Investigadores de la Unidad Académica Río Turbio realizan pruebas experimentales para limitar el avance de especies vegetales que reducen drásticamente la receptividad ganadera de los campos. En una primera etapa de investigación, los especialistas se ocuparon de generar conocimiento sobre la biología, la forma de reproducción y la adaptación de la maleza Hieracium que, desde hace más de diez años, degrada amplias áreas de pastoreo.
Las primeras consultas surgieron alrededor de 2004. Una maleza comenzaba a proliferar en establecimientos agropecuarios de la zona de Río Turbio, en el sudoeste de Santa Cruz. Estudios realizados por distintos organismos desde entonces, permitieron confirmar la presencia de especies vegetales pertenecientes al género Hieracium, identificar la variedad que se reproduce en cada sector y comprobar su capacidad para degradar áreas de pastoreo. Pero nadie, hasta el momento, había generado acciones concretas para controlar una invasión que se proyecta como una amenaza para la sustentabilidad ambiental, económica y social de la región.
La oportunidad de avanzar en esa dirección surgió a partir de la primera convocatoria a presentación de Proyectos de Desarrollo Tecnológico y Social (PDTS) de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, orientada a propuestas de investigación que aporten soluciones concretas a problemáticas de la región. Así surgió el proyecto “Propuestas de recuperación de lotes invadidos con especies del género Hieracium para el Sudoeste de Santa Cruz”, dirigido por el ingeniero Juan Pablo Mayo, docente investigador del Instituto de Ciencias del Ambiente, Sustentabilidad y Recursos Naturales de la Unidad Académica Río Turbio (ICASUR- UART), que apunta a desarrollar, ejecutar y evaluar una propuesta de manejo para lotes con elevada infestación de esta maleza nociva e invasora.
El objetivo es proponer un método de control a escala predial, que no pretende ser una solución definitiva al problema pero puede limitar el avance de la maleza y controlar los principales focos de dispersión mediante la aplicación estratégica de herbicidas, el monitoreo de nuevas germinaciones de semilla en el banco de suelo, el mejoramiento del pastizal con intersiembra de especies forrajeras, la fertilización y el manejo de un pastoreo estratégico.
La iniciativa cuenta con la participación de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y tiene como instituciones adoptantes – también comprometidas en el proceso de investigación– a la Municipalidad de 28 de Noviembre, la Estancia Santa Bárbara y las chacras identificadas como 25E, 25F, 25H, 21C, 23C y 28C.
Aportar soluciones
Juan Pablo Mayo, director del proyecto, explicó a Argentina Investiga que “las especies Hieracium Praealtum y Hieracium Pilosella se comportaron como invasoras, desplazaron al pastizal natural y restaron capacidad de receptividad ganadera a los campos”.
“Si un productor antes podía tener mil ovejas en su campo, cuando ese campo es invadido por Hieracium puede hacer que el día de mañana pueda tener cien o que no pueda tener ninguna”, ejemplificó el investigador de la UART e indicó que esta maleza ingresó a Santa Cruz desde Chile y que en la actualidad “la especie Hieracium Pilosella está colonizando más la zona de Cabo Vírgenes, lo que sería el extremo Sudeste de la provincia, mientras que el Sudoeste está más invadido por Hieracium Praealtum”.
El investigador destacó el trabajo realizado por el INTA, el Consejo Agrario provincial, el SENASA y hasta algunos investigadores del Conicet para generar conocimiento sobre la biología, la forma de reproducción y la adaptación de la maleza, aunque reconoció que “ninguno trabajó en el control de la especie”, por lo que “el problema siguió avanzando y cada vez son más los productores que se preocupan y reclaman soluciones”.
En este contexto, comentó que en la estancia Santa Bárbara “hay lotes en los que la cobertura de Hieracium llega al ochenta por ciento, entonces, prácticamente no hay pastos naturales como para que el ganado pueda alimentarse, es decir, que esa parte casi no tiene receptividad ganadera hoy”.
Horizonte deseable
En lo que respecta a la metodología de trabajo, Mayo indicó que “en los lotes que están muy invadidos, probablemente la única solución sea el control químico y la siembra de otra especie, y en aquellos en los que la proliferación no es tanta y consideremos que el pastizal natural se puede recuperar, calculamos que se va a hacer fertilización y exclusión del pastoreo”.
Luego de la compra de insumos y la ubicación de los lotes, se avanzará en “la clausura de esos espacios, para que en primavera podamos empezar con la aplicación de herbicidas, la resiembra en algunos sitios y todo el trabajo de monitoreo, para saber de qué situación se parte, a qué situación llegamos, y si logramos mejorar la condición”.
Mayo reconoció que “la erradicación de todas las especies invasoras es muy difícil” porque “este tipo de prácticas no puede extenderse a todas las superficies, ni a todo el territorio” y agregó que “el horizonte deseable es, por lo menos, darle una solución a los lotes a los que podamos acceder con máquinas, que hoy lamentablemente están improductivos por una invasión excesiva de esta especie. Pero en la zona de bosques también entra Hieracium y ahí ya es más difícil que podamos hacer este tipo de manejo”.
El investigador destacó el abordaje interinstitucional e hizo hincapié en la participación, como co-directora, de la doctora Liliana Ferrari, de la UNLZ, quien es titular de la Cátedra de Producción de Forraje en esa casa de altos estudios y estará abocada a estudiar el comportamiento de las semillas de Hieracium en el banco de suelo.
Las especies del género Hieracium están catalogadas como cuarentenarias, nocivas e invasoras por el Programa Mundial sobre Especies Invasoras (GISP). Son malezas que por su reproducción asexual y por la dispersión anemócora y zoocora de sus semillas presentan una elevada capacidad de infestación.