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Producir más con menos agua, el desafío que apura a los regantes de San Luis

La única salida “rentable” de este sistema suelo-planta-atmósfera será la transpiración (T) del cultivo. El resto de las salidas representan ineficiencias en nuestros sistemas.

Una óptima gestión del agua exigirá encarar la solución con una visión sistémica, que involucre distintas medidas de manejo a diferentes escalas, producto de la integración entre los diferentes actores, como productores, pobladores rurales y urbanos, instituciones, ONGs, y organismos gubernamentales.

Esa es la visión del experto Guillermo Peralta, ingeniero agrónomo y consultor, disertante invitado a la jornada de capacitación “Mate con regantes” realizada recientemente en Quines y San Pablo y organizada por la sociedad estatal San Luis Agua y la empresa Kilimo, proveedora de una plataforma para el manejo del riego en agricultura intensiva y extensiva.

Peralta, quien también es investigador del Conicet, dejó claras y sorprendentes orientaciones para un uso eficiente del agua de riego en San Luis. En el corredor Quines Candelaria, San Luis Agua sumarán 1.160 hectáreas a las 3.800 que se riegan actualmente por canales para cultivos de maíz, alfalfa, papa, batata, rosas y verduras. En esa zona del departamento Ayacucho también se riegan otras 26.000 hectáreas por sistemas de aspersión para cultivos de maíz, alfalfa, algodón, papa, soja y sorgos forrajeros.

En San Pablo, en el Valle del Conlara, la superficie bajo riego por canales alcanza las mil hectáreas para cultivar papa, alfalfa y maíz.

“Para optimizar el aprovechamiento de este recurso, será entonces necesario entender y analizar las características de nuestros ambientes productivos y con ello saber adónde estamos parados y cómo nuestras estrategias de manejo de riego, de suelos y cultivos pueden estar afectando los ingresos y salidas de agua en nuestros sistemas”, según definió el consultor.

Un acceso equitativo al agua

El agua, ya sea por déficit o por exceso, ha sido y es el recurso de mayor incidencia en la producción de alimentos a nivel global, aseguró Peralta, quien recordó que por ello el adecuado manejo del agua para los cultivos ha sido el principal desafío para mantener la oferta de alimentos en distintas sociedades desde los inicios de la agricultura.

En los próximos 50 años se plantearán nuevos retos, según anticipó: “Con el crecimiento demográfico, la agricultura deberá no sólo incrementar la productividad sino también adaptarse a la modificación de las pautas de la demanda de alimentos, competir por los escasos recursos hídricos con otros usuarios y actividades, permitir un acceso equitativo al agua en áreas urbanas y rurales con el menor impacto socio económico, a la vez de conservar los recursos naturales”.

Para el experto, los problemas asociados a la gestión del agua son vistos como temáticas críticas en los años venideros. “La agricultura es considerada actualmente como el mayor usuario de las reservas globales de agua”, señaló y alertó que por ello se espera que el incremento en la eficiencia con la que se gestiona este recurso en las actividades agrícolas cumpla un rol fundamental en los próximos años.

En ese sentido, Peralta les indicó a los regantes de San Luis el camino a seguir: “Optimizar el aprovechamiento de agua de un sistema productivo requiere en primera instancia comprender que el balance de agua en el suelo resulta de las diferencias entre: a) ingresos: riegos, precipitaciones aportes de capa freática y aportes por escurrimiento desde las áreas más elevadas; y b) egresos: la transpiración de los cultivos y evaporación desde la superficie del suelo hacia la atmósfera, el escurrimiento hacia zonas más bajas y la percolación por debajo de la zona explorada por las raíces”.

Saber “adónde estamos parados” permitirá detectar y corregir posibles ineficiencias en nuestros sistemas a través de prácticas específicas, y lograr el objetivo de producir más con menos agua, insistió el disertante.

Un ejemplo

Para entender con más precisión, Peralta dejó un ejemplo:

Para producir una espiga, ese mismo maíz consumirá (evapotranspirará) alrededor de 70-120 litros de agua por planta (Figura). Por lo tanto, un cultivo de maíz de 10.000 kilos por hectárea, requerirá alrededor de 500-700 mm o más para alcanzar esta producción, lo que equivaldría a unos 500-700 litros por metro cuadrados ó unos 5 a 7 millones de litros por hectárea.

Sumando las ineficiencias propias de los sistemas de riego actuales, estos valores pueden ascender a 15 millones de litros por hectárea o más. Y esto sólo en una parcela de 1 hectárea.

“Manejar eficientemente  el recurso resultará clave”, recomendó.

Imágenes: Gentileza Ing. Agrónomo Guillermo Peralta.

Foto: Prensa San Luis Agua.