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Avanzan en el reemplazo de plásticos derivados del petróleo para transformar la industria agroalimentaria

En plena crisis global por la contaminación plástica, un equipo del CONICET en San Luis avanza en una investigación que promete revolucionar el agro y la industria alimentaria con biopolímeros biodegradables capaces de sustituir envases, mantas agrícolas y silobolsas derivados del petróleo.

En un momento crítico para el planeta, cuando la contaminación por plásticos se ha convertido en uno de los mayores desafíos ambientales globales, un grupo de científicos del CONICET en San Luis está desarrollando una alternativa que podría marcar un antes y un después en la producción de alimentos y en la protección del medioambiente. Se trata de un proyecto que busca reemplazar los polímeros derivados del petróleo, presentes en envases, mantas plásticas agrícolas y silobolsas, por materiales biodegradables, sostenibles y totalmente amigables con el entorno.

El equipo está liderado por la investigadora María Guadalupe García, del Instituto de Física Aplicada “Dr. Jorge Andrés Zgrablich” (CONICET-UNSL), e integra el reconocido Laboratorio de Membranas y Biomateriales (BIOMAT). El objetivo es tan ambicioso como urgente, ya que trata de extraer, caracterizar y evaluar polímeros biodegradables capaces de reemplazar a los plásticos contaminantes usados en la industria agroalimentaria y en tareas de remediación ambiental, mediante el diseño de envases, mulching biodegradables y geles sostenibles.


Durante las últimas décadas, los plásticos sintéticos han desplazado al vidrio, la madera o el metal por su bajo costo, su resistencia y su versatilidad. En el agro, su uso también se multiplicó desde mantas para producción hortícola hasta silo-bolsas esenciales para el acopio cerealero. Pero estos materiales comparten un problema crítico, ya que provienen de fuentes no renovables y tardan siglos en degradarse, acumulándose como residuos contaminantes.

“Buscamos polímeros de fuentes naturales, renovables y biodegradables que cumplan la misma función que los plásticos tradicionales utilizados en envases alimentarios y en la agricultura”, explicó García, quien integra el grupo de Membranas y Biomateriales dirigido por el investigador del CONICET Nelio Ariel Ochoa.

La investigadora destacó que muchos de los polímeros que hoy se obtienen del petróleo existen también en la naturaleza. Se encuentran en frutos, en paredes celulares de vegetales e incluso en algunas estructuras animales. “Cuando se extraen de fuentes naturales, son biodegradables y renovables, lo que supone una ventaja enorme frente a los plásticos comunes”, agregó.

Entre los beneficios centrales, señaló dos que podrían transformar la producción, la disminución drástica de la contaminación, al reemplazar materiales persistentes y altamente dañinos, y la mayor vida útil de los alimentos sin agregar químicos, gracias a envases activos que controlan la interacción del alimento con su entorno de manera natural.

Además, en horticultura, las películas biodegradables podrían favorecer el crecimiento de las plantas y controlar malezas sin agroquímicos, un beneficio clave para productores y consumidores.

El BIOMAT tiene una trayectoria que supera las cuatro décadas. Fundado en 1983 por el científico José Marchese y continuado por Ochoa, el grupo comenzó desarrollando membranas poliméricas para filtración y purificación de agua, remoción de iones tóxicos y separación de compuestos industriales. Con el tiempo, el rumbo se orientó hacia la agroindustria y los biopolímeros, en sintonía con los desafíos ambientales actuales.

Entre los desarrollos más destacados del laboratorio se encuentran las membranas para purificación de agua y efluentes industriales; sistemas para concentración de jugos y procesamiento de aceites; películas para envases activos y etiquetas inteligentes; tecnologías de liberación controlada de biofertilizantes, y proyectos de vinculación tecnológica para atender problemas sociales en San Luis.

García aseguró que, aunque aún quedan años de investigación, el sueño del grupo es claro: “Ver nuestros desarrollos aplicados en huertas, en campos, y finalmente disponibles en el mercado”.

El Laboratorio de Membranas y Biomateriales del INFAP es un espacio de doble dependencia CONICET-UNSL, conformado por químicos, ingenieros, bioquímicos, biólogos moleculares y especialistas en alimentos. Este enfoque multidisciplinario les permite abordar problemas complejos desde múltiples perspectivas, con una fuerte impronta aplicada.

Además de su aporte en biopolímeros, el laboratorio también ha brindado colaboraciones científicas que han impactado en la Justicia provincial, demostrando su versatilidad y relevancia institucional.

La investigación que lleva adelante el equipo de García no solo apunta a resolver un problema ambiental urgente, sino también a volver más sostenible la producción de alimentos, reducir residuos, eliminar el uso de conservantes artificiales y minimizar el uso de agroquímicos.

En un país cuya economía depende fuertemente del agro, avanzar hacia sistemas productivos basados en materiales biodegradables no solo es un imperativo ecológico, sino también una oportunidad tecnológica y económica.

La ciencia puntana, una vez más, demuestra que la innovación puede abrir caminos transformadores, donde el desarrollo productivo y el cuidado del planeta dejan de ser objetivos opuestos para convertirse en aliados de un futuro más limpio y saludable.