La trabajosa restauración de los 40 kilómetros que recorre un abandonado canal desde Santa Rosa de Conlara para llevar agua de riego a las poblaciones de Lafinur y Los Cajones, en el fértil extremo noreste de San Luis, podría despertar la producción de hortalizas para abastecer el insaciable consumo de localidades y centros turísticos de la zona.
Y a este desenlace lo imagina el hiperactivo gerente General de la sociedad estatal San Luis Agua, Marcelo Debandi, un experimentado productor agropecuario de Concarán que asumió en la función pública en diciembre para la gestión de los recursos hídricos superficiales y subterráneos de la provincia y que, sin invadir áreas de otros ministerios, se ocupó del viejo reclamo.
El Semiárido acompañó al funcionario en una gira realizada la semana pasada y que incluyó un recorridos por tramos invadidos por monte y arbustos del Río Conlara, visita al municipio de Lafinur, donde San Luis Agua abrió una completa y conectada oficina, para culminar en un establecimiento olivícola en plena cosecha y elaboración de aceite virgen extra, que tiene frenada su expansión por falta de agua segura y oportuna.
Cliver Rodríguez es el intendente de Lafinur que se entusiasmó con la reparación del viejo canal y se planteó el desafío de romper con el desaliento que domina a los habitantes: “Queremos que la gente de la zona se entusiasme con la producción de verduras, pero para eso ya disponemos de 2,5 hectáreas donde la intendencia producirá hortalizas para vender y con ello mostrar que se puede vivir de esto y que hay retorno económico rápido, porque también hay donde venderla”.
La preocupación de las autoridades es cómo generar empleo en el noreste de San Luis, donde la mayoría de las familias dependen de planes sociales y unos pocos productores viven de la aceituna y la alfalfa, logradas con el viejo e ineficiente riego por manto.
La recuperación de los 40 kilómetros del canal fue coordinada y seguida de cerca por Matías García, delegado de San Luis Agua para una amplia región. Pero no sólo desmontar y desembancar la extensa traza fue la tarea encarada por la sociedad estatal que preside Facundo Domínguez, sino que también resolvió poner orden en el reparto equitativo del agua y por ello intervino el cuestionado consorcio de riego de Los Cajones.
Debandi mostró además el extenso talud levantado antes de Lafinur para evitar que otra crecida, como la ocurrida el 1 de marzo del año pasado, vuelva a inundar la localidad y a una amplia superficie productiva y habitada. Claro que resta una tarea más costosa, como eliminar la abundante vegetación que creció por falta de mantenimiento y achicó a escasos metros las márgenes del río Conlara.
Con caminos en muy buen estado, la zona está comunicada con las localidades más importantes de los departamentos Junín y Ayacucho y el Valle del Conlara. Ello contrasta con el paisaje que domina el trayecto desde Santa Rosa hasta Los Cajones: una gran cantidad de lotes que alguna vez recibieron riego para diversas producciones, hoy están invadidos por renuevos.
Debandi busca entusiasmar a los lugareños a través de los intendentes porque está seguro que la verdura allí producida se venderá rápidamente en Merlo y parte de La Costa, por ejemplo, donde se abastece del mercado concentrador de Río Cuarto, en Córdoba, con un altísimo costo de flete.
Aceitunas en expansión
La gira culminó en la plantación de olivos en Los Cajones, que se encontraba en plena cosecha de sus 12.500 plantas y al mismo tiempo elaborando el cotizado aceite. Allí esperaban el responsable del establecimiento, Rubén Bancher, y uno de los socios, Javier Rivera, residente en la localidad de Morrison, Córdoba.
Ambos celebraron la noticia del restablecimiento del flujo normal del canal de riego, ya que les permitirá extender la plantación, afectada en algunas campañas por la falta de agua oportuna.
El emprendimiento se radicó en 2009 y el año pasado cosechó medio millón de kilos de aceitunas de cinco variedades y que le rindieron unos 70 mil litros de aceite extra virgen, elaborado en el mismo establecimiento.
Obsesivo por la prolijidad y limpieza del olivar, Rubén sigue personalmente todo el proceso que termina en aromáticos y codiciados aceites, según relató mientras apuraba un lechón a las brasas bajo el parque de cuidados algarrobos que luce en la entrada al campo.
En años normales, la media anual no pasa de los 450 milímetros. Además de tener previsibilidad con el agua, la mayor preocupación del productor hoy es la falta de mano de obra entrenada para las permanentes labores que demanda el monte, en especial la poda.
Blancher llegó a Los Cajones en 2009 y compró el campo donde ya había algo de plantas. Realizó plantaciones durante los tres años siguientes: “Estaba trabajando en otro campo donde se pusieron 25.000 plantas y mi vinculación con la olivicultura vino a través del ingeniero Bustillo de La Rioja , quien me enseñó a querer y saber apreciar lo que es un planta de olivo, que no es una planta común, no es parecida a ninguna”.
Hoy tiene 12.500 plantas en 24 hectáreas, con dos variedades de mesa, Changlot y Manzanilla Real, y las aceiteras Coratina, Arbequina y Picual. Esta última también sirve para mesa.
Salvo para consumo personal, aquí no se hacen blend. El aceite es todo de variedades puras. La máquina prensadora es chica, pero como está en un impecable galpón pegado a la plantación, puede ir eligiendo la variedad que quiere cosechar: “Me puedo dar el lujo de ensamblar y hacer un blend al gusto propio o a pedido y lo puedo hacer porque en las plantas grandes se muele lo que llega y en el momento que llega. Yo me doy el lujo de cosechar los kilos que necesito en ese momento. Lo que se cosecha a la mañana se procesa a la tarde, pasadas las 19”.
El producto se envasa en botellas de vidrio verde de medio litro, pero no se vende en los comercios; sólo se consigue en Los Cajones. Sus consumidores valoran este cuidado proceso: “Me dicen que los he drogado con mi aceite. No le dicen Almazara, sino el aceite de Rubén. Uno de mis grandes consumidores es el chef Lelé Martínez, el joven que cocina en Buenos Aires con este aceite y ha prometido cocinar aquí en la plantación”.
No tiene problemas sanitarios. La amenaza más importante en la región es la Mosca Blanca, pero que nunca llegó la zona de Los Cajones. Se queda toda en las plantaciones próximas a Villa Dolores, Córdoba: “Tenemos una sanidad extraordinaria. Dicho por ingenieros de Mendoza que trajo Sol Puntano, somos la finca que menos problemas sanitarios tiene la provincia de San Luis”.
El riego lo hace por el canal que acabn de recuperar : “Podríamos estar mejor si fuéramos más unidos. Acá una persona se hizo dueña de un canal y hasta que no intervino San Luis Agua, se regaba como él disponía. El tema del agua pasa por el manejo y por saber las prioridades y cuál es el momento adecuado para regar cada plantación. Por ejemplo, si a la alfalfa no la regás durante una semana no tiene problemas, pero un olivo en plena floración si no le das agua en el momento del cuaje tiene problemas”.
FOTOS: Gabriela Puerto, responsable de Comunicación de San Luis Agua