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La Alegría, el tambo caprino que transforma sueños en quesos premiados y desarrollo local

Con productos premiados y distribución nacional, el proyecto no solo genera empleo local, sino que también inspira con un modelo productivo ético y en armonía con la naturaleza.

En el paraje El Descanso, entre Concarán y Villa Larca, al norte de San Luis, florece un proyecto que nació casi por casualidad pero que hoy es un ejemplo de innovación, sustentabilidad y arraigo rural. Se trata de “La Alegría”, un tambo caprino y emprendimiento gastronómico fundado por Rodolfo Kelisek, un hombre que cambió la metalurgia y los laboratorios farmacéuticos por la tranquilidad del campo y la producción de quesos artesanales de excelencia.

“Mi metié nunca fue este”, admite Kelisek con sinceridad cuando recibió a Todo Un País en el impecable establecimiento. “Siempre me dediqué a la metalurgia. En Buenos Aires armaba equipos de proceso para la industria farmacéutica y laboratorios que exportábamos a Centroamérica. Era una vida muy agitada”. En busca de desestresarse, la vida lo llevó a un pequeño campo en Marcos Paz, que un tío de su esposa le ayudó a adquirir. Allí, casi sin proponérselo, encontró en las cabras un nuevo rumbo.


“Fue algo muy raro en Buenos Aires. Me contacté con un agente de cabañas en Suipacha que me advirtió que criar cabras era muy complicado. Eso me atrajo más. Si era difícil, entonces no iba a ser solo un hobby. Ahí empezó todo”, relató. Comenzó criando cabras, aprendiendo de la mano de un joven veterinario, Ignacio, y formándose en lo que hoy es su pasión.

La conexión con San Luis se dio años después, gracias a su contador, propietario de la hostería de Renca, quien lo convenció de visitar la provincia. “Nos maravilló el lugar. Así empezamos a venir de a poco”, contó. En un primer momento, incluso trasladó parte de su oficio metalúrgico a San Luis: llevó jóvenes de escuelas secundarias a Buenos Aires para formarlos como soldadores y luego regresarlos ya capacitados.

La pandemia aceleró el proceso de radicación definitiva. “Como montaba laboratorios, tenía permisos especiales para moverme, y aproveché para instalar todo. Con esfuerzo y mucho corazón montamos lo que es hoy ‘La Alegría’. Acá encontramos la paz que no teníamos en Buenos Aires”.

El complejo incluye una planta de producción caprina altamente automatizada, con ordeñe mecánico y pasteurizadores en línea, y un restaurante de cocina italiana y checa, fiel reflejo de las raíces familiares. Pero hay una regla clara: no se sirve carne de cabra. “Mis empleados están preparados para dar vida, no para matar. Acá los chicos ven las cabras vivas y no tendría sentido que después se las sirvamos en un plato”, explica con convicción.

Actualmente, el tambo cuenta con alrededor de 200 cabras en ordeñe permanente. Aunque llegaron a tener más de 300, decidieron reducir el número y enfocarse en la calidad genética del rodeo. “Estamos logrando un promedio muy bueno de leche. Tanto que este año no logramos curar los quesos porque se vendieron antes. Todo lo que producimos se vende”.

La producción alcanza mercados exigentes como Río Negro, La Pampa, Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires. En los últimos dos años consecutivos, sus quesos sardo y cuartirolo obtuvieron segundo y tercer puesto en concursos nacionales especializados, y ahora se preparan para competir con una nueva línea de sbrinz, un queso muy duro que se emplea a menudo en lugar del parmesano en la cocina.

Las variedades que elaboran también incluyen el queso natural, saborizado, gouda, gouda ahumado, natural ahumado, provoleta, port salut y sardo. Además, venden leche, ricota y dulce de leche.

En cuanto a la producción lechera, Kelisek detalló que una cabra Saanen, la raza predominante, puede alcanzar rendimientos de entre 1,8 litros en la primera lactancia hasta 3,5 litros diarios en la tercera, con dos ordeñes diarios. Todo el sistema está automatizado para garantizar eficiencia y calidad.

La genética, advirtió, es clave: “Renovamos los machos anualmente, todos con pedigrí, provenientes de una cabaña en 9 de Julio. Estamos comprometidos con lograr la mejor leche posible”.

También se cuida el bienestar animal. Tras una mala experiencia inicial con hormonización para aumentar nacimientos múltiples, que resultó en malformaciones y abortos, optaron por una cría natural. “El año pasado tuvimos un 60% de nacimientos de machos y 40% de hembras, todos sanos. Los machos se destetan a los 7 días y a los 15 se venden vivos. No faenamos. Así mantenemos nuestro equilibrio ético”.

El equipo de “La Alegría” está compuesto por seis personas, todos vecinos del lugar. “No me puedo quejar. La gente que tengo es maravillosa, empuja, ayuda. Vamos por más”, afirmó con entusiasmo. Bien entrenada y de agradable conversación, Elizabeth hizo de guía para que este medio conociera cada rincón del establecimiento modelo.

Rodolfo Kelisek no solo creó un negocio exitoso: fundó un modelo de producción responsable, con arraigo territorial, empleo local, respeto por los animales y pasión por el buen hacer. Desde un rincón serrano de San Luis, demuestra que el cambio de vida es posible y que el campo argentino sigue siendo tierra fértil para los sueños.