
Impulsado por docentes y estudiantes de la Universidad Nacional de San Luis, el predio forma parte de la Red Argentina de Jardines Botánicos y cumple un rol clave en la preservación de especies nativas, la formación académica y la concientización comunitaria sobre biodiversidad.
En la Villa de Merlo, el jardín botánico «El Pantanillo», dependiente de la Facultad de Turismo y Urbanismo de la Universidad Nacional de San Luis, avanza en su consolidación como espacio educativo, de conservación y reflexión ambiental. Aunque aún en proceso de formalización legal, este jardín y cumple un rol clave en la formación de estudiantes y en la preservación del patrimonio vegetal de la región.
Así lo explicó Alejandro Suyama, docente de Botánica en las Tecnicaturas Universitarias de Parques y Jardines y de Producción de Plantas Aromáticas de la facultad, quien rememoró los orígenes del proyecto.
“El jardín botánico nació entre 2008 y 2009 como una iniciativa de docentes y estudiantes de la tecnicatura en Producción de Plantas Aromáticas, para que los alumnos pudieran realizar prácticas de cultivo con plantas medicinales, tanto tradicionales como nativas”, recordó
En sus inicios, el jardín funcionaba en un predio prestado. No fue hasta 2012-2013 que el proyecto se trasladó al actual terreno universitario, en el marco de la toma de posesión definitiva de la sede. Sin embargo, las gestiones formales para consolidar la titularidad del terreno, donado por la municipalidad, se extendieron más de lo esperado, postergando la formalización del jardín.
“Hasta no tener la escritura, no podíamos constituir legalmente el jardín botánico. Aunque en la práctica, funciona plenamente desde hace años”, detalló Suyama.




El jardín lleva el nombre de “El Pantanillo”, en honor a la vegetación original del lugar, y comenzó como una colección de plantas aromáticas que luego se fue diversificando. Hoy, además de plantas medicinales y exóticas, alberga una importante muestra de especies nativas y cuenta con un sector de bosque secundario recuperado, que aporta una valiosa muestra de vegetación ambiental regional.
Un concepto en evolución
El docente reflexionó sobre la evolución del concepto de jardín botánico en las últimas décadas: “Cuando pensamos en jardines botánicos solemos imaginarlos como los europeos clásicos, o el Jardín Botánico Carlos Thays en Buenos Aires. Pero en realidad, el enfoque moderno se centra en la conservación del material vegetal autóctono, más que en la mera exhibición”.
En ese sentido, destacó que los jardines botánicos no son simplemente parques con etiquetas en las plantas. Su misión incluye educación, investigación, preservación y concientización ambiental.
“Un jardín botánico tiene que estar abierto al público, generar actividades, tener personal activo y estar vinculado con alguna institución que promueva la investigación”, subrayó.
Uno de los ejes que más impulsa el equipo docente es el rol educativo y de vinculación comunitaria del jardín. La idea es que los visitantes, sobre todo los pobladores locales, reconozcan y valoren las especies nativas, y que ese conocimiento les genere un sentido de pertenencia y responsabilidad ambiental.
“Buscamos que las personas digan: ‘estas plantas son de mi región’, y desde ahí se comprometan con su conservación”, expresó Suyama.
En ese contexto, también surgieron iniciativas como una ordenanza municipal que declaró especies exóticas como invasoras en Merlo, propuesta por docentes de la Facultad. Este problema es una de las líneas de investigación actuales, ya que muchas especies introducidas por jardinería terminan alterando los ecosistemas locales.
“Entre el 95% y 97% de las especies leñosas invasoras en la región fueron introducidas con fines ornamentales. Esto genera un impacto serio en la biodiversidad, desplazando a especies nativas y modificando la dinámica ecológica”, explicó el docente, señalando estudios realizados en Córdoba y otras provincias.
El proyecto del jardín botánico El Pantanillo es, en palabras de Suyama, mucho más que una colección de plantas: “No es una plaza con carteles. Es una institución viva, activa, con propuestas educativas, investigación, conservación y diálogo con la comunidad”.
Hoy, el equipo trabaja para que el jardín complete su proceso formal ante la universidad y se afiance como un espacio de referencia regional. En paralelo, participa en la comisión directiva de la Red Argentina de Jardines Botánicos, colaborando con otras iniciativas similares y promoviendo criterios de sostenibilidad, identidad local y uso responsable de la biodiversidad.
Mientras florece con nuevas especies y proyectos, “El Pantanillo” se consolida como un símbolo del compromiso de la universidad con el ambiente, la educación y el conocimiento local.










