No sólo impresionan los algarrobos, talas, cocos y quebrachos añosos de imponente porte. Una exuberante variedad de hierbas y arbustos como el llamativo manzano del campo, visten la reserva natural de Quebrada de las Higueritas, cuatro kilómetros al este de Luján, donde la diversidad y la excelente conservación de la flora nativa conforman un paisaje único, hoy convertido en un placentero paseo de dos horas y media.
Para el estudioso o simple admirador de la flora autóctona de San Luis, esta reserva de diez hectáreas a la que se llega por asfalto y ubicada un kilómetro aguas abajo del desbordante Dique Luján, tiene un circuito que se realiza con “dificultad baja”, llamado “Sendero de los abuelos” y “Mirador”. Un camino del ancho de un auto, pero que sólo se hace caminando, abre en distintos puntos las dos alternativas.
Una lleva por un estrecho camino a recorrer un cerrado bosque dominado en la altura por árboles de varios cientos de años que nunca fueron talados ni los alcanzó el fuego, como el viejo “algarrobo chileno” que se impone a poco de iniciado el recorrido. El segundo sendero enfila hacia una loma, previo cruzar el cristalino Río Las Higueritas, hasta llegar a un mirador para apreciar el amplio valle, la ciudad de Luján y la inmensidad de esa parte de las Sierras de San Luis.
En este trayecto predominan los arbustos y plantas herbáceas, como el eupatori, poleo, salvia serrana y la gris salvialora. La quebrada se achica en sentido ascendente y allí la vegetación se torna más cerrada y con ejemplares que no están más abajo, como el molle y las pintorescas palmeras caranday.
No todas las plantas están identificadas, pero para los que conocen de autóctonas se encontrarán en el sendero hacia el mirador la planta por la que esta reserva natural lleva su nombre: la higuerilla o higuerilla de zorro, un árbol que no supera el metro de altura y cuyas semillas se usan como fuertes purgantes.
Los pájaros son un espectáculo sonoro aparte. Sin embargo, las abundantes reinamoras, picahuesos y cardenales, por ejemplo, no pueden divisarse aún desde los “ecolodge”, tres elevaciones vidriadas y estratégicamente ubicadas que todavía no termina de construir el Ministerio del Medio Ambiente, la cartera responsable del valioso predio, al que mantiene bien señalizado y custodiado por dos amables y bien entrenados guardaparques.
En 2012, el gobernador Claudio Poggi declaró por decreto a la localidad de Luján “Capital provincial de las aves”. Es que allí habitan nada menos que 130 especies de aves, descriptas en la cartelería de ingreso a la reserva natural y al que se accede con sólo firmar un libro, poner el DNI y lugar de procedencia.