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Historias de Vida: Doña Chona, de Potrerillos

Hace 43 años que está casada y vive en Los Poleos, cerca de Potrerillos. "Mi fuerte está acá", dice.

En el espacio  “Historias de Vida” que presentamos en El Semiárido pretendemos reflejar la cotidianidad, la vida del común de los productores en su lugar en el mundo: el campo. Tratamos de que la/el interlocutor/a pueda explayarse sobre su propia historia. Somos conscientes que la extensión del escrito resulta exagerada para estos tiempos de redes digitales. Pero no nos importa. Dejamos que la comunicación fluya como fluyen estas historias exquisitas de vida. Hoy reflejamos la narración que nos deja Doña Chona, de Potrerillos.

 

Cuando llegamos al lugar la encontramos en el gallinero donde daba de comer a las aves. Gallina con sus pollitos, patos, pavos, iban al encuentro de su diario sustento sin percibir que a su vez ellos serán el sustento de la familia.

Previo a esta acción se había dedicado a limpiar el lugar donde depositaría los pollitos que le traerían y que compartiría junto a sus vecinos. Barrido, viruta en el piso y olor al desinfectante que había esparcido se respiraba en el ambiente. Su esposo estaba armando un divisorio para separar los pollitos de las ponedoras que vendrían días después. Él era el ejecutor; pero «ella» era quien ordenaba el trabajo.

Esta nota se trata de «ella». Regina Funes de Quiroga, conocida por todos los vecinos en Potrerillos y la zona como doña «Chona». La tarea del cuidado de las aves de corral es una de las tantas que ejecuta durante el día. Porque el envolvente va revelando un panorama que nos da la idea sobre la multiplicidad de actividades que se deben realizar.

El paisaje que rodea la zona es serrano, de piedra. Con intervalos para cultivar algo, no mucho, y con pasturas naturales para la alimentación de ganado mayor y menor. La piedra es el dominante porque, a su vez, los bloques, a modo de ladrillos gigantes, son los que rodean al cuadro donde se emplaza la casa y los galpones de trabajo, como también configuran el lugar donde encierran las ovejas y cabras.

Chona vive en el paraje Los Poleos, cercano a Potrerillos en el departamento San Martín, en un campo que tiene una extensión de 116 hectáreas que viene de la sucesión de la familia Quiroga, el apellido de su esposo. Hace 43 años que están casados y viven el lugar.

«Mi fuerte está acá», dice sin demasiados rodeos. «Me gusta lo natural, que se produzca y se consuma lo natural. Quiero que mis hijos puedan seguir en el lugar, por eso les enseñamos a trabajar y a que se puede producir y vivir del campo”.

Agradecida por lo que Dios les da a través de la naturaleza, describe que allí cuentan con vacunos, ovejas, cabras, pollos, pavos, conejos, patos,  que les permite defenderse y vivir de la producción, dado que tienen un excedente que comercializan en las localidades cercanas o venden a personas que llegan desde Villa Mercedes o San Luis Capital.

«Nosotros criamos las ovejas y las cabras con alimentación natural, orgánica, por eso son tan buscadas desde las ciudades. El chivito de esta zona es famoso en la provincia. Nosotros lo criamos con la leche de la cabra, como también el cordero se alimenta de la leche de la oveja». Esto, a modo de valor agregado, les posibilita vender un producto de buena calidad a buen precio.

Dentro del perímetro de la casa podemos observar combinación de plantas frutales que, por ser verano el momento de nuestra visita, están en su esplendor mostrando los frutos que se convertirán en el postre de muchas casas de la zona y serán envasadas a modo de dulces y mermeladas.

Nuestra interlocutora comenta que tiene manzanas de tres tipos: la verde, la amarilla y la deliciosa; cerezas, damascos, duraznos de varios tipos, ciruelas. «Envaso para el consumo, tengo máquina de tapar frascos que me ayuda a mantenerlos durante un tiempo. A los nietos les gusta venir a comer los dulces que hace su abuela», comenta en su autorreferencialidad.

Una huerta -en este caso cercada con alambre para protegerla de los animales-  que armó con el asesoramiento y el trabajo de los muchachos técnicos de Subsecretaría de Agricultura Familiar de la Nación, le permite al grupo familiar tener en la mesa los productos frescos con el  sabor de lo orgánico producido con las propias manos.

Es una agradecida por el trabajo que realizan los técnicos. «Los valoro muchísimo porque es una gran ayuda para mí y para la gente que se les acerca a pedir asesoramiento».

A fines de año cosechó cien cabezas de ajo. Ahora tiene sembrado zapallitos verdes, muy generosos en la producción, lechuga colorada, tomates, acelga. Lo comparte con otros familiares y con el muchacho que les ayuda en los trabajos.

Echa mano a un ejemplo muy gráfico que dio a su nieta para explicar lo que les proporciona el campo para vivir. «Nosotros tenemos la vaca. De allí sacamos el asado y la blanda. Si queremos hacer milanesa tenemos gallinas que nos dan huevos. Hacemos el pan. Se pone duro, lo rallamos y tenemos el pan rallado. Cosechamos el ajo. Tenemos el perejil. ¿Qué te falta para la milanesa? lo tenés todo y de lo que producimos nosotros. No hace falta ir al pueblo a comprar. ¡Cuánto tenés que valorar este trabajo en el campo!» ¿Hace falta explicar algo? esto pregunta quien lo escribe…

Reconoce que en la actualidad se han perdido algunas costumbres para producir lo propio, pero Chona le imprime fuerza a sus palabras. «Yo soy de las que incentiva para volver a esas costumbres tan valiosas». No acepta que se prefiera ir a comprar el dulce de leche al pueblo, antes que ordeñar la vaca y hacer el dulce. Lo hace extensivo a los frutales.

En uno de los galpones encontramos herramientas de todo tipo para el trabajo pesado del campo. El otro nos recuerda la fisonomía de bazar mayorista, dado que allí se centralizan las tareas de envasado de los productos, sean propios o adquiridos. Cocina y heladera grandes, armario que guardan un arsenal de frascos que contienen productos deliciosos de la agricultura familiar, ollas de todo tipo se observan en el contorno. La envidia de cualquier citadino.

Cada paso que damos nos recuerda que estamos en zona de plena producción de granito. Las mesas, apoyos, bancos, pisos ensamblados, son algunos de los múltiples usos que le dan a la piedra que les sirve de apoyo a su vida.

Cuando decimos «apoyo de vida» es porque la principal explotación que tenían era la cantera de granito, desde donde extraen el material en bruto y venden. Pero ahora han tomado un receso de un año porque las circunstancias económicas que vive el país -llámese recesión- hizo disminuir las ventas y los costos subieron en forma desmedida. «Si la economía mejora retomaremos la producción», pinta el panorama sin mucho entusiasmo en sus palabras.

La charla concluyó con un mensaje que Chona dedicó a sus hijos, vecinos y vecinas del paraje: “Yo les digo que no abandonen el hábitat del campo. Acá está lo natural. Luchen y busquen ayuda para seguir en el campo».

 

Producción de El Semiárido