Espartaco Bailleres es un productor que no teme a los desafíos ni a correr riesgos. Le gusta desarrollar zonas inexploradas, como el exigente sudoeste de San Luis, donde cerca de Navia rompió con todos los prejuicios agronómicos y convirtió en agrícolas más de 11 mil hectáreas de las 35 mil que compró hace cuatro años.
En la campaña 24-25 sembró 1.800 hectáreas de maíz para cosecha, 1.300 de maíz para consumo animal, 1.120 de soja, 611 de sésamo, 40 de chía, 400 de poroto mung, y bueno, 2.700 con centeno para pasto y cosecha, y unas 3.000 para cobertura.
Bailleres recibió a elsemiárido.com para mostrar todo el planteo agrícola, que recorrió junto a los ingenieros agrónomos Ramiro Goncálvez y Juan Cruz Domínguez y los productores Ángel y Martín Gabutti, con campo en Charco de los Perros.
“En maíz, los sembramos pretendiendo sacar entre 3.500 y 4.500 kilos por hectárea, y en soja, unos 1.800 kilos por hectárea, aunque este año viene lloviendo y se viene dando bien, por lo que creemos que vamos a superar esos rindes”, dijo entusiasmado el productor, quien fuera de grabador reconoce que estos logros en una zona impensada no se hubieran alcanzado sin el acompañamiento de su esposa María Amelia Veraz.
El cultivo de sésamo también es toda una novedad en esa zona. El año pasado se cultivaron allí 40 hectáreas y en la actual campaña 1.100: “Tuvimos la mala suerte que el sábado pasado nos cayó una pedrada; las plantas estaban en R1 con 80 centímetros de altura; lo borró la piedra”.
El rinde pretendido en El 30 de Octubre es de 800 a 1.000 kilos por hectárea, que es un número considerado interesante por el valor de la semilla, que hoy se paga 1.250 dólares la tonelada. Lo producido allí va todo a exportación a través de un agente que lo procesa y lo envía a los mercados de mayor valor. En cuanto al poroto mung, todo lo producido va al mercado interno.
El desarrollo ganadero en el establecimiento es tan potente como el agrícola. Hay 6.000 vacas de cría, mientras están ingresando 300 vaquillonas con garantía de preñez de La Lucre, otro campo ubicado en Alto Pelado. La recría la hacen desde el año pasado en el campo de Navia y este año serán unas 5.000 cabezas.









“A toda la recría después la llevamos a La Lucre para terminarla a corral, donde cargamos animales gordos de 330 a 340 kilos con destino al mercado interno por ahora, ya que estamos habilitados para enviar a terceros países las cuotas 481 y Hilton”, describió Espartaco.
La cría se hace básicamente a pasto, con digitaria, llorón, gatton panic y en lotes de pasturas naturales.
“Este año no hizo falta suplementar nada, porque se vienen dando bien las condiciones; hay una oferta forrajera muy buena, más que interesante. Y la recría, que se desteta con 110 a 120 kilos, va a los corrales del feedlot que hay acá, donde permanecen 21 días y donde se hace todo lo que es sanidad, con una base de rollo de alfalfa, maíz en grano y un núcleo proteico”, indicó el productor.
Y después de los 21 días van a campo. Ahora están yendo a sorgos forrajeros, azucarados o a digitarias en lotes de mejor calidad, hasta llegar a los 220-230 kilos.
De la recorrida también participó el piloto Fabián Vergara: “El avión es una de las patas fundamentales del desarrollo de estos campos. Una por la superficie y otra por el estado de los lotes. Acá se están incorporando continuamente lotes que pasan de naturales con montes de jarilla y alpatacos, a agricultura, ya que con las máquinas terrestres es imposible andar porque se romperían cada rato”.
En El 30 de octubre se apoyan 100% con las pulverizaciones aéreas.








Bailleres insistió con un mensaje a los productores que no se animan a desarrollar campos en el sudoeste de San Luis. “Aquí es lograble, es trabajo, no es audacia, porque no nos tiramos a la pileta si no hay agua. Hay que invertir dinero, pero lo que más lleva es tiempo, estar arriba de todo esto, porque son todos contratiempos los que hay acá. Acá no hay nada preparado, no hay experiencia de otros productores tampoco. No hay registro agrícola de ningún tipo”.
En la zona de influencia de Navia habitualmente la carga animal es de una vaca cada diez hectáreas y un ternero cada 20. Pero en el campo de Bailleres también se superó esa marca: “Eso se logra sin hacer nada, pero uno está queriendo cambiar eso; un contratista vecino lo está haciendo en otras escalas, pero lo está haciendo y con muy buenos resultados, aunque no se contagia a los demás campos; cuesta y eso creo que es idiosincrasia; hay que cambiar la cultura”.
Para el productor esos cambios están al alcance de todos, porque hay tecnología y profesionales disponibles, especialmente jóvenes con ganas de hacerlo. Ya ocurrió hace veinte años en la zona de estancia La Moneda, en Alto pelado, donde se agrandó considerablemente la producción.
“La frontera agrícola antes era la ruta 7 y ahora se está corriendo al sur, donde, por ejemplo, ya hay desarrollos interesantes en Los Overos, en el extremo sudoeste de la provincia, donde este año se sembró por primera vez girasol, maíz y soja”, reveló.
En cuanto a los servicios agrícolas, dijo que no tienen problemas porque los contratistas llegan desde Río Cuarto, Santa Fe y Buenos Aires.
Cuando la agricultura llegó al Desaguadero
Goncálvez conoció a Bailleres en 2007, cuando lo contrató para sembrar 2.500 hectáreas con maní sobre unos pajonales que “parecían cañaverales”. Y allí nació el presagio junto a su colega y compadre Guillermo Pablo Ordóñez Monafó, que la agricultura terminaría llegando al Desaguadero, límite natural con Mendoza.
“Estábamos en Fraga y el análisis de suelo decía 85% arena, 16% limo, 4 % arcilla, entre otros indicadores extremos”, indicó el profesional y recordó que ese año conoció La Moneda junto con la madre de sus hijos.
Allí estaba Patxi Garmendia, el mayor criador de perdices del mundo, conocido popularmente como el “emperador de las perdices rojas” por sus múltiples granjas para la reproducción de esta ave, y amigo del Rey Juan Carlos, con el que comparte afición por la cinegética.
“Nos entrevistamos con Ariel Rossi Videla y Claudio Anzorena con la idea realizar 10 islas de 10 hectáreas cada una para refugio de las perdices coloradas; así conocí La Moneda, estancia legendaria de Bunge y Born a principio del siglo pasado; ahíí vi esas arenas y nos quedamos sorprendidos de ellas. Al año ese establecimiento es adquirido por un grupo de productores de Santa Fe y conozco a Espartaco Bailleres”, relató Goncálvez.











