El 22° Congreso Geológico Argentino, que deliberó la semana pasada en San Luis, incluyó la primera mesa redonda académica de la Geología y el vino, durante la que expusieron profesionales que intervinieron en las calicatas practicadas en los viñedos de la provincia.
Las exposiciones cerraron con la descripción de Reynaldo “Nano” Pastor sobre su viñedo implantado hace ocho años en Estancia Grande, que más tarde fue visitado por diez geólogos argentinos, de España y Estados Unidos interesados en conocer las particularidades del emprendimiento, que forma parte del trabajo desplegado por el Conicet San Luis con calicatas y muestras de agua para análisis, en busca de conformar un Mapa de Aptitud Vitivinícola.
El viñedo de encuentra en el ingreso a Estancia Grande, tiene dos hectáreas con las variedades Sauvignon Blanc y Cabernet Sauvignon y ya lleva tres vendimias con excelentes resultados, según confió Pastor cuando El Semiárido compartió el recorrido junto a los geólogos.
Entre los visitantes estuvo Mariano Yenes, del Departamento de Geología de la Universidad de Salamanca, España, quien recordó hace 22 años vino a San Luis a dar un curso: “Cuando me dijeron que el congreso tenía una mesa redonda sobre geología y vino, que es algo que nosotros en España somos los que también lo llevamos, no podía faltar”.
Indicó que su grupo de investigación se dedica a esta relación en España y fue sobre lo que expuso aquí en San Luis.
¿Y por qué tan necesaria es la Geología para el vino?, le preguntó este medio: “Al final el vino es un producto agrícola y el nutriente lo saca de la tierra, lo saca de abajo y a partir de ahí trabaja la Geología”.
“La cuestión es la parte edáfica, la parte del suelo, que es la parte importante de la que aquí se habla mucho y los agrónomos también hablan mucho y conocen, y los químicos, pero debajo de ese suelo está el sustrato geológico, y esa es la parte a la que nosotros nos dedicamos”, explicó.
Comentó que en el congreso mostró algunos ejemplos en los se explica que la calidad de los vinos en algunos casos depende del sustrato geológico, no tanto de lo que incorporan dentro: “Se puede hacer buen vino en cualquier sitio, porque el ingenio humano y la forma de trabajar, si se hace bien, puede conseguir vinos de mucha calidad en cualquier sitio, eso es cierto, pero cuando eliminas todas las variables, con cepas iguales, de la misma edad, con el mismo viticultor, con la misma técnica de producción, si tienes un sustrato geológico diferente, la calidad es diferente”.
Por lo tanto, insistió, es evidente que el sustrato geológico influye en la calidad y por ello la Geología tiene una influencia absolutamente directa en un producto agrícola.
“De hecho, nosotros en España colaboramos con varias bodegas, algunas ya históricas que llevan muchos siglos funcionando, en las que con los estudios que hacemos, les decimos dónde están los nutrientes y ellos van tomando determinadas decisiones que van mejorando la producción y aprovechando esa información geológica que es importante y que hay que poner en valor, y que a los geólogos hay que ponerles el valor aquí”, concluyó el visitante.







Javier Gómez Figueroa, geólogo de la Universidad Nacional de Cuyo de Mendoza, fue uno de los organizadores en el congreso, junto con su colega Yenes, de la primera mesa redonda académica de la Geología y el vino en el 22 Congreso Geológico Argentino desarrollado en San Luis.
En esa mesa se presentaron cinco trabajos, con cinco resúmenes y cuatro conferencias que terminaron con la exposición de Pastor sobre su viñedo en Estancia Grande.
El profesional sostiene que falta valorar al geólogo en el aporte que le hace a la vitivinicultura, aunque desde un punto de vista multidisciplinario: “Somos los entendemos el suelo; cada vez se demuestra más que la calidad y el componente del vino es del suelo; al Malbec del Valle de Uco, que es aclamado, que tiene vinos con muy buen puntaje de revistas inglesas y norteamericanas, le gusta la piedra, como la piedra suelta, con un poco de calcáreos”.
Pero hay otros lugares, dijo, como ahora la región vitivinícola más o menos nueva, de San Patricio del Chañar, cerca del río Neuquén, en donde se da bien el Pinot Noir. “Se dieron cuenta que tiene más pellejo y se aguanta mejor los vientos, entonces tienen mejores características vitivinícolas”, señaló Gómez Figueroa.
Por otra parte, celebró la evolución de la vitivinicultura en San Luis, en especial por su apuesta al turismo, tomando el ejemplo de Mendoza, que genera muchas fuentes de trabajo directas e indirectas y dinamiza la economía regional.
Pastor recordó que la idea de poner un viñedo en medio de su desarrollo inmobiliario surgió por la necesidad de evitar la erosión hídrica en un bajo que atraviesa el predio, pero también con la intención de agregarle glamour a quienes elijan vivir allí y cuenten con vino propio.
En cuanto a la elaboración del vino, el productor dijo que está a la espera de que se arme una bodega comunitaria muy cerca de su predio, para lo cual la gestión anterior del gobierno provincial compró toda la maquinaria, una iniciativa que impulsó el ingeniero agrónomo Alfredo Cartellone.
Por otra parte, Pastor reveló que junto al Conicet San Luis están haciendo pruebas de control de plagas en el viñedo con productos naturales, una práctica que es la primera en el país.
Yenes y Gómez Figueroa visitaron el viñedo puntano junto con sus colegas Gabriel Tognelli, Matías Olate, Julián Cecenarro, Carlos Cuciniello, Elías Millán, Octavio Palma, Luis Révori y Christofer Cornelius, quien llegó desde Denver, Estados Unidos.



















