Durante una jornada organizada por el frigorífico Minerva, el economista Diego Ponti desglosó las nuevas reglas de juego del mercado de carne vacuna y planteó interrogantes clave: ¿Llegaron los buenos precios para quedarse? ¿Eso garantiza buenos negocios?
La ganadería argentina atraviesa un momento inédito. Los precios de la hacienda, tanto en pesos como en dólares, alcanzaron valores históricamente altos, pero detrás de ese “buen momento” se esconde un contexto complejo, donde la eficiencia y la toma de decisiones estratégicas son más cruciales que nunca. Así lo planteó Diego Ponti, licenciado en Economía y Administración Agrarias por la UBA y reconocido analista del mercado cárnico, durante una disertación realizada en el marco de una jornada de mercados organizada por el frigorífico Minerva.
Con una presentación extensa, clara y didáctica, Ponti abordó los múltiples factores que impactan hoy en los negocios ganaderos, y no solo en los precios, que, según afirmó, “no siempre se traducen en rentabilidad real”.
“Tenemos precios que lucen espectaculares, sí, pero ¿cuánto me queda en el bolsillo después de pagar alquileres, reponer hacienda, alimentar y financiarme?”, se preguntó.
Ponti remarcó que el eje de análisis ya no puede ser solo el precio de la carne o del novillo, sino el resultado final del negocio. “Podés vender un novillo a récord, pero si reponés a costo récord o pagás alquiler en kilos, el resultado económico puede ser neutro o incluso negativo. Y eso está pasando”, advirtió.
Por eso, apuntó a una transformación cultural en el productor: dejar de mirar únicamente las variables externas y empezar a planificar el negocio con criterio empresarial.
“Durante años el productor dependía de factores exógenos: inflación, tipo de cambio, intervención. Hoy, con reglas más claras y menor intervención estatal, el resultado depende cada vez más de lo que pasa dentro del campo”, explicó.
Según Ponti, el actual contexto macroeconómico —con menor inflación, menor intervención estatal y flotación cambiaria— genera las condiciones ideales para que la ganadería funcione sin distorsiones. Pero no todo es simple: “Estamos en una etapa de transición, donde hay mucha volatilidad y donde equivocarse puede ser muy caro”, dijo.

Con tasas de interés aún elevadas, barreras de entrada altas y costos crecientes, el negocio ganadero se volvió exigente. “Hoy, para entrar, necesitás muchos dólares inmovilizados por hectárea, y eso no lo tiene cualquiera. Por eso, quien ya está dentro tiene una ventaja enorme”, planteó.
También se refirió a las alternativas de financiamiento emergentes, como líneas del Banco BICE atadas al kilo de carne, “un primer intento de acercarse a las necesidades reales del productor”, aunque todavía limitadas.
Uno de los ejes más interesantes de la charla fue el análisis de los precios ganaderos actuales. Ponti mostró datos que evidencian que tanto el ternero como el novillo se ubican muy por encima del promedio histórico, incluso en dólares constantes. Pero advirtió: “En los últimos 175 meses, sólo cuatro veces el ternero superó los 3 dólares. Lo que estamos viendo es atípico. La pregunta es si es una primavera o un cambio estructural.”
En esa línea, evaluó que hay fundamentos sólidos detrás del alza de precios: caída del stock por tercer año consecutivo, menor oferta, consumo interno fortalecido por la recuperación salarial y una demanda internacional firme. Sin embargo, aclaró que eso no garantiza sostenibilidad si no se acompaña con financiamiento y eficiencia.
Ponti también abordó el comportamiento del productor frente al actual escenario: “Estamos viendo una ganadería más ‘agriculturizada’. Es decir, el productor aprovecha el buen precio y vende. Se dejó de retener esperando un ciclo largo de precios altos”.
Por eso, lejos de una explosión productiva, lo que se espera para este año y el próximo es una oferta similar o incluso menor. “No hay una ola de retención de vientres, porque están caros, y porque muchos eligen hacer caja, capitalizarse o comprar campos”, dijo.
Este fenómeno, que también se observa en países como Australia o Estados Unidos, se traduce en una “oferta inelástica y una demanda que sigue creciendo”, una combinación que, en teoría, sostiene los precios.
El otro dato que sorprendió fue el crecimiento del consumo interno. “Estamos en 49 kilos por habitante por año, 4,5 kilos más que el año pasado. Y eso se dio sin escándalo mediático por el precio de la carne. Se naturalizó que la carne es un producto que puede subir, como cualquier otro”, destacó.
Pero también advirtió que el segundo semestre traerá más oferta por el efecto feedlot, lo que podría poner presión sobre los precios de consumo. “No esperemos un novillito o una vaquillona disparados. Los precios al consumidor ya están en niveles altos”, sostuvo.
Hacia el final, Ponti dejó una reflexión clave: “La ganadería se volvió un negocio de elite. Es rentable, sí, pero exige eficiencia total, planificación financiera, manejo del riesgo y visión de largo plazo”.
“El que no se adapta a esta nueva lógica, va a tener problemas. Porque el precio va a dejar de ser el diferencial: lo va a ser la gestión. El que sepa manejar mejor su empresa, va a ganar”, concluyó.
En definitiva, la disertación de Diego Ponti dejó en claro que el ciclo ganadero argentino está cambiando. Con precios altos, reglas de juego más claras y oportunidades concretas, el desafío es pasar del análisis del mercado a la acción empresarial. Porque, como dijo el propio economista: “los buenos precios no garantizan buenos negocios… pero sí permiten construirlos”.

«La firmeza internacional llegó para quedarse«
Ponti contextualizó la coyuntura internacional: «El mundo paga más y hay más carne, pero la oferta global es inelástica», sostuvo. Con Estados Unidos atravesando un bache en su producción ganadera –registrando el stock más bajo en 70 años–, nuevos actores empiezan a emerger en el mercado mundial. “Países como Filipinas, Malasia, Singapur, Vietnam e Indonesia, que antes no estaban en el radar, comienzan a incorporar carne a sus dietas”, indicó.
La producción ganadera, según Ponti, tiene barreras estructurales que impiden una rápida expansión: es intensiva en recursos y depende de territorios aptos, que no abundan. En ese contexto, los precios internacionales se han recuperado y los analistas coinciden en que se inicia un ciclo de firmeza de al menos dos o tres años.
Ponti mostró cómo los precios del ganado han subido en todo el mundo: en Brasil y Uruguay un 30%, en Estados Unidos un 24% y en Australia un 10%. “Argentina dejó de ser el país más caro del Mercosur”, señaló. La devaluación del peso (un 7-8% en julio) potenció la competitividad exportadora, alcanzando en junio las 72.000 toneladas exportadas.
Aunque algunos frigoríficos aún no logran adaptarse a las nuevas condiciones de mercado, el economista rescató que “las perspectivas para el segundo semestre son positivas si se mantienen los precios internacionales y la dinámica del tipo de cambio”.
Subrayó que, si bien los costos variables como el maíz y el concentrado proteico están baratos respecto al valor del novillito, los costos de estructura (salarios, fletes, mantenimiento, hotelería) vienen aumentando. “La única forma de diluir estos costos fijos es produciendo más”, afirmó. Y agregó: “Hoy todas las variables juegan a favor para incrementar la producción: desde el primer pasto hasta el último grano”.
El feedlot, por ejemplo, presenta márgenes brutos positivos, con un costo del kilo producido de entre $2.000 y $2.500, mientras que el precio de venta del novillo exportación ronda los $3.200 a $3.300. “Esa brecha genera un negocio rentable, pero exige precisión y eficiencia”.
El ternero sigue con precios firmes, incluso en plena zafra. “No porque falten terneros, sino porque recrearlos es competitivo. Si tengo maíz barato, puedo validar un precio alto por el ternero”, explicó. En ese marco, Ponti recomendó que, si el productor ya tiene terneros, los retenga: “Sumar kilos es negocio”.

Además, planteó que la recreía a corral está ganando protagonismo: “Cuesta un poco más, pero te asegura cumplimiento en fechas y kilos”. Sin embargo, advirtió que las recreías pastoriles muchas veces lucen rentables en el Excel, pero en la práctica no logran la producción esperada por problemas como la calidad del pasto o la falta de manejo intensivo.
El modelo de engorde a corral sigue siendo viable, pero no para cualquiera. “Hoy no alcanza con ser promedio. Hay que tener una ventaja competitiva: buen ternero, bajo costo, excelente conversión o una estructura eficiente”, detalló.
La eficiencia de conversión –la cantidad de alimento necesario para ganar un kilo de carne– se consolida como una de las variables más determinantes del negocio. “El promedio es 6,6 a 1, pero hay establecimientos que logran 5,5 y otros que llegan a 8 a 1. Esa diferencia te cambia la rentabilidad por completo”, ejemplificó.
Ponti alertó que muchos productores son eficientes puertas adentro, pero no logran capturar todo el valor porque no están comercialmente involucrados: “Hacés todo bien, pero si no sos elegible para el frigorífico o el comprador, nunca te van a pagar más. Hay que salir del metro cuadrado y construir relaciones comerciales”.
E insistió en una visión integral: “Hoy la eficiencia no es solo productiva. Tiene que ser 360°. Incluye planificación fiscal, manejo del tiempo del negocio, ciclos estacionales y lectura del mercado”.
En el tramo final de su exposición, alentó a los productores a dejar de lado la actitud meramente adaptativa y apostar a la innovación: “Adaptarse es sobrevivir. Innovar es crecer. No se trata de mandar un cohete a la luna, sino de mejorar procesos, ajustar tiempos o eliminar gastos innecesarios”.
Y concluyó con una frase que resonó entre los presentes: “El kilo de carne nunca valió tanto como hoy. Cada kilo ganado es una oportunidad. Se trata de hacer bien lo simple. Y hacerlo todos los días”.











