En el corazón rural de San Luis, a escasos diez kilómetros de Los Manantiales, en el paraje El Paliguante, se levanta un proyecto tan silencioso como ambicioso: “La Paulita”, un criadero de gallinas y gallos de raza dirigido por José Camargo y su esposa, Juana Paula Fernández. Lo que comenzó como una inquietud personal, ligada a los recuerdos escolares y las ganas de dedicarse a algo distinto, hoy se ha transformado en uno de los criaderos avícolas más importantes de la provincia por volumen, calidad genética y variedad.
La historia de José no se parece a la de un empresario rural tradicional. Su formación secundaria en una escuela agraria sembró la semilla de la avicultura, pero el camino hacia ese destino fue largo y lleno de desvíos. Durante 16 años, trabajó en la seguridad bancaria, específicamente para el Banco Supervielle. Los fines de semana, en soledad, aprovechaba el tiempo para estudiar: bajaba cursos por internet, leía, se formaba. “Siempre me gustaron la apicultura, la cunicultura y la avicultura”, confiesa. Y ese gusto terminó empujándolo a iniciar una actividad que pocos en la región se atreven a asumir con la rigurosidad que él ha logrado.
“La Paulita” fue, en sus inicios, registrado como criadero de aves ornamentales, pero una indicación del SENASA los obligó a reencuadrar su actividad: hoy están registrados como criadero de gallinas de raza. “Eso nos mejoró la categoría”, explica Camargo, quien siente que esa diferenciación los colocó en otra liga, separándolos de quienes trabajan con especies exóticas o de adorno sin fines productivos ni criterios genéticos definidos.
Y esa distinción no es menor: en “La Paulita” se crían algunas de las razas más valoradas en el mundo avícola. Entre ellas, los Orpington en todas sus variantes —leonado, negro, blanco, moteado, splash y azul—, los imponentes Brahma —leonados, armiñados y blancos—, además de Sussex, New Hampshire, Plymouth Rock barrado y una gran diversidad del sedoso del Japón, un ave tan enigmática como delicada.











Un comienzo de película
La anécdota fundacional de La Paulita parece sacada de una novela costumbrista. “Una vez decidimos ir a Río Cuarto, así nomás, sin saber bien adónde íbamos”, recuerda. José y Juana salieron de madrugada, cruzaron la provincia y llegaron a la ciudad cordobesa, en busca de criadores. Después de preguntar en un negocio de ruta y con la ayuda de una mujer que “tomaba mate en la quinta”, dieron con uno de los principales organizadores de la Expo Rural de Río Cuarto. “Y así empezó todo”, dice con orgullo. Allí compraron sus primeros ejemplares, hicieron contactos, recibieron invitaciones a exposiciones y comenzaron a ser parte de ese circuito invisible y selecto de la avicultura de raza.
Desde entonces, el camino fue siempre ascendente. En Río Cuarto conocieron al hijo de un criador fallecido, heredero de una pasión intacta. “Ahí descubrís que hay mucha gente buena detrás de esto. Gente responsable, seria, que se toma la avicultura con compromiso”, reflexiona José. Así, por contactos y recomendaciones, llegó incluso hasta Anisacate, Córdoba, donde se encontró con Raúl Garzón, un prestigioso fiscal provincial —y también criador de aves— que le vendió ejemplares únicos. “Tenía un espacio inmenso, caballos, gallinas, todo muy bien cuidado. Y me decía: los casos más importantes de Córdoba los llevo yo”, relata con asombro.
José tiene claro que lo que vende no es una simple gallina. Es genética, tiempo, dedicación y conocimiento. Sin embargo, muchas veces el público no logra entenderlo. “Acá en San Luis cuesta que reconozcan el valor genético del animal. A veces te dicen: pero si es una gallina…”. La diferencia de percepción también se refleja en los precios. Mientras en Río Cuarto pagó recientemente $120.000 por un Orpington blanco, en San Luis venderlo a más de $70.000 es casi imposible. “Si le pongo 80, me clavan el visto”, dice con resignación.
El proceso de cría tampoco es sencillo ni rápido. A diferencia de otras producciones animales, como el chivo o el lechón, que se venden en dos meses, las gallinas de raza requieren casi un año. Desde agosto o septiembre comienzan a incubar, con la vista puesta en tener ejemplares listos entre abril y junio. “En ese tiempo pasa de todo: enfermedades, problemas climáticos, pérdidas. Una vez se me inundó el gallinero y se me ahogaron todos los pollos”, recuerda José.
Además, el crecimiento del criadero ha ido más rápido que las instalaciones. “Uno siempre va atrasado, nunca está al día con la infraestructura”, reconoce.


Diversidad y volumen: la fórmula de La Paulita
Una de las claves del crecimiento de La Paulita ha sido la decisión de no concentrarse en una sola raza. “Yo tengo 12 variedades diferentes. Eso implica tener muchos animales, pero también genera volumen. Se puede ofrecer más, diversificar y llegar a más gente”, explica.
Esa diversidad, sumada a la calidad genética que han logrado tras años de selección y trabajo, convierten al criadero en uno de los más relevantes de San Luis. Sin embargo, José no se deja marear por los halagos. Sabe que la avicultura de raza es un trabajo de constancia, de aprendizaje permanente y de pasión. “Yo no sé si soy el más importante, pero sí sé que lo hacemos con mucha seriedad”, afirma.
Internet también ha sido una herramienta fundamental. A través de redes sociales, WhatsApp y foros especializados, José mantiene contacto con criadores de todo el país. “Algunos no los conozco personalmente, pero nos intercambiamos opiniones, nos ayudamos, nos recomendamos animales. Uno aprende mucho así”, asegura.
Ese espíritu de comunidad, que combina tradición rural con herramientas modernas, es lo que define a La Paulita. No es solo un criadero: es un punto de encuentro, una idea en movimiento, una pequeña revolución genética en medio del campo puntano.
José Camargo y su familia demuestran que, con pasión, formación y esfuerzo, incluso un rincón apartado de San Luis puede transformarse en referente nacional en la cría de aves de raza. Y que una gallina, cuando se la conoce a fondo, puede ser mucho más que una gallina. Puede ser el símbolo vivo de una vocación.
Diario Todo Un Pais.











