particular se encuentran poco explotadas como ornamentales. En algunos casos sólo se comercializan como flores de corte a partir de plantas silvestres”.
“El auge del cultivo de gramíneas ornamentales comenzó hace algún tiempo a partir del trabajo de un grupo de paisajistas de EE.UU., Alemania y Brasil. Cada vez es más frecuente, incluso en la Argentina ya hay viveros especialmente destinados a su producción. Yo siempre cuento que en la FAUBA tenemos la Tecnicatura en Jardinería, y tiempo atrás, cuando dábamos la clase de gramíneas, los alumnos preguntaban para qué nos enseñan eso. Hoy, todos quieren aprender los usos ornamentales de esta familia”.
Rua comentó que las gramíneas poseen muchas posibilidades en paisajismo, más allá de servir como céspedes. “Casi todas las plantas que se usan como césped son gramíneas. Por lo tanto, en nuestro grupo también estamos trabajando con especies gramíneas nativas que actualmente no están siendo comercializadas en el mercado del césped y tienen características muy promisorias para este uso”.
Céspedes nativos
“Los céspedes de campos deportivos, como los de fútbol, polo, golf o rugby, por ejemplo, poseen requerimientos más estrictos que los meramente recreativos u ornamentales: se deben poder cortar más bajos y tienen que soportar el pisoteo. Sin embargo, cuando son para lugares recreativos pasan a tener mayor peso factores como el color”.
Gabriel Rua estudia desde hace más de 20 años el género Paspalum y su uso como césped. “Cuando empezamos, casi no se lo investigaba científicamente para este uso. Hoy, con Liliana Fabbri, docente de la cátedra de Botánica General, estamos experimentando con dos especies nativas: una de Paspalum y otra de Bouteloua. Las cultivamos en parcelas y les pasamos unos rodillos pesados de cemento que se hacen rodar por una alfombra con tapones para simular el pisoteo de un campo deportivo. Luego fotografiamos las parcelas y analizamos las imágenes con un software para medir cobertura y cambios de color, entre otras cosas”.
Para el investigador, las gramíneas nativas tienen ventajas por sobre las exóticas, ya que están adaptadas al lugar de donde son originarias y responden mejor a las variaciones en el ambiente. Además, permiten disminuir los insumos para su mantenimiento y pueden resultar en una buena alternativa para conservar la flora autóctona ante el veloz deterioro de algunos ambientes naturales.
En este sentido, Rua concluyó con una anécdota que describe el valor de los céspedes como reservorios de especies nativas. “Una colega agrónoma estaba asesorando un campo de golf donde en los ‘greens’ se usaba pasto Bermuda, una planta exótica seleccionada a tal fin. Como el suelo era un poco salino, el pasto Bermuda se les murió y comenzó a reemplazarlo naturalmente Paspalum vaginatum, una especie nativa. Empezaron a cortarlo bajito y vieron que andaba fenómeno, mucho mejor que el exótico, en el que habían gastado mucho dinero para comprarlo y mantenerlo. Así fue como Paspalum vaginatum quedó para siempre en el green”.
Fotos: SLT-FAUBA.