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Dudas por el inesperado protagonismo de la UNSL en el futuro centro tecnológico de Quines

Técnicos del INTA Quines y del Consejo Asesor Local cuando recorrieron la región en busca de apoyo para reactivar el proyecto.
Por debajo del entusiasmo que vive la comunidad de Quines por la inminente construcción de un Centro Interinstitucional de Desarrollo Estratégico Regional (CIDER), que se levantará con una inversión estatal de dos millones de dólares, sobrevuela un malestar entre los inspiradores del proyecto porque no se explican cómo la gestión de la obra y la escritura terminó en manos de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL).
 

El futuro centro tecnológico de Quines, cuya piedra fundamental se colocará el próximo martes 24, estará orientado a incorporar al sector socio productivo a la economía de la región y trabajará en temáticas agroalimentarias, de sustitución de la matriz energética e investigación de los recursos hídricos de la zona.

Después de cinco años de gestiones, en julio de 2013 el Ministerio de Ciencia y Técnica dio luz verde a la iniciativa que aún no tenía definida su compleja estructura administrativa. Desde allí no hubo noticias sobre la suerte del proyecto, hasta el anuncio del actual rector de la UNSL, Félix Nieto Quintas, cuando a principios de 2015 prometió «darle vida» al proyecto, aunque no existen registros de que esas palabras se hayan transformado en acciones concretas. Por entonces, se dijo que el desinterés del Rectorado se basaba en que la obra de Quines terminaría «tocándoles» el presupuesto.

Antes de 2013, una entusiasta participación de la comunidad de Quines  ayudó a conseguir el terreno de cinco hectáreas donde se construirá este centro, donado por la familia Aguirre.


El terreno fue donado en principio a la Agencia de Extensión Rural Quines del INTA, donde nació la gestión  para este ambicioso proyecto. Hoy muchos recuerdan que en diciembre de 2010, el gerente del Consorcio de Riego Quines-Candelaria, Pedro Bidogia, junto al entonces jefe de la agencia del INTA, Héctor Andrada, y por intermedio de Pablo Holmberg, asesor  del establecimiento “La Blanca”, logran que se concrete la donación.
Un año después la iniciativa ya contaba con el decidido apoyo del Consejo Asesor Local del INTA Quines y del mismísimo director  de la Regional La Pampa-San Luis de la institución, Dominic Thorton.
Pero el sueño de los hacedores del proyecto, de contar con un inmueble propio, no se concretó. Por razones que este medio aún no pudo establecer, el terreno donde construirán el centro fue escriturado a nombre de la UNSL.
Claro que algunos antecedentes podrían dar pistas. Cuando el proyecto de presentó en sociedad en 2013 durante una cena en El Muro de Quines, de la que también participó El Semiárido, el entonces rector de la UNSL y hoy diputado nacional por la UCR, José Riccardo, transitó un papelón al creerse una suerte de homenajeado.
Por entonces, Riccardo estaba en plena campaña electoral como candidato a gobernador y en esa cena pronunció un discurso en el que se adueñó de la autoría completa del proyecto. No se le conoce trámite alguno que haya contribuido a apurar la idea.
Quien esto escribe recuerda la furia que desató en el intendente de Quines y el resto de los que empujaron la idea, que parecían invitados. Fue allí que el presidente de la Sociedad Rural del Norte, Héctor Díaz Flores, puso las cosas en su lugar.
La incorporación de la UNSL fue una condición que había puesto del ministro Lino Barañao, para cumplir con un requisito burocrático que impone que una institución con base en San Luis gestionara las obras.
Junto con la UNSL, intervienen en este proyecto el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).