El canto ceremonial de los pueblos originarios Huarpe y Mapuche, El alto valor que tiene para los pueblos las plantas y los animales y el apoyo fuerte de la Universidad Nacional de San Luis a través de su rector y catedráticos, que se plasmó en la ratificación de crear una carrera cuyo contenido sea provisto por la comunidad Huarpe, fueron los puntos salientes del noveno y último diálogo de saberes “PukuyMutekeke”.
El ciclo que mantuvo en escena al Pueblo Nación Huarpe Pynkanta junto a sus pares de la Alianza de Guardianes Indígenas de América del Sur y México e instituciones de gobierno de España y Argentina, cerró el viernes 21 de mayo.
La novena y última edición del diálogo contó con las ceremonias de “Taktek”, animales protectores indígenas; “Taytey”, vida indígena; “Nenun-Tuyun”, monte, comida – medicina; “Soychu”, protector del camino y cosmovisión indígena.
A estas se agregó el canto “sorpresa” que ofreció Beatriz Pichi Malen, de la comunidad Mapuche de Los Toldos, al comienzo del encuentro, cuya artística ella la denominó “canto sagrado al viento”.
Además de Beatriz, como invitados especiales participaron Víctor Moriñigo, Rector de la Universidad Nacional de San Luis; Andrea Fernández, licenciada en artes plásticas de la provincia de Salta; Marcelo Vitarelli, pedagogo, docente, investigador, extensionista de la Universidad de San Luis y director del programa de Pueblos Indigenas de la UNSL; y Antonio Mangione, biólogo, docente e investigador de la Universidad de San Luis.
Los “Diálogos de Saberes Indígenas” se centran en el trabajo artístico realizado por María Gray, de España, sobre una investigación que realizó en el territorio Huarpe y plasmó en doce lienzos que desde el 13 de febrero se exhibieron en el Museo Siglo XXI de Madrid.
Desde esa fecha se realizaron nueve encuentros, los días viernes. Cada conversatorio colocó en el centro una palabra Huarpe, que interpeló a la cosmovisión indígena y que nombra el enigma que encierra cada uno de los lienzos. En este último encuentro se reunieron cuatro palabras, dado que hubo una pausa por una indisposición de salud de la autora.
La reunión del viernes tuvo un alto contenido emocional por parte de sus protagonistas, desde el Omta Samay Pachay, Roque Miguel Gil, máxima autoridad territorial del Pueblo Huarpe Pynkanta; pasando por la autora de los doce lienzos, María Gray e incluyendo al docente de la Universidad de San Luis Marcelo Vitarelli. Todos coincidieron en el punto de encuentro que existe entre los pueblos originarios y la academia.
A lo largo del diálogo de saberes del viernes se pudieron escuchar las voces del Omta Samay Pachay; de la autora de los doce lienzos, María Gray; Margarita, del pueblo Guaraní; Víctor Moriñigo, Marcelo Vittarelli, Andrea Fernández y Antonio Mangione.
Palabras del Omta Samay Pachay
“El lienzo del colibrí, del llanto del Omta, es la expresión, la alegría del encuentro y el reencuentro con tres energías: una, es el indígena; otra, el Gran Espíritu; y una tercera que puede ser otro indígena, un animal o una planta.
El encuentro y el reencuentro con esta magia, pero con esta realidad en la que vive cada indígena y no indígena: cuando reciben su nombre, cuando reciben el anuncio de que van a ser padres, cuando van pasando de etapas de la vida, como lo hemos repasado en estos nueve encuentros, en estos doce lienzos.
Se refleja, principalmente, en lo que nos deja nuestro animal sagrado, el korkol, y también la planta sagrada del pachango, además del soychu, durante todo un ciclo, y como lo hacen los animales en su ciclo, nosotros lo hacemos en el nuestro, junto a una planta y un animal protector. Con los que llegamos, partimos y volvemos.
Es observarse a uno mismo, para después observar al otro, por eso se produce el encuentro y el reencuentro. Amarse a uno mismo, kemek, para poder lograr amar al otro.
Con esta hermosa enseñanza que nos dejan nuestros ancestros, nuestros animales, nuestras plantas y la emoción que sólo puede darse cuando se produce ese éxtasis o esa elevación o ese irse a otra dimensión y poder expresarse a través de las entrañas, del adentro, de las tripas. Esa fuerza y esa energía que te hace salir adelante y ponerte alegre con ese encuentro y ese reencuentro, que siempre es un trabajo lograr.
Un agradecimiento total a los puentes que hemos tendido con la comunidad científica, con el museo, con los hermanos no indígenas, que les podemos dar nuestro corazón, nuestros nombres, nuestras plantas, nuestros animales; y tanto, que este pachango que tengo es el que dio esa energía superior o ese éxtasis para que baje una estrella y poner como nuestra hermana Huarpe Pynkanta a Takoy (María Gray, la autora de los lienzos) y que se puede unir a nuestras ceremonias, a nuestras lunas, sol, cerros, tierras, junquillos, jarilla”.
Palabras de María Gray
“Hoy es un día muy especial porque se cierra el círculo de los diálogos indígenas de los doce lienzos y se cierra con estas ceremonias, que es un homenaje al animal sagrado, el korkol, protección de la vida del pueblo Huarpe. Significa vida, existencia, subsistencia, supervivencia, energía.
La expresión de la vida en el amor, la unión del indio, el animal, el monte. El pachango, es un lienzo importante porque cuando estábamos en el territorio fue el pachango el que condujo a la inspiración de darme el nombre de Takoy, “La Estrella que guía”. Por ello me siento muy honrada.
Por lo tanto, el lienzo del pachango, es expresión de la energía del infinito, del fluir de las raíces ancestrales, floreciendo en territorio. Significa medicina del monte, alimento para la alegría, el movimiento para un encuentro por siempre.
También tenemos el lienzo Soychu, que reúne todo el camino cosmovisionario, que hila los caminos espirituales y reales que cada uno posee y vivencia. El Soychu significa poncho protector.
Estos cuatro lienzos han sido creados después de asistir a cada una de las ceremonias en ese proceso de interacción en el territorio en el que se unen la vivencia y el proceso de investigación en el que me encontraba inmersa en ese momento.
Quiero expresar mi agradecimiento al pueblo Huarpe que me abrió sus puertas y su corazón. Me alumbraron con toda la información y el camino que están recorriendo desde hace diez años. Para nosotros es un espejo, porque también recorremos ese camino, en un mundo donde hemos dejado de entender las cosas y, para entenderlas, debemos volver a la esencia que somos”.






















