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San Luis: características y control del gramón en la región semiárida central de argentina

Por el Ing. Agr. Jorge Garay y el Dr. Luis Mayer, Grupo de Producción Agrícola, EEA INTA San Luis.

El gramón o gramilla brava, Cynodon dactylon (L.) Pers., es una especie perenne de la familia de las Poaceae con hábito de crecimiento rastrero que prospera sobre una gran diversidad de suelos en ambientes cálidos, húmedos a subhúmedos y bien
iluminados. En la Argentina se han estimado pérdidas asociadas a esta maleza superiores al 70% en el cultivo de maíz, cercanas al 44% en soja y al 35% en girasol (Bedmar et al., 1997).

Existen otras especies y variedades del género Cynodon, aunque de menor importancia relativa como C. affinis, C. hirsutus y C. plectostachyus, llamadas vulgarmente gramilla, gramilla rastrera y pasto estrella, respectivamente. Más allá de las
similitudes entre las especies de este género, es factible reconocer a C. dactylon en el estado vegetativo por sus características morfogénicas diferenciales. Por ejemplo, mientras
que C. dactylon presenta hojas glabras, C. affinis y C. hirsutus tienen hojas pilosas.

Asimismo, C. dactylon, se distingue por poseer, además de estolones superficiales como el resto de las especies de Cynodon, rizomas subterráneos, que le otorgan una gran eficacia a su perpetuación en los sistemas productivos (Horowitz, 1972).

Alternativas para el control del gramón.

Toda acción tendiente a disminuir el impacto negativo del gramón dentro de un sistema productivo debe realizarse en un contexto de Manejo Integrado. Éste pretende combinar métodos culturales, mecánicos y químicos que potencien, por efecto de interacción, la efectividad de las medidas de control para reducir en forma sostenida la densidad de la maleza (Fernández y Bedmar, 1992).

Métodos culturales

Son los métodos que utilizan como herramientas los cultivos y sus prácticas de manejo asociadas para procurarle a la maleza condiciones de competencia desventajosas.

Basadas en la elevada sensibilidad del gramón al sombreo, las estrategias consisten en promover el crecimiento acelerado de los cultivos y concomitantemente su capacidad de captura de radiación.

Algunas tácticas con la que cuentan los productores para lograr este objetivo son: la elección de cultivares o híbridos de rápido crecimiento, la reducción de la distancia entre hileras de los cultivos y el aumento de su densidad.

Métodos mecánicos

Son métodos que promueven: (i) la eliminación de rizomas y estolones por desecación y congelamiento, y (ii) el agotamiento de las reservas acumuladas en el sistema vegetativo subterráneo, mediante la implementación de labores con maquinaria
agrícola.

Estas prácticas pueden efectuase en aquellos sitios donde no existan riesgos de erosión eólica ni hídrica, ya que requieren más de una labor para tener éxito en el control.

Por lo tanto, en la región semiárida central la aplicación generalizada de este método no sería factible por el contenido elevado de arenas que presentan los suelos. Esta técnica se
reduciría a sistemas bajo riego y/o aquellos sectores en los que la textura de suelo permita este tipo de labranzas.

Métodos químicos

Los herbicidas constituyen elementos efectivos para controlar el gramón cuando son utilizados como parte de un programa de Manejo Integrado. El glifosato es uno de los herbicidas que ha sido utilizado exitosamente en el control del gramón (Johnson, 1988).

Es un herbicida no selectivo, sistémico, de toxicidad baja y de eficacia elevada en el control de un gran número de malezas perennes con sistema radicular profundo y especies anuales y
bianuales, gramíneas y latifoliadas.

No es absorbido por el sistema radicular ya que se inactiva en contacto con el suelo. En este sentido, el éxito del control del gramón depende de la longitud de los estolones/rizomas y/o del número de yemas brotadas (=puntos de control del herbicida).

El fraccionamiento de los estolones y de los rizomas, con la
consiguiente ruptura de la dominancia de la yema apical, determina un mayor porcentaje de yemas axilares que brotan en cada una de esas fracciones. Cuanto más cortos y superficiales sean los fragmentos de rizomas y estolones, mayor es el porcentaje de yemas que brotan; y por ende la cantidad de sitios de exposición al glifosato (De La Vega, 2011).

En comparación al control químico realizado en la primavera (cuando el crecimiento subterráneo se anticipa al de la parte aérea, afectada por las heladas de invierno), el control realizado a fines del verano o principios del otoño resulta más efectivo, porque el herbicida se transloca, junto con los carbohidratos, desde la parte aérea hasta los rizomas (Fig. 1).

Figura 1. Peso seco (en kg/ha) de la parte érea (línea violeta) y parte subterránea (línea roja)
del gramón en función del tiempo (en días), a partir del inicio de la brotación. La flecha indica la oportunidad de aplicación de un control efectivo del gramón. Fuente: epeda S.A. y A.R. Rossi, EEA INTA Pergamino.

Avanzada la estación de otoño se incrementan los riesgos de una menor translocación por descenso de la temperatura ambiente. En el caso que la temperatura descienda hasta valores entre –2 y –3 °C, o inferiores, puede afectarse incluso la viabilidad de las yemas, el “destino” del herbicida glifosato dentro de las plantas (De la Vega, 2011).

Influencia de la fecha de aplicación del control químico

Se condujo un ensayo a campo en el predio de la EEA INTA San Luis (33°39’ S y 65°22’ O, 515 msnm), sobre un suelo Haplustol éntico de la serie Villa Reynolds. Se implementaron seis tratamientos: (i) sin control químico (testigo), y aplicación de
herbicida a mediados de (ii) noviembre, (iii) diciembre, (iv) enero, (v) febrero, y (vi) marzo. Para todos los tratamientos de control químico se aplicó una dosis de 5 l pf/ha de glifosato SL, formulado como sal isopropilamina 48%, equivalente ácido 36%, mediante una mochila a gas de presión constante, con un caudal de 90 l/ha y presión de 35 lb/p2 con cuatro picos provistos de pastillas cono hueco de 110-05, separadas a 0,5 m. Previo a las
aplicaciones (durante el mes de octubre), en todos los tratamientos se efectuó el trozado de rizomas del gramón con arado de discos y rastra de doble acción.

Mediciones

Para evaluar la efectividad del control químico en cada una de las fechas de aplicación del herbicida, se registró la cobertura verde en tres momentos distintos: luego de 20, 250 y 280 días desde la última aplicación del herbicida (=fines de marzo, mediados de
noviembre y mediados diciembre, respectivamente).

Resultados

Independientemente de la fecha de aplicación, el control químico siempre redujo los niveles de cobertura del gramón (Fig. 2). En promedio, los controles químicos realizados durante los meses de noviembre y diciembre mostraron valores de cobertura
significativamente mayores (~60%) que aquellos efectuados durante enero, febrero y marzo (~5%) (Fig. 2). Para la mayoría de los tratamientos con control químico, la cobertura del gramón tendió a reducirse levemente a medida que transcurrió el tiempo de observación. Una tendencia opuesta se registró para el tratamiento testigo, sin control químico (Fig. 2).

Figura 2. Evolución del nivel de cobertura verde del gramón, controlado químicamente durante
noviembre (barras amarillas), diciembre (barras rojas), enero (barras verdes), febrero (barras azules) y marzo (barras naranjas), y no controlado (barras negras). Letras distintas indican diferencias estadísticamente significativas entre tratamientos. EEA INTA San Luis.