El contador Gonzalo Amondaraín entregará en cinco semanas el cargo de ministro del Campo dejando una decepcionante imagen como novel político y una gestión pública de diez meses marcada por un evidente desinterés por los asuntos agropecuarios y un entrenado equipo de técnicos y funcionarios heredados, abandonados a la deriva.
Intolerante a la crítica periodística, pero tolerante a la humillación política, el gobernador Claudio Poggi es el claro autor de la derrota de Amondaraín como candidato a intendente de Buena Esperanza. Lo sacó de la Fundación Emprender y lo hizo ministro con ese fin. Le ganó a Carlos Espejo y Alicia Arrieta en las PASO, donde Compromiso Federal se alzó con el 82,60% de los votos, dejando al candidato de Cambiemos, Fernando Larroudé, con solo el 17,27%. Pero el domingo la sorpresa fue brutal: Larroudé ganó con el 55,31% y Amondaraín sacó el 44,69.
Una estirada licencia para dedicar tiempo completo a su candidatura a intendente de Buena Esperanza mantuvo al ministro alejado de sus obligaciones oficiales. La cartera agropecuaria hoy parece funcionar a fuerza del autoestímulo del equipo que dejó Felipe Tomasevich, quien sorpresivamente renunció hace diez meses, pero quien desde hace rato suena para el gabinete de Alberto Rodríguez Saá.
El Ministerio del Campo carece de su vocero político que defienda ante el gobernador los generalizados recortes de gastos, que hasta llegaron a poner en peligro el abastecimiento de medicamentos previsto en el plan apícola provincial, por ejemplo, que lo coloca en una posición de irresponsabilidad. Nunca atendió el clamor de los técnicos de la chacra experimental Sol Puntano para dotar de seguridad al predio que sufrió este año tres osados robos: carnearon en los mismos corrales costosos reproductores caprinos y porcinos.
Esto contrastó con el respaldo por el que sí peleó y logró respuesta directa de Poggi. Por ejemplo, le dieron presupuesto para arreglar un tramo de las abandonadas banquinas de la Autopista 55 próximo a Buena Esperanza, cuando ni siquiera el insistente pedido del intendente o legislador más influyente de la provincia fue escuchado en cuatro años para acceder a reparaciones dignas de importantes rutas de tierra.
Por su profesión de contador, Amondaraín prefirió no meter mano en los planes en marcha cuando asumió y mantuvo a casi toda la plantilla de funcionarios y técnicos. A poco de asumir se encontró con que no existe ninguna estadística que diga cuánto y qué se produce en la provincia. Una vieja muralla que le impedía tomar decisiones, según comentó a El Semiárido al comienzo de su gestión.
Sin embargo, se le reconoce al derrotado candidato su acertado intento de mover la aguja. Convocó a la relajada conducción de la Dirección provincial de Estadística y Censos para que diseñe un esquema para obtener datos serios que permitan elaborar finalmente las tan necesarias estadísticas productivas de San Luis. La iniciativa quedó sólo en una foto.
Por ejemplo, para esta campaña se espera una importante caída en la superficie destinada al maíz por falta de rentabilidad. Pero no hay estimaciones de ningún tipo que ayude a dar previsibilidad a las dos grandes consumidoras de este grano en la provincia, como Glucovil y Diaser.
Cuando Poggi quiere “chapear” con algún dato recurre a informes de consultoras privadas, que sin embargo quedan en el aire y sólo sirven para un buen título del día en la Agencia de Noticias, ya que es imposible contrastarlos con otras mediciones.
Se perdió la oportunidad de potenciar la ganadería puntana, al no promover un plan de retención de vientres cuando desde principio de año se veía venir el buen momento para la producción de carne bovina, algo que en la provincia hay probada experiencia.
Respaldado por Poggi, nunca recibió a la Sociedad Rural Río Quinto que propuso abrir la agenda pública a viejas y nuevas preocupaciones, cuando si recibió y asistió a las exposiciones de gremios colegas más complacientes.
El vacío que dejaba Amondaraín fue ocupado por el ministro de Industria, Federico Tromboto, un funcionario personalista, expansivo y rápido de reflejos que supo generar hechos políticos de alto valor para el gobierno, como el haber sentado a una misma mesa y por primera vez lograr consenso entre productores y los jugadores más importantes de la agroindustria local para crear el Instituto de Valor Agregado Agroindustrial (IVAA), un ente púbico no estatal que también chocó con la falta de estadísticas.
Impresentables las gestiones del «ministerio del Escabeche! Con su anterior ministro Tomasevich y este Radical genuflexo, converso e incalificable por inútil !