El investigador del INTA San Luis Claudio Saenz destacó el valor estratégico del Plan Maestro del Agua impulsado por el gobierno provincial y aseguró que permitirá definir políticas de Estado a largo plazo para un uso eficiente y sostenible del recurso.
El investigador del INTA San Luis, Claudio Saenz, valoró como “muy importante” la decisión del gobierno provincial de avanzar en la elaboración del Plan Maestro del Agua, iniciativa en la que participa como invitado especial y que, según destacó, permitirá trazar políticas de Estado con objetivos precisos y de largo plazo.
“Más aún, con el regreso de San Luis al Consejo Federal de Inversiones, se acelerará la incorporación de tecnología e inversiones para mejorar los sistemas productivos”, subrayó Saenz consultado por Todo Un País, quien resaltó que desde el INTA agradecen la convocatoria, ya que les brinda la posibilidad de aportar su conocimiento técnico y experiencia institucional en una temática clave.
En su análisis, el especialista recordó que, en un contexto global de creciente demanda sobre recursos finitos como el agua y la energía, también crecen las disputas y los conflictos de intereses. “Por eso es importante regular su uso con una mirada integral que permita fomentar el desarrollo, evitando medidas que desalienten la inversión”, sostuvo.
Sanz afirmó que la gestión participativa de los recursos hídricos “cumple un rol transformador” porque impulsa la productividad, mejora la eficiencia de los sistemas y genera impactos positivos en los planos social, económico y ambiental. En ese marco, remarcó que la ampliación y modernización de los sistemas de riego requiere integrar el manejo de agua y energía, promoviendo tecnologías como los sistemas on-grid (sistema fotovoltaico conectado a la red eléctrica pública) para favorecer las inversiones en energías alternativas.
Recordó que, a nivel mundial, el 70% del agua dulce se destina a la agricultura, el 20% a la industria y el 10% a los centros urbanos, configurando una competencia directa entre los diferentes usos. En agricultura bajo riego, señaló, la brecha entre la superficie actual y la potencial es pequeña, pero Argentina es uno de los pocos países con margen para expandirla: hoy riega unos 2,1 millones de hectáreas y podría alcanzar los 6 millones, lo que anticipa un crecimiento importante en el mediano plazo con la incorporación de nuevas tecnologías.

El potencial de San Luis
En cuanto a San Luis, el investigador estimó que la provincia podría incrementar en un 40% su superficie bajo riego gracias a sus ventajas comparativas y al conocimiento de sus áreas prioritarias. Entre ellas mencionó las cuencas del Valle del Conlara y la Llanura Norte, cuyas capacidades de recarga y superficies máximas ya han sido evaluadas.
Respecto al manejo del agua superficial, destacó que San Luis tiene capacidad para regular el 77% del volumen de escurrimiento a través de embalses, lo que permite programar el uso del recurso durante todo el año. Además, algunos de estos embalses están en cotas elevadas y en zonas con muy buenas condiciones edafoclimáticas, lo que facilita el desarrollo de sistemas de riego presurizados por gravedad para cultivos de alto valor y bajo consumo energético, como en los corredores Quines-Candelaria, Luján, San Francisco y Nogolí.
Saenz advirtió que la gestión integral del agua debe planificarse a largo plazo y contemplar la demanda en cantidad y calidad para cada uso. Puso como ejemplo que los requerimientos para consumo humano son distintos de los que necesita la agricultura o la ganadería.
En San Luis, donde hay más de 700 mil hectáreas agrícolas en secano y unas 60 mil con riego complementario, es clave manejar correctamente el agua de lluvia y el uso del suelo para sostener la producción. Recordó casos como el de la cuenca de La Petra, que abastece a los diques La Florida y Paso de las Carretas, donde el mal uso del suelo genera erosión, arrastra sedimentos y reduce la vida útil de los embalses. Situaciones similares, alertó, pueden derivarse del sobrepastoreo en zonas serranas.
En el este provincial, en la cuenca de El Morro, los excedentes hídricos de los sistemas actuales provocan impactos negativos. Allí, la estrategia de mitigación es el biodrenaje, que consiste en aumentar el consumo de agua mediante cultivos como la alfalfa, promovida a través de Alfazal. También recomendó recuperar el curso natural de los arroyos para mejorar el drenaje hacia el río Quinto, lo que requiere obras de infraestructura.



Desafíos y oportunidades
Otro punto crítico es la calidad del agua para bebida animal, que varía notablemente en la provincia y afecta la productividad ganadera. Si bien existen acueductos de gran cobertura, hay zonas donde el recurso no es óptimo, reduciendo la producción de carne y afectando los márgenes de la actividad. Por eso, propuso nuevas obras de captación y acueductos más pequeños, pero estratégicos, con impacto económico directo en las regiones beneficiadas.
Saenz también mencionó la situación en el centro provincial, donde se concentra el 65% de la población y buena parte de la agroindustria, abastecida por la cuenca del río Quinto. Allí, el desafío es conservar la calidad del agua frente a las demandas urbanas e industriales. Los efluentes y residuos agroindustriales, que hoy representan un costo de tratamiento, contienen nutrientes que podrían reincorporarse a los sistemas productivos, reduciendo la pérdida de fertilidad de los suelos.
Para avanzar en ese sentido, señaló, es necesario revisar la normativa vigente y adaptarla a la realidad local, desarrollando sistemas de alerta temprana y promoviendo investigaciones que permitan aprovechar efluentes y residuos no peligrosos para producción forestal o de pasturas, generación de bioenergía o producción de carne. “Ya existen ejemplos exitosos en San Luis, pero escalar este cambio implica un desafío legal y productivo con alto impacto social, económico y ambiental”, concluyó el especialista.











