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Ensayos con cultivo de cobertura para usar como estrategia en la Cuenca El Morro

En ocasiones los sistemas de producción revisten una serie de problemas que constituyen un sistema complejo, es por ello que a la hora de elegir una alternativa de cultivo es necesario definir la problemática, conociéndola y jerarquizándola. Un grupo de profesionales de la EEA San Luis junto al Ministerio de Ambiente, Campo y Producción de la provincia, llevan a cabo estudios para evaluar los efectos del cultivo de cobertura sobre el consumo de agua y control de malezas en sistemas productivos de la cuenca.

El ensayo a cargo de los Ingenieros Claudio Saenz y Nicolás Rusoci tuvo su marco en el establecimiento “Las 500” ubicado en la cuenca media y su comparativo en la estación experimental de INTA San Luis, donde la napa freática se encuentra aproximadamente a un metro de la superficie, a diferencia del primero que se localiza cercana a los dos metros.

“En ambos casos se plantearon cultivos alternativos para contrarrestar el efecto negativo de las aguas sub superficiales” explicó Rusoci, quien además detalló que los cultivos seleccionados para este estudio fueron centeno y vicia “este tipo de cultivares no sólo nos permitió analizar la distribución del agua en el perfil del suelo sino también observar el efecto sobre las malezas, el cual fue sumamente notorio en los tratamientos con centeno en comparación con el de vicia y el testigo, donde se observa un amplia presencia de las mismas”. “El efecto del centeno se genera a través de la producción de sustancias bioquímicas que influyen sobre el crecimiento de otras especies, conocidas como sustancias alelopáticas, el fenómeno que da origen a esto es conocido como alelopatía pudiendo llevar a efectos benéficos o perjudícales. Este efecto es el que produjo el centeno sobre las malezas generando supresión de las mismas.”


A su vez el extensionista explico que “se pudo comparar el agua en perfil de suelo y cuantificar la diferencia de uno y otro por la cercanía a la napa. En Juan Jorba teníamos la napa a dos metros de profundidad mientras que en el ensayo en la experimental se encontraba a un metro, de esta manera era notoria tanto la diferencia de agua en el perfil como la presencia de sales en el mismo”.

La mayor producción de materia seca fue superior pero con menor impacto en el contenido del perfil y por el aporte de la napa se produjo mucho más, explicó el Ing. Claudio Saenz quien rescató que este tipo de prácticas resultan ser un aporte interesante a la mitigación en los excedentes hídricos de la zona”.

“Es importante para el balance de carbono de la zona mejorar los suelos y la infiltración deprimiendo las napas e incluso mejorando el balance salino y que no afecte el cultivo, en este sentido se habló de la siembra de maíz en un lote de soja antes de la cosecha”. El objetivo en este caso sería utilizar el agua como excedente en el sistema productivo o en un predio puntual y transformarlo en Biomasa. Esa biomasa generaría un balance positivo en el carbono pero se debe tener en cuenta el momento del secado para no afectar el cultivo siguiente” explicó Saenz.

Un ejemplo de esto lo puede constituir el agua que en sistemas de secanos del semiárido se debe tratar de conservar trabajando en el primer tramo del barbecho luego de la cosecha y hasta unos dos o tres meses después de la cosecha. Esto nos permite utilizar el agua que potencialmente se puede perder por no hacer nada.

En este sentido el Ing. Cristian Álvarez de INTA Anguil explica que “las pérdidas de agua constituyen entre 60 y 100 milímetros al desarrollar un cultivo, es decir, al utilizar un cultivo puedo obtener de diferencia con el testigo alrededor de 50 milímetros. El costo de la práctica puede ser en realidad 50 milímetros para producir alrededor de 4.000 o 3.000 kilos, o sea que la versatilidad que tiene la práctica es más que interesante”.

Los cultivo de cobertura se constituyen con alrededor de 23 objetivos diferentes por los cuales pueden ser utilizados; Álvarez hizo hincapié en actuar sobre el principal objetivo a trabajar: “un ejemplo de esto lo constituyen estos ensayos  en donde planificamos cuál es la principal variable a definir en el ambiente; en este caso poder retener el suelo, es decir, que no se vuele, que entre mejor el agua y a su vez que parte del agua que iba a formar el acuífero sea consumido por el cultivo de cobertura para transformarlo en carbono. De esta forma una intensión está contribuyendo a 5 objetivos diferentes generando biomasa para atenuar los procesos específicos de erosión hídrica-eólica, mejorando la infiltración del sistema, reduciendo la temperatura, evitando voladuras, reciclando nutrientes, generando espacios y entrampados de los agregados del suelo con lo cual son muchas las acciones que realizamos y desde la práctica son ocultas, ya que por lo general lo más visible es la cantidad de biomasa”.

En este sentido el impacto que la biomasa genere puede ser positivo o negativo sobre el sistema. “En términos positivo por los efectos de mejoras sobre la base de lo que ya tenía y en términos negativo los efectos restrictivos por mal manejo. Si tengo una zona restrictiva en agua y mi sistema de cobertura crece a lo largo del tiempo y no genera un espacio de barbecho con cobertura no me va a permitir recargar agua y obviamente no estoy evacuando la principal variable que es el agua.”

Foto: INTA San Luis