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El norte de San Luis consolida su perfil alfalfero, pero enfrenta el gran desafío de la calidad

Con más de 3.000 hectáreas bajo riego y una creciente profesionalización, el corredor Quines–Candelaria se posiciona como epicentro del desarrollo alfalfero puntano. Sin embargo, técnicos y productores advierten que el reto ahora pasa por mejorar la calidad del forraje para competir en un mercado cada vez más exigente.

La Agencia de Extensión Rural (AER) INTA Quines llevó adelante una jornada técnica titulada “Alfalfa y sus números”, una propuesta que reunió a productores, asesores, estudiantes y referentes institucionales del norte provincial para debatir sobre la situación actual del cultivo emblema de la región: la alfalfa, motor de la ganadería y base de la integración forrajera en San Luis.

La actividad, realizada en la sede del INTA y complementada con una salida a campo, combinó presentaciones técnicas con recorridos por establecimientos referentes en el manejo bajo riego: “Don Francisco”, de Flavio Ibarra (Quines), y “Doña Marta”, de Rafael Amaya (San Miguel, departamento Ayacucho). Allí, los asistentes pudieron observar prácticas de manejo, resultados productivos y estrategias aplicadas en sistemas que apuestan a la intensificación forrajera.


Entre los participantes de la jornada, estuvieron Eliana Mercado, jefa de la Agencia Quines del INTA; Hugo Diaz Flores, presidente de la Sociedad Rural del Norte; Marcelo Lembo, próspero empresario de Lembo Maquinarias; estudiantes avanzados y docentes de la escuela agraria N°32 de San Miguel y de la escuela con orientación en mecanización agropecuaria N°31 de Quines; productores de una amplia zona del norte provincial de Concarán.

El ingeniero agrónomo Héctor Andrada, referente del INTA y coordinador del proyecto Apoyo Técnico Organizativo a Productores Regantes del Norte de San Luis, presentó un exhaustivo diagnóstico del cultivo en el corredor Quines–Candelaria.

Según el especialista, la región cuenta hoy con unas 3.500 hectáreas de alfalfa bajo riego, distribuidas entre sistemas superficiales, por aspersión y goteo subterráneo.

Según los números relevados por Andrada, en el norte hay 100 permisos de riego superficial correspondientes a 70 productores, que suman 1.200 hectáreas y 15 equipos de corte. también existen 2.066 hectáreas con riego por aspersión y 80 con riego por goteo subterráneo.

En los últimos 15 años, el territorio experimentó una notable innovación tecnológica, pasando de los tradicionales canales de riego a esquemas más eficientes y sustentables, impulsados principalmente por la inversión privada.

Sin embargo, Andrada advirtió que el verdadero desafío del norte puntano no está en aumentar la superficie, sino en mejorar la calidad del forraje producido.

“Podemos producir en cantidad, pero si no tenemos calidad se nos hace cada vez más difícil competir en los mercados”, señaló. “El futuro del norte no depende sólo de cuántas hectáreas tengamos, sino de cuán buenos sean nuestros rollos y fardos”.

El economista Maximiliano Uller, del INTA Concarán, presentó un análisis de márgenes brutos y estructura de costos de la producción de alfalfa bajo riego superficial. Su exposición permitió poner en números el peso económico del cultivo dentro de los sistemas ganaderos locales y mostró las herramientas que hoy permiten medir rentabilidad y eficiencia.

Uller destacó que, si bien la alfalfa sigue siendo rentable, los costos de implantación son elevados y requieren planificación a mediano plazo: “La clave está en tomar decisiones empresariales basadas en datos reales, midiendo no sólo el rendimiento, sino la calidad del producto final”.

Durante la jornada, Andrada insistió en que la zona cuenta con conocimiento técnico y experiencia acumulada, pero aún debe dar el paso decisivo de llevar ese saber “de lo teórico a lo práctico”.

“Todos los paquetes tecnológicos existen, pero hay que aplicarlos con foco en la calidad. Si logramos calidad, nuestros terneros crecen mejor, los productos se venden más fácil y la región gana prestigio”, afirmó.

El ingeniero también subrayó que los sistemas de riego por aspersión muestran mejores resultados en eficiencia y calidad de forraje que los superficiales, aunque ambos conviven y son parte del paisaje productivo del norte.

Una red que se fortalece

La articulación entre instituciones, empresas y productores fue otro de los puntos destacados. “El cultivo de alfalfa permite articular lo público y lo privado. Es un símbolo de desarrollo territorial”, coincidieron los organizadores.

Hoy, la llanura norte de San Luis no sólo simboliza el avance tecnológico del riego, sino también la vocación productiva de una región que aprendió a mirar más allá del volumen.

Andrada lo sintetizo con una frase que se repitió durante toda la jornada: “Lo esencial es invisible a los ojos. Y en la alfalfa, lo esencial es la calidad”.