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Por qué son tan necesarias las sales proteicas en los campos de cría de San Luis

Pasar el invierno en los campos de cría con pasturas naturales no es fácil en San Luis. Pero el invierno pasado fue uno de los más duros de los últimos años en cuestión de sequía, al punto que obligó a muchos a achicar sus rodeos por falta de pasto.

Sin embargo, numerosos campos mostraron vacas en mejor estado, predispuestas a una parición excelente y a una buena lactancia y, sobre todo, a generar una nueva preñez. Y este fue el resultado del uso de sales proteicas, el producto que más creció en ventas en este invierno, según reveló a El Semiárido Horacio de la Mota, fabricante y proveedor de este suplemento en numerosos campos ganaderos ubicados en diferentes puntos la provincia.

“Cuál fue el secreto nuestro, encontrar un producto cuyo costo beneficio cierre”, describió el médico veterinario con un amplio conocimiento geográfico de la provincia y creador de la Sal Proteica Monte, que comercializa a través de M&P Nutrición Animal.

“Este producto permite alcanzar el equilibrio del mutualismo en el rumen para lograr que la vaca coma más y con ello,  el equilibrio costo-beneficio”, indicó de la Mota, quien es uno de los asesores externos de M&P Nutrición Animal, una empresa que nació en 2008 y produce en la ciudad de Villa Mercedes, desde donde llevan adelante toda la actividad relacionada básicamente con bovinos.

El médico veterinario Horacio de la Mota explicó a El Semiárido la importancia de usar sales proteicas en los campos de cría de San Luis.

El profesional destacó que en el sur de San Luis tienen incorporadas a las sales proteicas como un hábito común en esa zona, pero señaló que en el centro oeste y norte de la provincia todavía no tanto.

“Lo primero que hay que entender es que trabajamos con rumiantes, con un fenómeno llamado mutualismo o simbiosis, en el cual el animal consume algo y trata de beneficiar a la flora bacteriana del rumen para beneficiarse de nuevo él”, sintetizó.

Para explicar su importancia en los campos de monte de San Luis, recordó que en San Luis hay 3,5 millones de hectáreas cuyo sistema pastoril es natural: “Si cruzás una línea desde Quines hasta Unión, que es casi la mitad de la provincia, al oeste son campos de pasturas naturales y donde no hay otra forma de hacer ganadería”.

Aquí se da un fenómeno, indicó. Todo productor sabe que tiene una carga ganadera en su campo y  que tiene que alimentar todo el año, por lo que aplica un manejo en el cual contempla una reserva forrajera. Todas estas pasturas de esta franja son estivales. En el sur de San Luis hay algo de pasturas de invierno, pero como son tan palatables y fueron mal manejadas que están casi desaparecidas. “Una lástima”, consideró.

Esa reserva forrajera diferida, se constituye de una planta que creció, envejeció, largó su flor y murió, por lo que será una plata que tendrá una calidad muy diferente con la que tenía durante primavera-verano, agregó.

Destete en pleno invierno en campos sin pasto.

“A partir de mayo nos enfrentamos en toda la zona a una oferta forrajera que es vieja. Todas las pasturas diferidas tienen una digestibilidad que no supera el 50% y tienen un nivel de proteína del 3 al 7%, con una energía metabólica inferior a los 100 gramos por kilo de materia seca. Ni siquiera da para mantener una vaca de cría, que necesita como mínimo 8-10% de proteína. La energía metabólica le termina dando nada y es por eso que se viene tan abajo la vaca”, describió de la Mota.

Para el profesional, eso genera un impacto tremendo, en especial lo que será su ternero, porque la nutrición de la vaca en el último tercio de gestación, como en los primeros seis meses de vida es crucial para marcar los potenciales productivos de su cría.

Cuál es el fenómeno: “Si dijimos que hay un mutualismo, en el cual la vaca come y las bacterias se favorecen y a la vez favorezco al animal, pero este alimento es viejo y tiene mucha fibra, que no es más que pared celular”.

Explicó que la pared celular está conformada por la celulosa, la hemilceluosa y la lignina. De las dos primeras se saca hidratos de carbono, energía. De la lignina muy poco porque tiene un sistema muy agresivo que no deja obtenerla.

“Pero entonces, si tenemos una gran reserva forrajera cuya principal característica es su baja digestibilidad por la presencia de  pared celular y queremos obtener un beneficio mayor de de esta reserva , necesitamos tener una cantidad de bacterias, que son del grupo de las celulolíticas, es decir, necesitamos tener obreros. Porque sino con una pastura que tiene 35 a 50 % de digestibilidad y no tengo obreros, entonces tengo un tiempo de retención dentro del rumen tan largo que el animal se siente lleno y no porque esté saciado nutricionalmente, sino por una cuestión de volumen”, añadió.

La falta de pasto fue atenuada con sales proteicas en los campos de San Luis durante el invierno que pasó.

Por ello, destacó, que si se aumenta la cantidad de bacterias habrá más “obreros” que podrán trabajar todo ese “palerío” y generar una mayor velocidad de pasaje y por ello el animal comerá más y al hacerlo podrá obtener un poco más de nutrientes de “esa nada misma” que tiene el campo.

Cómo lograrlo

Para lograr eso, de la Mota dijo que se necesita dar un suplemento que tenga básicamente nitrógeno, porque es la fuente que necesita el rumen en este caso puntual cuando hay pasturas secas, para desarrollar una flora celulolítica.

Cuando se hace aporte de nitrógeno se genera un clima ruminal óptimo, con un desarrollo mayor de bacterias y todo funciona mucho mejor. Estas bacterias rompen la pared celular, sacan los hidratos de carbono, liberan ácidos grasos volátiles, los que van al hígado y se transforman en energía, según explicó.

Al tener una buena flora celuloítica, añadió, también es importante el PH del rumen y por eso aseguró que no es bueno agregare grano: “Es un error. Un caso reciente mostró a un productor que dio a las vacas rollos de rastrojo de maíz y le agregó dos kilos de maíz por día. Eso está totalmente contraindicado, porque los granos bajan el PH del rumen y destruye la flora celulolítica, necesaria para comer lo poco que hay”.

Durante el invierno sin pasto, en un campo de Fraga alimentaron las vacas con sales proteicas.

Un secreto

El secreto de Sal Proteica Monte es que se convirtió en producto cuyo costo beneficio cierra. Aporta minerales, sobre todo fósforo y calcio porque normalmente engancha a la vaca en el último tercio o a mitad de gestación, que es cuando se desarrolla el ternero,

“Logramos un costo beneficio muy interesante. El consumo que tenemos medido en muchos campos va de 120 gramos a 150 gramos por día y es un producto que, para tener una vaca 200 días, que pase la prueba de fuego del invierno, equivalen a tres atados de cigarrillos por vaca en ese lapso. El productor gasta con este producto uno $2,50 por día por vaca”, según comparó.

Para el profesional, este producto permite alcanzar el equilibrio del mutualismo en el rumen para lograr que la vaca coma más, más el equilibrio costo-beneficio y en tercer lugar el bosteo, que cambia, deja de ser duro como argollas y empieza a ser más blando y si tiene esta consistencia quiere decir que hay más velocidad de pasaje del forraje.

Por ello, destacó que la vaca está en mejor estado y eso la predispone a una parición excelente, a una buena lactancia y sobre todo a generar una nueva preñez.

Prueba

Usando esta misma teoría, hicieron pruebas y vieron cómo se puede recriar terneros en los campos de monte, con un costo beneficio muy barato. Se vieron ganancias de peso de 350 gramos diarios en campos de monte, pleno invierno, cuando el aumento histórico no supera los 80 gramos diarios, anticipó.