Un estudiante de la Universidad Nacional de Córdoba creó un modelo de boca de tormenta de bajo costo, uso sencillo y manipulación segura, que impide que los residuos arrastrados por las lluvias desemboquen en los espejos y cursos de agua. Para ello trabajó sobre la situación del lago San Roque, en la ciudad de Villa Carlos Paz, en la provincia de Córdoba. El mecanismo es capaz de retener desde una tapa de gaseosa hasta objetos de más de un metro de longitud.
El ingreso de basura a ríos y lagos a través de los desagües pluviales es un problema de relevancia en muchas ciudades argentinas, por los perjuicios económicos y sanitarios que genera. Frente a ello, un estudiante de Diseño Industrial de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) ideó un práctico sistema de bocas de tormenta que recolecta los desechos arrastrados por la lluvia, sin obstaculizar el desagote del agua de las precipitaciones.
El novedoso dispositivo fue creado por Marcos Tántera en el marco de su tesis de grado en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño, y surgió a partir de un estudio de la situación que vive la ciudad serrana de Villa Carlos Paz, en el interior de la provincia de Córdoba. El trabajo fue coordinado por el docente Daniel Capeletti.
El sistema de recolección -cuyo peso total no supera los 70 kilos- consiste en una boca de tormenta que en su interior posee un canasto basculante realizado en malla soldada. Este “colador” es capaz de atrapar desde una tapa de gaseosa hasta objetos de más de un metro de longitud. Para limpiarlo, el canasto se eleva en forma automática y puede ser manipulado fácilmente.
El sistema diseñado por el alumno de la UNC representa un avance importante, dado que sólo un modelo de boca de tormenta de producción nacional retiene desechos. Además, el nuevo producto tiene distintas ventajas respecto de los existentes en el mercado: retiene el 100% de los desperdicios, tiene una accesibilidad confortable para los operarios, se limpia fácilmente y en cuestión de minutos, evita inundaciones y, en caso de exceso de basura, no se tapa sino que rebalsa y deja pasar el excedente.
Una necesidad de muchas ciudades
La basura existente en el lago San Roque se acumula tanto en las costas como en el fondo, contaminándolo y generando múltiples problemas. La suciedad -que llega de diversas maneras al lago: arrojada por personas, arrastrada por el viento o la lluvia, o a través de los afluentes- afecta la actividad turística de la ciudad de Carlos Paz, una de las plazas más importantes del país. Además, genera situaciones de riesgo para la salud pública debido a la presencia de focos de infección.
Si bien existen instrumentos para extraer los desechos de estos reservorios de agua, la forma más eficaz de reducir la cantidad de basura es retenerla antes de que llegue hasta ellos.
A partir de esa necesidad de trabajar en la “contención” de los residuos, Tántera realizó un análisis exhaustivo de los lugares de desagote al dique en una porción de la ciudad de Carlos Paz que abarca 16 manzanas densamente pobladas, dentro de las cuales están contenidas cinco cuadras de una avenida principal, un barrio cercano y otro más alejado del San Roque. También analizó las ocho bocas de tormenta existentes en esa zona y los canales que llevan toda la suciedad directamente al lago a través de las pendientes.
“Las fotos tomadas en todas las bocas de tormenta y sus desagües demuestran que gran cantidad de la basura que vemos proviene de estos colectores”, explicó el tesista a Argentina Investiga. Para dimensionar la envergadura de este proceso, el joven estima que, en una tormenta promedio, el dique San Roque puede recibir hasta 10 mil botellas y 90 mil envoltorios.
El sistema de bocas de tormenta con que cuenta actualmente Villa Carlos Paz -similar al de muchas otras ciudades en el país, incluida la capital provincial- presenta muchas limitaciones: su diseño propicia que se tapen con facilidad, que quede bloqueado el paso del agua, o que sean difíciles de limpiar. Dentro de las bocas, la acumulación de desperdicios propicia la generación de focos infecciosos y el agua estancada se convierte en un ambiente propicio para la proliferación de, por ejemplo, mosquitos transmisores de enfermedades como el dengue. Todo eso profundiza las inundaciones de calles, con los consecuentes problemas para la circulación de vehículos, anegamientos de comercios y casas, situaciones peligrosas vinculadas a la electricidad y el alumbrado público, así como situaciones de riesgo para los operarios que trabajan en las bocas de tormenta.
En ese marco, el novedoso diseño propone un sistema de recolección mecánico capaz de retener la basura e interrumpir su camino hacia el lago, pero permitiendo el filtrado del agua, sin generar inundaciones.
Esta solución, según su creador, evitará en un gran porcentaje la contaminación de los lagos y ríos, mediante un mecanismo fácil de manipular y seguro para los trabajadores. “Luego de cada tormenta, los operarios podrán vaciarlo fácilmente y en pocos minutos, sin inconvenientes, y dejarlo funcional sin que se involucre su seguridad y salud personal”, indica.