Se cumplieron 18 años desde que el campesinado agremiado del centro oeste de San Luis comenzó a agitar en público la idea de que supuestos aviones “rompetormentas”, avistados en medio de crecientes nubes, eran culpables de la sequía. Aunque este fenómeno fue derribado con sólidos argumentos técnicos en reiteradas oportunidades, el mito está instalado.
Una buena parte del territorio provincial padece una cruel sequía. Las lluvias acumuladas en 2018 fueron menores a las de 2017, según datos de la Red de 56 Estaciones Meteorológicas (REM) de San Luis, situación que, después de 7 años de silencio, disparó nuevamente las fantasías de productores del departamento Belgrano.
La semana pasada, el portal La Posta de San Luis se hizo eco de las sospechas de esa comunidad agropecuaria sobre supuestos vuelos que estarían desarmando tormentas para “proteger cultivos comerciales” ante la amenaza de granizo. Incluso, la nota acompaña una foto tomada desde la ruta nacional 147 de un avión volando debajo de una gran tormenta.
La imagen fue aportada por Rolando Sosa, propietario de un campo cercano a La Calera, entre los parajes El Jarilla y El Tala. «Después de soportar una intensa ola de calor, seguimos sin recibir la tan ansiada lluvia. Los aviones rompetormentas siguen haciendo estragos con el departamento Belgrano!! Los pastos se quemaron por el calor y falta de agua. Sin respuestas de las autoridades!», comentaron el 27 de diciembre pasado desde la página de Facebook de la «Unión Productores Ganaderos de Belgrano» y reproducido por ese medio periodístico.
Último reclamo
El 29 de octubre de 2011, el entonces presidente de la Sociedad Rural de San Luis, Raúl Foncueva, reclamó e incomodó al gobernador Alberto Rodríguez Saá, presente en la 64° Expo Rural, al pedirle que investigue si aviones “rompetormentas” cruzan los cielos puntanos y evitan que caiga lluvia sobre los campos.
El gobernador advirtió que esa información había que solicitarla a la Fuerza Aérea, organismo que controla los vuelos que se producen en el territorio. “Acerquémonos a la ciencia”, dijo molesto Rodríguez Saá en el mismo acto ruralista y los invitó a una reunión con especialistas, celebrada dos días después en la Casa de Gobierno. Pero también los comprometió a que si un día con pronóstico de lluvia, ven una aeronave y no llueve, hicieran la denuncia correspondiente ante la justicia para iniciar una investigación seria y concreta. Nunca hubo denuncia alguna desde esa fecha.
En la reunión convocada por el mandatario, Foncueva recibió abrumadores argumentos técnicos, científicos y militares que desestimaban la existencia de estos vuelos.
En algún momento se culpó, a través de denuncias en los medios de comunicación, a la provincia de Mendoza que tenía un plan activo de lucha contra el granizo, pero luego esa hipótesis perdió fuerza y se dirigió la sospecha a producciones no tradicionales en el norte provincial que necesitarían de una época sin lluvias para realizar su cosecha.
Las zonas que estarían afectadas, según los testimonios que a menudo circulan por las redes sociales, son las de San Francisco del Monte de Oro, Quines, Candelaria, próximos al límite con La Rioja, desde donde también se suman testimonios sobre avistajes de esas aeronaves.
En 2004 el conflicto por este tema también se había instalado en La Rioja, e incluso hubo movilizaciones para respaldar el reclamo, pero especialistas de Mendoza rechazaron las acusaciones por entonces al aclarar que las acciones de los aviones solo buscaban “la disminución del tamaño del granizo” con el lanzamiento de yoduro de plata para convertir el hielo en agua
Gustavo Marón, jefe del Departamento de Aeronáutica de la Dirección de Agricultura y Contingencias Climáticas de Mendoza desmintió en más de una oportunidad con sólidos argumentos técnicos los rumores que corren en San Juan, San Luis y La Rioja.
“Ninguna de las operaciones aéreas antigranizo desplegadas por el Departamento de Aeronáutica guardan relación alguna con los procesos climatológicos o meteorológicos que evidentemente vienen afectando a la región, y aclaro que nuestras aeronaves nunca han sobrevolado siquiera regiones fuera de Mendoza y mucho menos sembrado nubes en el área de referencia”, reiteró Marón en una entrevista con Diario de Cuyo en marzo de 2014.
También insistió en que las únicas aeronaves que operan en el país con capacidad efectiva para modificar artificialmente el tiempo atmosférico son las del gobierno de Mendoza y que nunca han operado fuera de los límites políticos de esa provincia, “extremo absolutamente fácil de comprobar teniendo en cuenta que la señal telemétrica que cada tres segundos emite cada vuelo -proveyendo información de la aeronave, su velocidad y altura- queda grabada a perpetuidad en los servidores informáticos del Centro de Operaciones Radar de la Dirección de Agricultura y Contingencias Climáticas del Ministerio de Agroindustria y Tecnología, que guarda asimismo un registro de audio de todas las comunicaciones mantenidas entre los operadores radar y las aeronaves en vuelo”.
Yoduro de plata para hacer llover en el desierto
En la actualidad, cada vez que alguno de los 4 radares de la Dirección de Contingencias Climáticas de Mendoza detecta una tormenta granicera, los aviones Piper Chayenne son los encargados de sembrar en esa tormenta bengalas si se está formando a modo de prevención, o cartuchos si ya es necesario deshacerla.
En ambos casos, el protagonista es el yoduro de plata que sirve para evitar que se solidifique el agua.
Un proyecto que pretende implementar en Mendoza la empresa Weather Modification, indica que ese mismo compuesto químico se utilizará para hacer llover, algo que podría hacer productivas algunas zonas desérticas de la provincia y modificar también los tipos de producción.
El yoduro de plata es altamente insoluble en agua y tiene una estructura cristalina parecida a la del hielo, que permite inducir la nucleación de cristales de hielo en el sembrado de nubes para provocar lluvia artificial. Este sistema se aplica hoy en Texas y Dubai.
Foto: Diario Uno.