Enfocado solo en la Cuenca dl Morro, el gobierno de San Luis abandonó hace varios años el cumplimiento de la ley provincial de suelo, que obliga a proteger de la erosión hídrica también a un vasta zona de Estancia Grande, donde el embalse La Estrechura está expuesto a un rápido embanque con los sedimentos de más 500 hectáreas que ocupa un frágil sistema de cárcavas.
Así lo reveló el especialista puntano Guillermo Aguado al advertir que el problema de embanque del vaso del nuevo embalse La Estrechura, enclavado sobre el cauce del Rio El Volcán, se encuentra latente debido a la presencia de la erosión hídrica, que produce arrastre de suelos cultivados, transporte de sedimentos, desmoronamientos y acrecentamientos de márgenes de las cárcavas.
Para el ingeniero agrimensor, este problema impacta directamente en la disminución de la vida útil del embalse: “Es imprescindible y urgente comenzar a tomar medidas que logren retener los suelos y contrarrestar los problemas erosivos”.
En su cuenta de Facebook, Aguado describió que la cuenca hidrológica de esta presa, (El Durazno, Estancia Grande, El Amparo ) está formada, una parte , por la zona serrana, con grandes pendientes, que aumentan la velocidad del agua en las épocas de lluvias, más aun después de los incendios, que dejaron los suelos desprotegidos; y en otra parte, por la zona de pampa en las que se practican distintos cultivos y el laboreo del suelo está directamente afectado por los escurrimientos superficiales producidos por las lluvias.
Esta zona de pampa comprendida entre el pie de las Sierras de San Luis y la ruta provincial 9 está atravesada por una gran cárcava, que si no se controla, con el pasar de los años, toda la pampa será una gran cárcava, advirtió: “Es necesario controlar rigurosamente los trabajos agrícolas para evitar que el escurrimiento superficial de las aguas, arrastre de a poco los suelos hasta llegar al vaso de la nueva presa. Los técnicos deberán prever estilos de siembra acorde a las pendientes, cortinas forestales para afirmar los suelos y disipar las energías de las corrientes de agua en el llano”.
El experto dijo además que la erosión superficial ha ido forjando barrancas o cárcavas, las cuales con el pasar del tiempo se van agrandando debido al desmoronamiento de sus márgenes, tanto sea por el volcado de las aguas superficiales, como también por el socavamiento que ocasiona las corrientes de agua dentro del cauce, erosionando desde abajo hacia arriba.
El área del embalse es de 40 hectáreas y el área de ocupada por las cárcavas es de aproximadamente 520 hectáreas: “Esta zona tiene cierta fragilidad ambiental que debemos cuidar celosamente porque caso contrario, después lo vamos a lamentar; estamos a tiempo y debemos aprender de las experiencias vividas. La naturaleza no se puede predecir ni manejar, pero la erosión se puede prever y controlar”.
Aguado recordó que esto ya sucedió con el embalse de Cruz de Piedra, al cual aportan esta cuenca el río El Volcán y río Los Puquios, lo que produjo el embanque de dique en un 60%, es decir que la capacidad de almacenamiento respecto a cuándo se construyó es solo del 40% (origen, 12 hm3, en la actualidad, 5.5 hm 3). La mitad de los materiales de estas cárcavas están dentro del dique.
El profesional sugiere tener en cuenta lo siguiente:
1.- Manejo del laboreo de los suelos que conforman la cuenca – sentido de los surcos, trabajo con curvas de nivel, etc.
2.- Preveer coberturas de los suelos durante todo el año.
3.-Plan de forestación para fijación de márgenes horizontales y laderas verticales de barrancas. Controlar el volcado del agua de escurrimiento en las cárcavas.
4.- Plan de forestación en el interior de las barrancas para generar disipadores de energía hidráulica. Disminución de velocidades de escurrimiento para contrarrestar la erosión hídrica.
5.- Proyectar y ejecutar obras sencilla para frenar la erosión retrocedente en la cola de las cárcavas.
6.- Construcción en dos o tres lugares sobre los cauces principales de trampas de sedimentos para que sea mínimo lo que llegue al embalse.
Foto: Guillermo Aguado