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Contaminación en feedlots: del corral a las napas

Por medio de ondas electromagnéticas, investigadores de la FAUBA detectaron alta cantidad de sales en suelos y aguas bajo establecimientos ganaderos de la provincia de Buenos Aires. Los nitratos en el agua superaron hasta en 328% el nivel de referencia. ¿Qué alcances tiene el problema?

Por Pablo A. Roset

(SLT-FAUBA) Los sistemas de engorde intensivo del ganado, o feedlots, generan enormes cantidades de estiércol que se acumulan en los corrales. La descomposición de esa materia orgánica, que contiene hasta el 80% del nitrógeno y el 90% del fósforo de la dieta diaria de los animales, libera sales que pueden contaminar sensiblemente el ambiente. Apoyándose en una técnica llamada inducción electromagnética, investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) hallaron en suelos y aguas concentraciones de nitratos, cloruros y fosfatos muy elevadas, asociadas al funcionamiento de un feedlot en San Pedro, provincia de Buenos Aires. Discuten los riesgos ambientales de este sistema ganadero.

“El objetivo fue determinar los alcances de la contaminación que produce el funcionamiento de los feedlots, así que centramos nuestro estudio en un establecimiento de San Pedro, en la provincia de Buenos Aires. Específicamente, nos enfocamos en un corral que llevaba sólo dos años de producción ganadera. Allí investigamos la contaminación del suelo y del agua subterránea, y pudimos comprobar que este sistema de engorde a corral tiene un impacto notable sobre el ambiente”, comentó Claudia Sainato, docente de la cátedra de Física de la FAUBA.

Sainato se refirió con preocupación a la contaminación que se detectó en el agua. “Durante 4 años medimos la concentración de sales en el agua de la napa freática bajo el corral y en varios pozos más alejados. Debajo del corral hallamos valores de nitratos de hasta 30 miligramos por litro (mg/L), mientras que el nivel de base para esas sales —medido en una perforación a 1 km— era 7 mg/L. Para cloruros, medimos hasta 17 mg/L bajo el corral, contra un nivel base de 10 mg/L. Aunque los valores que medimos estuvieron dentro de los rangos considerados aptos para el consumo humano, los incrementos son alarmantes, ya que en sólo dos años de actividad del corral, las sales alcanzaron los 10-12 metros de profundidad”. Los resultados están publicados en la revista Journal of Applied Geophysics.

“Por otra parte, también encontramos niveles altos de fósforo en el suelo del corral. En este caso, a diferencia de lo que sucedió con los cloruros y nitratos, no encontramos fosfatos en la napa freática. Esto tiene que ver con el contenido de arcilla de los suelos de esta región. La arcilla ‘retiene’ esta sal y no deja que el agua de lluvia la arrastre hasta la napa. Sin embargo, es algo a tener en cuenta en establecimientos de regiones con suelos más arenosos, como al oeste de Buenos Aires. Allí los fosfatos sí podrían contaminar las napas”, sostuvo.

Dónde clavar la pala

Sainato remarcó a Sobre La Tierra que extraer numerosas muestras de suelo desde la superficie hasta grandes profundidades y cubriendo áreas extensas implica un esfuerzo significativo en todo sentido, incluso en el económico. Por esta razón resulta clave evaluar de antemano la potencial contaminación para luego orientar el muestreo de una manera óptima.

En este marco, la investigadora destacó la metodología que usó para detectar las áreas más contaminadas del feedlot. “Fue la primera vez en ganadería intensiva en la Argentina que se emplea una técnica de inducción electromagnética, muy frecuente en estudios geológicos. Por medio de un transmisor emitimos ondas electromagnéticas que penetran en el suelo y, luego de unos cálculos complejos, nos revelan su conductividad eléctrica a diferentes profundidades. Este parámetro está directamente relacionado con la contaminación por sales”.

“Durante dos años realizamos estudios de inducción electromagnética tanto bajo el corral de engorde como en varias líneas rectas paralelas que partían del mismo y se alejaban hasta 50 metros, donde no había animales. En base a esa información realizamos un mapa de conductividad eléctrica del subsuelo hasta los 14 metros de profundidad. El mapa nos mostró que los mayores niveles de sales estaban en ciertas zonas bajo el corral y en el agua de la napa. Con esta información pudimos dirigir el muestreo eficientemente”.

“La concentración de nitratos, cloruros y fosfatos que medimos en las muestras de suelo y agua siguieron de cerca los valores de conductividad eléctrica que surgieron del estudio de inducción electromagnética. Por un lado, esto nos permitió validar la tecnología; por el otro, puso de manifiesto el grave impacto que tienen sobre el ambiente los sistemas de engorde a corral”.

Un gran impacto

“Los feedlots son lo que llamamos fuentes puntuales de contaminación, es decir, son focos donde se genera una cantidad inmensa de materia orgánica que puede originar la contaminación”, puntualizó Claudia Sainato, y añadió que en los corrales se acumula un volumen inmenso de excretas; al mineralizarse la materia orgánica se liberan sales que mueven verticalmente en el suelo y llegan a las napas, arrastradas por el agua de las precipitaciones.

Al respecto, la investigadora señaló que si las concentraciones de estas sales en el agua superan los niveles estipulados por el Código Alimentario Argentino, el agua no es potable y no puede ser consumida por las personas. “Beber esa agua es riesgoso. De la primera napa freática, la más superficial, se saca agua para el ganado y a veces para consumo humano. Para riego se extrae desde mayores profundidades, pero es común que los acuíferos se comuniquen y que haya algo de transferencia vertical de agua”.

“Además, dependiendo del flujo de las aguas subterráneas, la contaminación puede moverse horizontalmente por debajo de la superficie hacia sitios aledaños a los feedlots. Esto no sucede en San Pedro, donde aún hay pocos de estos establecimientos, pero sí en otras ciudades como Saladillo. Allí, existen numerosos feedlots y el problema de contaminación de las aguas ya adquirió magnitudes considerables”.

A modo de conclusión, Sainato manifestó: “Hace años que en la cátedra de Física de la FAUBA venimos investigando el tema en tambos y feedlots de San Pedro y Saladillo. También en Trenque Lauquen, una zona ganadera con suelos arenosos y napas freáticas relativamente superficiales. Incluso, varios de nuestros estudiantes están trabajando en sus tesis de doctorado y maestría. Creemos que es clave generar información de calidad para entender mejor la problemática y contribuir a las posibles futuras soluciones”.