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El arte de cultivar gírgolas, la nueva pasión del emprendedor de Concarán que no deja entrar al viejo

A los 72 años, Miguel Lombardi sigue desafiando al tiempo con la misma energía que lo llevó, décadas atrás, a impulsar proyectos productivos, cooperativos y agroalimentarios en San Luis. “No puedo, ni quiero, dejar entrar al viejo”, dice, citando a Clint Eastwood, mientras muestra a El Semiárido orgulloso los resultados de su nuevo experimento: el cultivo de hongos Pleurotus sp. o gírgolas, en su propia huerta.

Lombardi no necesita presentación en el mundo del emprendedurismo local. Durante los últimos veinte años fue protagonista de iniciativas pioneras vinculadas al agregado de valor en la producción agroalimentaria: desde Anaco, un establecimiento dedicado a hortalizas deshidratadas, hasta Escabeches Don Miguel, donde elaboró escabeches de conejo, ñandú, pollo y berenjena. También fue impulsor de la Cooperativa de Agroalimentos Gourmet de San Luis, que llegó a reunir a un centenar de pequeños productores de la provincia, y participó activamente en la formulación de políticas públicas vinculadas al Plan del Campo a la Góndola y al fomento del agregado de valor desde su rol al frente de Sol Puntano.

Hoy, ya jubilado, canaliza su inquietud en la experimentación de cultivos domésticos con un enfoque claro: “que puedan hacerse en casa, reciclando materiales y con resultados a corto plazo”. En su taller improvisado de Concarán, entre frascos esterilizados y bolsas de sustrato, combina su experiencia técnica con un espíritu autodidacta inagotable.


“El cultivo de hongos puede parecer complicado a primera vista, pero el Pleurotus es el más sencillo de producir. Solo se necesita un espacio con buena humedad y temperatura controlada”, explica. En una pequeña cámara de fructificación artesanal, Lombardi obtuvo sus primeros ejemplares, resultado de semanas de ensayo y error.

El interés de Lombardi por los hongos no es casual. Frente al aumento de las temperaturas y la escasez hídrica, busca alternativas productivas que puedan adaptarse a los nuevos escenarios climáticos. “Los hongos requieren ambientes frescos y húmedos, similares al otoño del bosque. En verano, las altas temperaturas de Concarán pueden ser un desafío, pero eso se puede compensar con espacios cubiertos y controlados”, detalla.

Además de su potencial agronómico, destaca el valor nutricional de las gírgolas: ricas en proteínas, minerales y compuestos bioactivos, son un excelente complemento en la dieta cotidiana. “Su versatilidad en la cocina y la creciente demanda en el mercado las vuelven una oportunidad para emprendedores o para huertas urbanas”, agrega.

El proceso, aunque artesanal, exige rigurosidad. Lombardi utiliza granos de maíz esterilizados para incubar el micelio, que luego transfiere a bolsas con sustrato de viruta, paja y restos orgánicos. “La sanidad es clave. Una mínima contaminación puede arruinar el lote. Pero con cuidado y limpieza, es posible lograr buenos resultados”, afirma.

Los tiempos de desarrollo varían: de la inoculación al primer brote pueden pasar entre 40 y 60 días. “Es un proceso lento, pero fascinante. Ver aparecer los primeros botones es una satisfacción enorme”, confiesa.

Para Lombardi, el cultivo de hongos no es solo una experiencia productiva, sino también educativa. Considera que las gírgolas tienen un alto potencial para incorporarse en proyectos de huertas escolares o comunitarias. “Pero hace falta acompañamiento técnico. Un error puede llevar al fracaso y desanimar a los participantes. Por eso, los tutores son fundamentales”, advierte.

Aun con las limitaciones propias de su escala doméstica, su laboratorio casero refleja una convicción profunda: la de que producir alimentos sanos, sustentables y accesibles está al alcance de cualquiera que tenga curiosidad y paciencia.

Desde Concarán, Miguel Lombardi sigue demostrando que la jubilación no significa descanso, sino reinvención. “Siempre busco hacer algo nuevo, probar, aprender. No se trata de edad, sino de actitud”, resume, mientras observa las gírgolas crecer con la misma pasión con la que, hace décadas, comenzó su camino de emprendedor.