Cuando se desarrolló la semana de la miel, El Semiárido mantuvo una entrevista con dos integrantes de la cooperativa Apícola Río Quinto, cuya sede está en la ciudad de Villa Mercedes: Luciano Muscardit, su presidente, y Eduardo Jorquera.
Los temas pasaron por la forma de trabajar y de organizarse que tienen, además de cómo repercuten las situaciones externas a sus decisiones para enfocarse en la producción. Uno de ellos es la comercialización. Sin roturarlo explícitamente, aludieron a la cartelización de los acopiadores para la compra del producto: «Se ponen de acuerdo sobre qué precio van a pagar y no hay diferencia entre uno y otro, dijeron».
En la segunda parte de la entrega, los entrevistados abundan en ejemplos concretos sobre las distorsiones que tiene el mercado -y que sufren- entre los costos y el valor de venta de su producción.
La apicultura en la provincia de San Luis, con el documento actualizado (Renapa), cuenta con 250 productores registrados, de acuerdo con lo informado por el presidente de la Apícola Río Quinto, cooperativa que realiza sus reuniones en forma mensual.
Muscardit recordó que hace aproximadamente quince años en el país se producían más de 120 mil toneladas, cuando, en la actualidad, esa cifra se redujo a la mitad: 60 mil toneladas. También dijo que la cantidad de colmenas se redujeron en la misma proporción.
Las causas del gran descenso de producción son múltiples. La unificación de la producción agrícola, con lo cual se empobrece la flora; el mal uso de los agroquímicos que producen millones de muertes, la baja comparativa en la cotización del kilo de miel, la suba indiscriminada de los costos, son algunas de ellas.
Están quedando las empresas familiares y además «debes ser muy austero en tu trabajo; el apicultor debe resolverlo todo», para que tenga un margen de ganancia y pueda vivir de esta actividad, reseña el presidente de la Apícola.
¿Qué pasa con los cajones y las abejas de aquéllos apicultores que dejan la actividad? fue la pregunta que surgió desde El Semiárido. Algunos abandonan las colmenas, los menos; otros venden su producción a aquéllos que hoy ya tienen mil o más cantidad. También están los que se inmovilizan y quedan con los galpones llenos de alzas, cajones y elementos de la apicultura que con el paso del tiempo no pueden comercializar.
A la hora de establecer comparaciones entre costo y el valor del kilo de miel, Luciano Muscardit comentó que hace unos años había una continuidad en que un alza se podía comprobar con un kilo de miel. Mientras que en la actualidad cuesta entre 7 y 8 kilos, es decir, se ha producido una brecha inmensa entre el costo y el valor producto.
Otro dato que ilustra la situación es el costo de la colmena. Hace aproximadamente 15 años, el valor de una colmena era equivalente a 80 kilos de miel, que era el estimativo de producción de un año. Hoy, comenta el entrevistado, no se paga más de 30 kilos por la baja que ha tenido la miel producida por colmena.
Para seguir el fundamento sobre el deterioro que se ha vivido en la apicultura, Muscardit comentó otra comparación: la del núcleo respecto de la caja de cera. «Cuando empecé en el 2001 la relación era que el núcleo y la caja de cera se pagaban cien pesos. Hoy la caja de cera está cerca de los 2.300 pesos y un núcleo no lo podés vender ni cerca a ese precio porque no te lo compra nadie».
También forma parte de las distorsiones la forma como se maneja la exportación de la miel. El mercado -según relata Luciano- está manejado por muy pocas personas y además «no hay transparencia, por eso no se puede regular; con esto de la trazabilidad espero que podamos contar con un número más real para que nuestra producción obtenga mayor valor».
Para seguir abundando en ejemplos, estableció una comparación con lo que le pagaron este año a los integrantes de la Apícola Río Quinto por la venta de la producción a un exportador, respecto de los precios que podemos ver en góndola de supermercados.
Por cada kilo de miel recibieron $ 64, mientras que en las góndolas podemos observar que el medio kilo está a $120, es decir, cuatro veces más caro.
«La apicultura está dentro de lo que se denominan economías regionales y sufre todos los avatares de éstas, como pasa con la fruta, las verduras, porque en las producciones familiares no se manejan grandes volúmenes», definió.
Pero los costos y valores económicos no son lo único que caracterizan a esta producción. Se debe llevar en cuenta que la abeja vive en un ambiente. «Si nosotros destruimos el ambiente, destruimos la abeja y, en consecuencia, nuestra producción», comentó Eduardo Jorquera, socio de la cooperativa.
Uno de los puntos que considera fundamental es «Qué hacemos ambientalmente para que la actividad crezca». Reconoció, además, que fijar un precio «es difícil; a nosotros nos cuesta, pero de a poco vamos acordando».
Producción: El Semiárido