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El cambio climático obliga a repensar nuestras ciudades e infraestructura

Fue publicado en diciembre último, sin saber que llegaría el desastre climático que azotó el norte, Valle del Conlara y Cuenca El Morro.

Un artículo difundido en la revista de la Fundación de Investigación Social Argentino Latinoamericana (FISAL) y firmado por su directora ejecutiva, Agustina Rodríguez Saá, advierte que “tanto los gobiernos como el sector privado deben avanzar en el desarrollo de estrategias de adaptación al cambio climático”. El siguiente es el texto completo difundido en la revista N° 7 de esa institución:

Por Agustina Rodríguez Saá. Abogada, magister en Derecho Administrativo

“Comúnmente cuando hablamos de cambio climático nos referimos a dos cuestiones concretas: las acciones de mitigación y las medidas de adaptación.

La mitigación implica acciones que buscan disminuir la emisión de los gases de efecto invernadero que aceleran los cambios en el clima. Las medidas de adaptación, por su parte, buscan prevenir o dar soluciones a las consecuencias que genera este fenómeno en el clima: eventos climáticos extremos como sequías o lluvias cortas y fuertes, variación de los regímenes de precipitaciones, evapotranspiración más pronunciada, desplazamiento de zonas climáticas, entre otras.

Según el último informe del Grupo de Trabajo II del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), hoy existe un déficit en las medidas de adaptación, sin perjuicio de lo cual los gobiernos de diversos niveles están empezando a desarrollar planes y políticas de adaptación y la integración de las consideraciones sobre el cambio climático en planes de desarrollo más amplios.

Los efectos del cambio climático ya están sucediendo y, según las proyecciones científicas, los escenarios climáticos muestran una agudización de estos eventos.

América Latina es muy vulnerable a los efectos del cambio climático. En efecto, la disminución de los glaciares andinos por la reducción de las lluvias nivales, o el aumento de temperatura, ponen en peligro la producción de alimentos, el acceso al agua potable, amenazan la infraestructura, entre otras cuestiones, lo que constituye un serio riesgo para la salud de la población y la biodiversidad.

En este sentido, el informe referido señala que hasta mediados de siglo el impacto del cambio climático en la salud humana consistirá principalmente en exacerbar las dolencias que ya existen, pero a lo largo del siglo XXI se prevé que el cambio climático conduzca a un aumento enfermedades en muchas regiones y especialmente en los países en desarrollo con bajos ingresos, en comparación con una línea de base sin cambio climático.

Ante estos pronósticos, tanto los gobiernos como el sector privado deben avanzar en el desarrollo de estrategias de adaptación al cambio climático.

Si actuamos en el marco de estrategias de adaptación, aún estaremos en el ámbito de la prevención, lo que significa una enorme ventaja frente a las acciones de remediación, de seguro más costosas en todos los órdenes.

Minimizar aquellos efectos que ya son irreversibles así como aprovechar los impactos positivos que se ocasionen es un imperativo que nos compele a todos. Cambios en el manejo y usos del suelo, infraestructura capaz de soportar fuertes lluvias, inundaciones o prevenir los efectos adversos de las sequías, edificios y viviendas que incorporen materiales, técnicas y medidas que permitan minimizar los nuevos impactos del clima, son algunas de las cuestiones a considerar en esas estrategias.

El Tratado de Paz entre Progreso y Medio Ambiente de la provincia de San Luis nos dice: “Conscientes de la necesidad de conocer el comportamiento climático para el planeamiento de las distintas políticas de estado, San Luis inició el desarrollo de escenarios del clima provincial para las próximas décadas, mediante investigaciones apoyadas en las más avanzadas y modernas técnicas de modelado.

De esta forma, la provincia contará con la información necesaria para planificar acciones y políticas de adaptación anticipada, evitando los inconvenientes de adaptaciones tardías y paliativas, seguramente más costosas.

Proyecciones del escenario climático de la provincia:

– La precipitación media anual sería mayor, del orden del 10 al 20% en el Sur; en el Norte aumentaría un 5%.

– El aumento de temperatura media anual sería algo menor a 1° C en todas las estaciones.

– Durante el verano, un aumento en las precipitaciones del 5 al 10% en todo el territorio provincial, siendo algo mayor en el Este que en el Oeste.

– El incremento de la temperatura en 1° C aumentaría la evapotranspiración, que sólo en el Este sería compensada por la mayor precipitación.

-En otoño e invierno, la precipitación se incrementaría en el orden del 10% en el Sur con nulo o escaso cambio en el Norte.

– En la primavera habría aumentos de precipitación en toda la provincia con excepción del Noroeste, siendo del 10% o más en el Sur.

– En el verano el aumento de la evapotranspiración sería compensado por la mayor lluvia en el Sur y Este, pero no en el noroeste de la provincia.

– El balance hídrico no tendría cambios significativos ni en el Este y ni en el Sur de la provincia. Sin embargo, se tornaría paulatinamente más negativo en el Noroeste.

– Con estas proyecciones, es probable que los incendios de campos y bosques se incrementen si no se toman medidas preventivas y de combate del fuego.”