Cerrado el tercer trimestre del año, la oferta de animales con destino a faena parece marcar un primer cambio de tendencia. Sin embargo, aún no es posible determinar si efectivamente estamos ante un cambio estructural que anticipe un principio de retención o si, en realidad, se trata solo de un repliegue transitorio provocado por la alta volatilidad que ha adquirido el mercado en las últimas semanas y —en este contexto— por la incertidumbre propia de un escenario preelectoral.
Lo cierto es que los datos anticipados por el ritmo de traslado de animales a plantas de faena ya han sido confirmados oficialmente, registrándose una faena de 1.169.120 cabezas en todo el mes. Si bien, en números absolutos, esta cifra representa prácticamente la misma cantidad de animales faenados en agosto, al llevarla a una base diaria —ajustada por la cantidad de días hábiles computables en cada período mensual— se observa una caída significativa: 8,3 % en relación con el mes previo y 7,7 % respecto de lo registrado un año atrás.
En efecto, se trata de la baja interanual más pronunciada en más de un año, que por su magnitud bien podría estar indicando el inicio de un cambio de tendencia, aunque aún resultaría prematuro dar por válida esta afirmación.
Paralelamente, al analizar la actividad de los feedlots durante el último mes, también se percibe cierta desaceleración en la oferta.
Al 1° de octubre, los datos informados por SENASA confirman existencias por un total de 1.915.612 vacunos, un 3 % menos que lo reportado el mes pasado, siendo este el tercer mes consecutivo en fase de vaciado. En concreto, durante el último mes, los corrales recibieron un total de 337.100 vacunos, al tiempo que registraron egresos por 442.442 animales, lo que refleja un Índice de Reposición de 0,76, un cociente muy similar al registrado en agosto.
Sin embargo, lejos de consolidar la tendencia al vaciado —donde el nivel de egresos suele intensificarse o bien los ingresos disminuir más pronunciadamente—, septiembre mostró una ligera retracción tanto en ingresos como en egresos, lo que podría leerse como una señal de impasse en medio de este proceso.
Este año, la dinámica natural de llenado y vaciado de los corrales muestra un adelantamiento de aproximadamente un mes, al compararla no solo con la curva del año pasado, sino también con su comportamiento histórico.
Estacionalmente, septiembre y octubre suelen ser meses de fuerte salida de animales terminados desde los corrales, para luego descender conforme avanza la fase de vaciado, durante noviembre y diciembre. Este año, si bien septiembre aportó una oferta importante de animales —unas 442 mil cabezas—, marcó un escalón a la baja respecto de los 450 mil animales promedio registrados en los dos meses previos. Esto plantea la incógnita de si efectivamente el último trimestre se ajustará o no al comportamiento habitual.
Una variable que, sin dudas, podría estar alterando la dinámica histórica de los corrales en este tramo final del año es el rol de las recrías a pasto. Tal como hemos venido observando a lo largo del año, se percibe una creciente complementariedad entre la recría pastoril y la terminación en corrales.
Este año, de los 8,75 millones de terneros y terneras que salieron de los campos de cría hasta septiembre, solo el 23 % ingresó directamente a feedlots, comparado con el 24,5 % y 25 % de los últimos dos años. Por defecto, el resto fue destinado a otros establecimientos de recría pastoril.
Sin embargo, en paralelo, se está observando un incremento significativo en la participación de animales terminados en feedlots dentro de la faena, una tendencia que se viene verificando desde el año pasado. Para el período enero-septiembre, el aporte del feedlot a la faena creció del 33–34 % registrado en años previos, al 36–37 % en los dos últimos años. En efecto, en los últimos dos meses de este año, el porcentaje continuó escalando, hasta alcanzar entre el 38 % y 40 % del total.
En concreto, si efectivamente los campos están alojando una mayor cantidad de animales en sistemas de recría pastoril, este bien podría convertirse en un canal de suministro para los feedlots que les permita extender su período de plena actividad, proveyendo una oferta más sostenida durante los próximos meses.
Si este fuera el caso, más allá del momento coyuntural que pudo haber afectado la actividad de septiembre —y que aún podría estar condicionando octubre—, estaríamos comenzando a observar un cambio estructural en la dinámica de producción. Este cambio no solo estabilizaría, al menos parcialmente, las curvas de oferta, sino que, además —y fundamentalmente— permitiría avanzar hacia una producción de animales más pesados de manera mucho más eficiente y sostenible en el tiempo.
Aunque aún incipiente, un primer indicador que respalda esta hipótesis puede observarse en los últimos datos publicados de faena y producción, los cuales muestran que, aun con una ligera retracción en la faena, es posible sostener —e incluso incrementar— la oferta total de carne disponible en el mercado.
Rosgan.