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Argentina exportó 40 millones de toneladas de soja y el mercado busca equilibrio entre precios y divisas

La combinación de la presión de cosecha en Estados Unidos, las tensiones comerciales con China y los recientes cambios en las retenciones locales generan un escenario complejo para el agro argentino. En este contexto, Dante Romano, profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, analiza la situación internacional y el impacto sobre la soja, el maíz y el trigo.

En el plano internacional, dos factores dominan la escena: la llegada de la presión de cosecha en Estados Unidos (con cerca del 20% del maíz y la soja ya recolectados) y la falta de acuerdo comercial entre ese país y China, que limita el ritmo de exportaciones. A esto se suma la reciente parálisis del gobierno estadounidense por la falta de aprobación del presupuesto. “El cierre de actividades en Estados Unidos preocupa al mercado, pero sobre todo porque nos deja sin los reportes del USDA, fundamentales para monitorear el avance de cosecha y los ajustes en producción”, explica Dante Romano, profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral.

Hasta hace unas semanas, tanto China como Estados Unidos estaban urgidos por alcanzar un entendimiento: el primero, para cubrir sus necesidades de fin de año; el segundo, para colocar una cosecha abundante. Sin embargo, la eliminación temporal de los derechos de exportación en Argentina cambió el tablero. “La fuerte oferta argentina permitió que China comprara unos 40 barcos adicionales de soja, reduciendo su urgencia inmediata”, señala Romano. “Con Brasil iniciando la siembra más rápido de lo esperado, es posible que logre empalmar la ventana de baja oferta sudamericana con sus propios stocks, dejando a Estados Unidos con el problema de colocar su saldo exportable y presionando los precios FOB”.


Los productores norteamericanos se muestran molestos por la caída de precios, mientras el gobierno intenta compensar con subsidios financiados por los ingresos arancelarios derivados de la guerra comercial.

En cuanto al futuro inmediato, el especialista recomienda seguir de cerca los reportes de rinde en Estados Unidos y las perspectivas de siembra sudamericanas: “Brasil podría alcanzar entre 175 y 180 millones de toneladas, y en Argentina la producción de soja bajaría levemente por una mayor superficie destinada al maíz”, anticipa.

A nivel local, los exportadores declararon embarques de soja por un total de 40 millones de toneladas, aunque las compras a precio rondan los 30 millones y las operaciones a fijar, las 35 millones. “Calculan que necesitan originar unas 3 o 4 millones de toneladas más para cumplir con los compromisos de molienda y embarque, algo que al ritmo actual podrían lograr en una semana”, detalla Romano.

El otro desafío está en la administración de los dólares generados por esas operaciones. “Podemos estimar que se liquidó cerca del 35% del total, mientras el resto se transformó en colocaciones dolarizadas locales, lo que llevó las tasas de interés a niveles bajos o incluso negativos. Lo más sano sería destinar esos fondos a la compra de granos o al financiamiento de insumos”, plantea.

En materia de precios, el mercado se mueve entre la capacidad de pago con retenciones 0% y la vigente. “El rango razonable oscila entre 300 y 370 dólares por tonelada; entre esos valores actuará la oferta y la demanda”, resume el investigador.

El maíz argentino, por su parte, avanza con fuerza: la siembra cubre ya el 20% del área proyectada, siete puntos por encima del año pasado, aunque en zonas de Buenos Aires las lluvias excesivas demoran la implantación. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires proyecta una cosecha de 58 millones de toneladas, nueve más que el ciclo previo. Sin embargo, el ritmo de comercialización se mantiene rezagado: “Durante el período de retenciones cero apenas se vendieron 750.000 toneladas, y el total a precio llega al 50%, frente al 58% promedio para esta época del año”, indica Romano.

El trigo, en cambio, muestra una campaña muy favorable en términos productivos. Con 93% del cultivo en condición buena o excelente y una humedad adecuada en el 85% del área, se espera una producción de 22 millones de toneladas. “Ya comenzó la cosecha en el NOA, con rindes iniciales cercanos a 10 quintales por hectárea”, detalla el analista. No obstante, advierte que la comercialización sigue muy por detrás de los promedios históricos: “Solo el 7% de la producción está vendida a precio, cuando lo normal sería el 18%. Si sumamos los negocios a fijar, alcanzamos un 17%, similar al año pasado, pero aún por debajo del 27% habitual. Esto anticipa una presión de cosecha importante”, concluye.

La necesidad de los compradores de desprenderse de pesos podría moderar el impacto en los precios, pero el escenario sigue siendo de alta volatilidad. Para Romano, el complejo agroexportador argentino transita un momento de reacomodamiento financiero y logístico, condicionado por la coyuntura internacional y las medidas locales.