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Lluvias furiosas y suelos devastados: la tormenta que volvió a exponer una crisis anunciada

Las intensas lluvias registradas el viernes por la tarde desataron una situación crítica en la Autopista de las Serranías Puntanas, especialmente en la zona del peaje La Cumbre, donde en apenas unas horas se acumularon más de 60 milímetros. El fenómeno meteorológico, que golpeó con la fuerza de un episodio súbito y violento, dejó tras de sí anegamientos dramáticos y renovó las alarmas por el deterioro del manejo de los suelos en la región.

El desborde de agua sobre la traza vial no fue un accidente aislado, sino la consecuencia directa, según señalaron profesionales consultados por El Semiárido, del escurrimiento proveniente de campos aledaños, caracterizados por fuertes pendientes y la ausencia total de curvas de nivel. La falta de estas estructuras básicas de conservación, exigidas por la Ley Provincial de Suelos, convirtió a las laderas en verdaderos ríos improvisados que descargaron su fuerza sobre la autopista.

Ingenieros agrónomos y especialistas en manejo territorial coincidieron en un diagnóstico contundente: el desastre era previsible. Tanto la acumulación de agua en La Cumbre como los daños registrados en zonas rurales son, aseguran, la expresión más visible de años de incumplimiento y falta de control estatal.


En Paso de las Carretas, el panorama resultó igual de desolador. Allí, las mismas lluvias torrenciales y la ausencia de trabajos conservacionistas generaron la apertura de enormes cárcavas que desgarraron parcelas de alto valor productivo. Los surcos, profundos y extendidos, representan una pérdida que los expertos consideran “difícilmente recuperable”, ya que cada tormenta profundiza heridas en los suelos que tardan décadas en restituirse, si es que alguna vez lo hacen.

Pero junto con el agua también llegó la indignación. Voces de productores responsables, técnicos y organizaciones rurales apuntaron de manera directa a la Secretaria de Ambiente provincial por no garantizar el cumplimiento de la legislación vigente. Las críticas se centraron en la falta de fiscalización en las frágiles cuencas de La Petra y La Cumbre, donde año tras año se pierden superficies cultivables debido, afirman, a la desidia y la resistencia de algunos productores a adoptar prácticas mínimas de conservación, como terrazas, curvas de nivel o manejo adecuado de escorrentías.

Las lluvias del viernes no solo inundaron caminos, dejaron expuesto un problema estructural que se agrava con cada temporada. Mientras las precipitaciones extremas se vuelven más frecuentes, la provincia enfrenta un desafío urgente y profundo, como recuperar la disciplina del manejo responsable de los suelos antes de que las próximas tormentas arrasen lo que aún queda en pie.