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Investigadores del Conicet desarrollaron tecnologías para captar contaminantes del aire

En la Universidad Nacional de San Luis y en el ámbito del Intequi – Instituto de Tecnología Química de CONICET – un grupo de investigadores dirigidos por el Dr. Luis Cadus, llevan adelante el desarrollo de tecnologías para la captación y eliminación a través de catalizadores de un tipo de contaminantes del aire, los compuestos orgánicos volátiles (COV).

El financiamiento proviene de la Universidad Nacional de San Luis y de Conicet entre otras fuentes, según una nota difundida hoy por la Agencia Digital de Noticias (http://www.adnoticias.com.ar/).

Los COV son productos contaminantes derivados de diversas actividades industriales y comerciales, como la combustión de madera y gas. También forman parte de pinturas y disolventes. Ejemplos de ellos son el benceno y el tolueno. Estos compuestos orgánicos tienen efectos nocivos en la salud humana tanto en forma directa como indirecta. Algunos de los COV son cancerígenos, otros generan grandes cantidades de ozono en las capas bajas de la atmósfera agravando diversas afecciones respiratorias como el asma infantil.

Los catalizadores para eliminar estos compuestos orgánicos son estructuras metálicas (20×20 centímetros) con celdas en su interior de menos de 1 milímetro de lado, cuyas paredes están revestidas por otros metales como cobre (Cu) y manganeso (Mn). Los COV que se encuentran en el aire, son forzados a pasar por el catalizador que altera u oxida químicamente a los compuestos volátiles a alta temperatura para obtener dióxido de carbono (CO2) y agua. El CO2 resultante se produce en cantidades muy pequeñas que no contribuyen significativamente al total de gases invernadero en la atmósfera – dice Cadus.

Luego de 8 años de trabajo, Cadus y el resto del equipo de trabajo, las doctoras Bibiana Barbero, Nora Merino, Roxana Morales, Faviola Agüero y la Ing. Flavia Duransu, del mismo instituto, han logrado diseñar un prototipo de catalizador que permite resolver los problemas de contaminación por COV de una pequeña industria o comercio. Partieron de catalizadores experimentales de 1 y 3 centímetros cúbicos a un prototipo de 2 litros. Sin embargo para aplicaciones industriales mayores se requieren de catalizadores de volúmenes más grandes.

El incremento a escala industrial no presenta problemas en términos ni teóricos, ni de ingeniería. Sin embargo cualquiera sea el volumen del catalizador, se requiere de una evaluación y análisis de funcionamiento, ingeniería y costos para la inserción y venta de este desarrollo tecnológico en los mercados para su posterior aplicación en la industria.

El catalizador ya se encuentra patentado, proceso en el que intervino en forma directa Conicet. Esta institución colabora con los científicos en recorrer los pasos legales y administrativos de un patentamiento.

En el desarrollo de esta tecnología se confirman, según Cadus, dos aspectos importantes, “…que lo que se ha hecho fue porque existe una cultura científica y esta cultura tarda unos 50 años en consolidarse” la otra es que “es posible y deseable realizar investigación que va desde lo más elemental y teórico hasta la aplicación tecnológica con salida en el mercado.”

Con estas palabras Cadus lima toda pretendida aspereza entre la ciencia básica y la ciencia aplicada y pone de manifiesto cierta naturalidad en la producción de conocimiento científico con potencial aplicación en desarrollos tecnológicos.