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Volvió a su querido Concarán y se convirtió en promotora del cultivo hidropónico de forrajes

Desde que usaba pañales acompañó a su padre en las visitas diarias al campo, hábito que despertó una pasión que no la abandonaría jamás. El sueño de tener una vida rural no lo perdió durante los 20 años que vivió en Mendoza, desde donde hace nueve años regresó a su Concarán natal, en el Valle del Conlara, San Luis.

“Actualmente los campos de la familia están alquilados, pero pensando en desarrollar algo más personal, encontré la opción de producir forraje con hidroponía, una opción de gran potencial para pequeños y medianos productores, y así fue que me convertí en representante de la firma El Tajamar”, le contó a El Semiárido María Elena Sánchez.

La empresa es de Santa Fe y desde hace siete años fabrica y vende invernaderos de hasta 40 metros de largo por 2,60 de ancho, donde se producen hasta 7.200 kilos de forraje en 15 días y con los que se pueden alimentar cien animales con una ración diaria de 7 a 8 kilos de forraje por cabeza.

“Las perspectivas que tengo en cuanto al desarrollo aquí en la provincia son muy positivas, creo que el potencial es muy muy grande y la opción de forraje verde hidropónico me parece excelente para pequeños y medianos productores, lo veo como una posibilidad muy interesante, para luchar contra las inclemencias climáticas y de tantas cosas que a veces afectan a la producción, tanto agropecuaria como ganadera”, dijo la productora en un celebrado regreso a su tierra natal.

Jonathan Sacher es el propietario de FVH El Tajamar, un proyecto que nació hace siete años en la ciudad de Malabrigo, Santa fe, inspirado en los problemas que generaba la escasez de forraje para los vacunos durante los inviernos.

“Me interesé en el área de la hidroponía, porque uno puede producir grandes volúmenes de forraje en poco tiempo y solamente con granos y generar una ración diaria para los animales”, le contó el empresario y productor a este medio.

Explicó que la ventaja que tiene el forraje hidropónico es que se puede producir bajo invernadero en cualquier estación del año, sin importar la intensidad del calor o del frío, con alto contenido proteico, muy saludable y palatable, sin usar ningún tipo de agroquímicos.

El Tajamar instala invernaderos llamados macrotúneles forrajeros. Son de dos aguas y tienen hasta 40 metros de largo por 2,60 de ancho, donde se producen 7.200 kilos de forraje en 15 días, para el caso del maíz, con los que se pueden alimentar cien animales, con una rasión diaria de 7 a 8 kilos por cabeza. Si la siembra es con avena o trigo, en 8 a 9 días ya se puede cosechar.

“En mi caso lo utilizo en épocas invernales o cuando se hace un engorde de animales, que también funciona muy bien. Por la cantidad de porcentaje proteico que tienen los diferentes tipos de forraje obviamente que se lo complementa con fibra, que en este caso es con materia seca para darles la ración completa y la cantidad de alimento correspondiente para cada animal”, amplió.

Respecto a las variedades de forraje de hidropónico que se puede producir, Sacher indicó que dependerá de los granos que se cosechen en la zona donde se instalen los invernaderos, pero las opciones son muchas, entre ellas, maíz, trigo, avena, sorgo, soja forrajera, alfalfa, cebada, entre otras.

De vuelta al pago

Para María Elena, ser promotora de este sistema fortaleció su vínculo con el agro: “Mi papá falleció muy joven, entonces la preocupación de mi mamá era que todos estudiáramos y nadie se podía ocupar del campo, entonces me fui a Mendoza donde viví más de 20 años, pero siempre pensando en volver para dedicarme al trabajo rural”.

A su regreso, empezó a trabajar en la empresa de un primo, vinculada al mundo agropecuario, un paso que le permitió “despertar y sentirme más cerca, porque también me reencontré con viejos amigos y familiares que tienen campo”.