San Luis actualiza el ordenamiento de bosques nativos: cómo aprovecharlos sin destruirlos
En un escenario de creciente presión sobre los ecosistemas, San Luis dio un paso clave para actualizar su Ordenamiento de Bosques Nativos, una herramienta de gestión ambiental que llevaba ocho años de atraso y que busca equilibrar la conservación con el desarrollo. La decisión llega en un contexto donde la urbanización desordenada avanza sobre las sierras Centrales y de los Comechingones, con loteos y barrios privados en zonas de alto valor ecológico que no solo amenazan la biodiversidad, sino que también generan riesgos hídricos y sociales.
El gobernador Claudio Poggi firmó recientemente un convenio con el CONICET para que especialistas colaboren en este proceso. Entre ellos se encuentra Esteban Jobbágy, investigador del CONICET San Luis e integrante del Grupo de Estudios Ambientales (GEA), quien dialogó con el periodista Mario Otero en FM UNSL sobre los alcances de este trabajo.
“Lo más interesante de una instancia como esta es que la ciencia sirve, se pone a trabajar para resolver problemas del mundo real. Que nos convoquen para algo así es un honor y es una misión de las más interesantes que tenemos como científicos: ayudar a tomar decisiones políticas de la mejor manera posible”, señaló Jobbágy.
El investigador destacó que hace apenas dos décadas hablar de ordenamiento territorial en Argentina parecía una quimera. Sin embargo, el primer ciclo de la Ley de Bosques ya mostró resultados: desde la ralentización de desmontes hasta la consolidación de normativas que obligan a repensar cómo se aprovechan los recursos naturales. “A la larga, lo que estamos viendo es que la ley ha sido muy provechosa y ha permitido que muchos bosques se cuiden”, aseguró.
Verde, amarillo y rojo: el mapa de los bosques
El ordenamiento clasifica los bosques en tres categorías:
Verde: puede ser desmontado y destinado a otros usos, como la agricultura.
Rojo: no puede tocarse en ninguna circunstancia.
Amarillo: admite usos productivos, pero sin dejar de ser bosque.
“En los bosques amarillos se puede hacer ganadería bajo monte, extraer de manera controlada biomasa o madera, pero siempre respetando la estructura de bosque. Ese territorio no puede dejar de ser bosque. Y en mi opinión, esa es la única forma de conservar grandes superficies: aprendiendo a sacarles valor sin destruirlos”, explicó Jobbágy.
La clave, según el científico, está en darle valor al bosque en pie. Si un territorio genera trabajo y recursos sin necesidad de arrasarlo, habrá más incentivos para cuidarlo. La ganadería silvopastoril, la producción de leña controlada, la recolección de frutos o hierbas nativas, e incluso el turismo de naturaleza son ejemplos de actividades que permiten aprovechar el ecosistema sin que pierda su identidad.
“Lo que nosotros podemos hacer es ayudar a mapear los bosques y valorarlos. Nos interesa identificar cuáles están en buen estado, cuáles tienen potencial de recuperación y cuáles sufren mayor presión. En San Luis hoy la principal amenaza no es tanto la agricultura como antes, sino el avance urbano. Y esa presión va a crecer en los próximos 20 años”, advirtió.
El desafío en San Luis
El compromiso asumido es exhaustivo: mapear hasta el último fragmento de bosque que la provincia conserva y clasificarlo según su valor ecológico y su estado de conservación. Con esa información, se podrán definir políticas más precisas que reconozcan la diversidad de situaciones y que permitan aprovechar las áreas de categoría amarilla sin degradarlas.
El objetivo es claro: los bosques no deben ser vistos únicamente como una superficie improductiva que espera ser desmontada, sino como un patrimonio natural que puede sostener economías locales y al mismo tiempo garantizar servicios ecosistémicos vitales, como la regulación del agua, la protección de suelos y la biodiversidad.
La actualización del ordenamiento de bosques nativos en San Luis se perfila como un punto de inflexión. No se trata de prohibir todo uso, ni de permitir un avance sin control, sino de encontrar un camino intermedio: producir dentro del bosque, con el bosque y para el bosque.
En palabras de Jobbágy, “la única manera de que los bosques se conserven en gran escala es que aprendamos a convivir con ellos, a obtener beneficios de su presencia sin que dejen de ser bosques. Esa es la verdadera riqueza que podemos heredar a las próximas generaciones”.