INTA San Luis, conjuntamente con profesionales de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Agropecuarias (FICA) de la Universidad Nacional de San Luis y el Conicet, llevan adelante una línea de investigación para el conocer el potencial agronómico de este cultivo y la elaboración de harina del tubérculo de Topinambur (Helianthustuberosus L.).
Un informe con los primeros resultados muestra un prometedor horizonte para uso forrajero y gran potencial “bioenergético”, según destacan sus autores Martín Santos Chicahuala, Ricardo Rossi, Nora Comelli, Marta Ponzi, Roberto Carrizo Flores y Myriam Grzona.
Topinambur es una especie perenne del mismo género que el girasol, pero se diferencia en que sus capítulos son de menor tamaño. Posee mayor aporte nutricional de sus partes subterránea y aérea y puede alcanzar dos a tres metros de altura con tallos ramificados, produciendo tubérculos subterráneos aptos para el consumo animal y humano.
Posee una gran rusticidad, que conjuntamente con su adaptación a climas áridos y suelos pobres, hacen de este tubérculo una interesante alternativa forrajera, destinada a alimentación animal, como también para la producción de biocombustibles como el etanol. En los últimos años se vienen desarrollando investigaciones sobre cualidades organolépticas de los tubérculos para el consumo humano en pacientes con trastornos digestivos.
Un poco de historia
El cultivo era utilizado por los pueblos americanos mucho antes de la llegada de Colón. Algunos historiadores indican que el explorador francés Samuel de Champlain lo encontró en 1605 en la península Cabo Cod, en el extremo oriental del Estado de Massachusetts, para ser importado a Europa. Fue introducido a nuestro país para la alimentación animal (principalmente cerdos) en forma directa, es decir, permitiendo que estos caven, extraigan y dejen trozos pequeños que rebrotarán en la primavera siguiente, aseguran el replante y dispersión del cultivo.
Actualmente en la Argentina está muy poco difundido y se encuentra en manos de unos pocos productores, principalmente en la región de Cuyo y Traslasierra, en Córdoba. Sin embargo por condiciones edáficas y climáticas podría ser mayor el uso de este cultivo, incluso con éxito en la Pampa Húmeda.
Manejo del cultivo y rendimientos
Con manejo adecuado se realiza la multiplicación a través de tubérculos en una única siembra inicial, para luego obtener cosechas sucesivas en forma interminable. El ciclo de la planta comienza a principios de primavera y finaliza con las primeras heladas, alcanzando su madurez fisiológica (abril-mayo) donde comienzan a secarse las hojas hasta su totalidad. En ese momento, los tubérculos comienzan una etapa de latencia y están listos para ser cosechados de una sola vez o a medida que se lo necesite.
Este cultivo permite obtener una gran producción y rentabilidad en pequeñas superficies, requiriendo poca mano de obra durante su manejo, ya que no es indispensable la aplicación de fertilizantes (aunque da mayores rendimientos), insecticidas, y en densidades adecuadas no requiere herbicidas por su alta capacidad de competencia con especies adventicias, cubriéndolas rápidamente, sombreándolas y compitiendo favorablemente por nutrientes.
Las heladas producen la muerte de los tallos y hojas, pero no afectan los tubérculos que resisten a la congelación por meses (-20ºC). El promedio de producción entre tallos y tubérculos es de unas 100 toneladas por hectárea y su contenido proteico en materia seca es del orden del 10%. La parte aérea puede arrojar cosechas anuales del orden de las 60 toneladas por hectárea de follaje rico en fibra y proteínas.
Uso forrajero
Dado el alto contenido de hidratos de carbono solubles e inulina en los tubérculos frescos, y el bajo contenido de proteína bruta, se destaca que su valor energético es superior al que posee el grano de maíz. Los rindes máximos de polisacáridos solubles (inulina) en topinambur son de 16 ton/Ha, mientras que en maíz (almidón), son de 12 ton/Ha,pero debe ser suplementado con proteínas, ya que su contenido es muy bajo.
En cuanto a la digestibilidad, los tubérculos rondan el 90 %, siendo mayor que el maíz (85%), avena (77%), cebada (70%) y balanceado comercial (73%). También la energía metabólica es superior a los productos antes mencionados, siendo del orden del 3,24Mcal/kg.
Potencial bioenergético
La alta producción y el contenido de inulina hacen de este cultivo una importante materia prima para la producción de etanol. Con 12 kilos de topinambur se puede producir 1litro de etanol. Una hectárea de Topinambur produce 5.600-7.500 litros, mientras que el maíz 4.500ltsde Etanol por hectárea.
Este cultivo permite ser parte de una cadena de producción ya que aporta materia prima en momentos de baches de otros cultivos permitiendo no frenar el proceso de producción del biocombustible.
Otras ventajas del cultivo
Crece también en tierras salitrosas, es utilizado para dar sombra en forestaciones en tierras arenosas y tiene potencial en la recuperación de tierras contaminadas por industrias, ya que sus raíces ayudan a degradar contaminantes orgánicos e inorgánicos.
Por su gran porte foliar absorbe grandes cantidades de anhídrido carbónico (CO2) del aire, unos 6.310 Kg/ha. Sus flores son altamente melíferas. Los resultados obtenidos durante los 30 días de floración, satisfacen los más altos estándares conocidos según prácticas realizadas, tanto en cantidad como en calidad de miel.
FOTO: INTA San Luis