Según una investigación de la UBA, el compostaje de restos urbanos de podas (vs. enterrarlos en rellenos) permite disminuir casi 90% al año las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de este sector.
(SLT-FAUBA) En la Ciudad de Buenos Aires (CABA) y en el Área Metropolitana (AMBA), los restos de las podas representan un porcentaje elevado de los desechos sólidos urbanos. Normalmente, estos restos se entierran en rellenos sanitarios o son compostados. Sin embargo, ambas formas de disponerlos impactan de distintas maneras sobre la atmósfera. Una investigación llevada a cabo por la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) demostró que hacer compost libera 10 veces menos gases de efecto invernadero (GEIs) por año que los rellenos. Esta práctica contribuiría a mejorar el balance de GEI en nuestro país.
“El compostaje de los residuos de la poda, es decir, la descomposición aeróbica (en presencia de oxígeno) de los restos orgánicos, es bastante menos dañino para el ambiente que disponerlos en rellenos sanitarios. Nuestro trabajo demostró que la emisión de GEIs como el metano, el óxido nitroso y el dióxido de carbono se puede reducir en casi un 90% al año compostando este tipo de residuos, en comparación con los rellenos”, sostuvo Verónica Pierini, docente de la cátedra de Edafología de la FAUBA. “El compostaje libera 1,55 Gg (Gigagramos) de CO2 equivalente por año, mientras que el relleno sanitario libera 16,12 Gg.”, detalló.
“Hay varias razones por las que no conviene disponer los residuos de la poda en rellenos sanitarios. La primera es que al enterrarlos se descomponen en anaerobiosis, es decir, en ausencia de oxígeno, y esto provoca la liberación de metano a la atmósfera, uno de los GEI más potentes”, dijo Verónica, cuya investigación fue parte de sus estudios de maestría en la Escuela para Graduados de la FAUBA y se publicó en la revista Indian Journal of Scientific Research and Technology.
Al respecto, apuntó que en la Argentina el sector residuos es responsable del 24% de las emisiones de metano (CH4), sólo precedido por el sector agrícola (que representa el 60%). En este contexto, los rellenos sanitarios representan hasta el 18% de las emisiones globales de metano, y se espera que continúen en aumento.
La investigadora señaló al sitio de divulgación científica Sobre La Tierra dos razones más por las que no es bueno disponer los residuos de las podas en rellenos sanitarios. “En primer lugar, existen pocos rellenos sanitarios en el área urbana y suburbana de Buenos Aires, y este tipo de residuos son muy voluminosos, ocupan mucho espacio. De hecho, representan el 6% y el 13% de todos los residuos sólidos de CABA y AMBA, respectivamente. Además, su velocidad de llenado es muy rápida, por lo cual si enterramos estos residuos que poseen gran volumen aumentamos la velocidad de llenado del relleno haciendo que se llegue en menos tiempo a la capacidad máxima de ese sitio (su colmatación). Esto no es bueno porque no existen muchas áreas cercanas donde disponer nuestros residuos y, además, porque nadie quiere tener un relleno sanitario cerca, con lo cual la nueva búsqueda de tierras donde depositar nuestros residuos se vuelve aún más compleja”.
En segundo lugar, Pierini destacó que con la disposición de residuos de podas en rellenos sanitarios se perdería la oportunidad de hacerlos compost, un producto con valor agregado. En este sentido, en su tesis primó el concepto de cierre de ciclos naturales: “Cuando uno entierra residuos en un relleno sanitario sigue un modelo de producción-consumo lineal. En cambio, si uno composta está reciclando ese material orgánico, cerrará su ciclo y volverá a nosotros como un producto útil para abonar nuestras huertas, jardines y parques”.
Gases que calientan al mundo
“Realizamos el estudio en la planta Complejo Ambiental Norte III, del CEAMSE, en la Provincia de Buenos Aires, donde se reciben mensualmente 3429 m³ de residuos de poda. Para tener una idea, se podría construir un cubo compacto de 15 metros de lado, profundidad y altura cada mes. Dado que medir las emisiones de metano y CO2 para compostaje y relleno sanitario es prácticamente imposible, las estimamos usando los modelos propuestos por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC) y la Comisión Europea”, detalló Verónica.
Por otra parte, la investigadora detalló un segundo resultado clave de su trabajo: “Si bien logramos determinar que, efectivamente, el compostaje es mejor que el relleno sanitario como sistema de manejo de residuos de poda, con los modelos también pudimos estimar que, según qué tipo de restos verdes se entierren en los rellenos, la instalación de sistemas de captación de biogás permitiría reducir a cero las emisiones desde los rellenos. Este resultado es muy importante en cuanto a la lucha contra el calentamiento global. Obviamente, su implementación siempre dependerá de otros aspectos como el económico, el técnico y el ambiental”.
Compost que me hiciste bien…
“Después de ingresar a la planta de compostaje de CEAMSE, los restos verdes se clasifican y ahí comienza el compostaje propiamente dicho. Primero en silo bolsas y después en pilas. El proceso se realiza siempre en presencia de oxígeno y en condiciones controladas. Los verdaderos actores en este lapso son los microorganismos —bacterias y hongos—, quienes degradan gran parte de la materia orgánica inicial. Al final del proceso, el compost, en su mayoría ya partículas finas, ocupa un volumen varias veces menor que al inicio y está listo para ser usado”, comentó Verónica.
Para Pierini, el compostaje constituye una alternativa de manejo para los restos de poda: “Por un lado, además de reducir las emisiones de GEI, el compost es un excelente fertilizante natural para las plantas, ya sea en cultivo o en ornamentales. Por otro lado, al ocupar menos volumen permite retardar la colmatación de los rellenos sanitarios. Esto, a su vez, ayudaría a reducir el impacto de los rellenos sobre los suelos y el agua”.
Por último, Verónica destacó que su estudio posee el valor de haber sido la primera aproximación en el tema en la Argentina, y que aún queda mucho margen para avanzar en este campo. “Nuestros resultados representan una contribución importante al balance de GEI en nuestro país. ¿Cuáles son los pasos a seguir? Por ejemplo, adaptar los parámetros de los modelos para que se ajusten a las características de la Argentina y para estimar la información faltante en distintas etapas del ciclo del carbono de los residuos verdes”, concluyó.
Autor: Pablo Roset
Foto: SLT-FAUBA