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La política reconfigura el clima de inversión y reactiva la compraventa de campos en Argentina

La dinámica política volvió a demostrar su fuerte influencia sobre las decisiones de inversión en el sector agropecuario argentino. Así lo confirma el mercado de compraventa de campos, uno de los termómetros más sensibles al contexto institucional y económico. Durante octubre, mes marcado por el contundente triunfo del oficialismo en las elecciones legislativas nacionales, la actividad inmobiliaria rural retomó con fuerza la senda alcista, reactivando la búsqueda tanto de campos agrícolas como ganaderos.

De acuerdo con el último informe de la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (CAIR), el Índice de Actividad del Mercado Inmobiliario Rural (InCAIR) alcanzó en octubre los 56,48 puntos, igualando el máximo del año registrado en agosto. El dato representa una recuperación significativa tras la caída de septiembre, cuando el triunfo del peronismo en las elecciones bonaerenses había enfriado las consultas y operaciones.

“El mercado volvió a estar más latente”, afirmó a Clarín Rural el presidente de CAIR, Abel Real. “En septiembre se planchó el movimiento porque nuestro mercado es muy sensible. Cuando se vio el resultado de las elecciones de octubre, la actividad empezó a moverse nuevamente”, explicó. Según detalló, el nivel de actividad se correlaciona casi directamente con el estado de ánimo y la confianza política: “En septiembre hubo menos llamados, consultas y revisadas; en octubre se recuperó el entusiasmo y volvimos al punto máximo del año”.


La lectura es compartida por referentes del sector inmobiliario rural. Juan José Madero, director de División Campos de LJ Ramos, señaló que entre las elecciones provinciales y nacionales “el mercado se ralentizó un poco”, pero que luego de los comicios “hubo un aliento, un optimismo moderado que reactivó las operaciones”.

Madero recordó que durante 2024 la expectativa por las políticas impulsadas por el presidente Javier Milei ya había incrementado el interés de inversores, con más consultas y recorridas. Ese clima, sumado a factores económicos —como el retraso del precio de la tierra frente al mercado internacional, la flexibilización del cepo, el sinceramiento cambiario y el blanqueo de capitales— facilitó que muchas operaciones finalmente se concretaran.

A esto se suma otro factor clave: la firmeza del precio de la hacienda. “Este año fue muy fluido. El valor del ganado también está influyendo en las decisiones de compra”, indicó.

El dinamismo no se limita a las operaciones de compraventa. El mercado de alquileres agrícolas también muestra una demanda firme y constante. “Campo agrícola que aparece, campo que se alquila”, remarcó Madero. Tras cuatro campañas consecutivas de subas, los valores se estabilizaron durante los últimos dos años, y todo indica que esta tendencia se repetirá para la campaña 2026/27.

En cuanto a la disponibilidad de tierras, las dos actividades que predominan en el país —la agricultura de granos y la ganadería— presentan comportamientos diferenciados. El segmento más buscado sigue siendo el de los campos 100% agrícolas de suelo clase 1 en la zona núcleo, considerados la “niña bonita” del mercado. Sin embargo, la oferta de estas tierras es extremadamente limitada.

Estos campos, cercanos a los puertos y con los mejores rendimientos del país, cotizan en torno a los US$ 17.500 por hectárea, valor que recuperó terreno tras más de una década de caídas. En algunos casos, se han registrado operaciones que alcanzan los US$ 20.000 por hectárea.

En paralelo, también se observa un renovado interés por los campos ganaderos, impulsado por la firmeza de los valores de la hacienda y las buenas perspectivas a futuro para la actividad. En zonas tradicionalmente ganaderas, como la Cuenca del Salado, las hectáreas alcanzan los US$ 3.000, consolidando una tendencia de valorización que viene ganando terreno en los últimos años.

El comportamiento del mercado ratifica una constante del sector agropecuario argentino: las decisiones de inversión están profundamente vinculadas al clima político. Cada elección, cada cambio de rumbo y cada señal económica impacta de manera directa en la actividad.

Octubre volvió a demostrarlo: un resultado electoral favorable dio el impulso necesario para reactivar operaciones, mejorar expectativas y reposicionar al mercado rural en una senda de crecimiento que, de sostenerse la estabilidad política, podría proyectarse hacia 2026.