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Faros largos para iluminar los desafíos que enfrenta el negocio de las carnes

Uno de los puntos altos de la Exposición Rural de Palermo fue la Jornada las Carnes. En una de las charlas se debatió sobre los retos que tiene no solo la ganadería bovina, sino también el resto de las cadenas. Entre las distintas carnes hubo coincidencias en el desafío de resolver la informalidad, promover la inversión y agregarle valor a los productos. El primero en tomar la palabra fue el presidente de la Cámara de Matarifes y Abastecedores (Camya), Leonardo Rafael, quien puso de relieve la importancia del intermediador en la cadena de la carne bovina. Indicó que hay 3000 matarifes operando, que son los responsables del abastecimiento del 80% de la carne que se consume en el mercado interno. “El principal problema es el estancamiento en la actividad primaria. Hace muchos años que no se han elevado las cabezas que se perdieron en 2009. También hay una atomización en la parte minorista y del matarife, donde el comercio de barrio y de cercanía se sustenta con la evasión, y hay un 80% de marginalidad”, dijo.

Para el representante de los matarifes, los comercios que trabajan en la informalidad son “el problema que le está generando hoy a toda la cadena”. Reclamó: “Los funcionarios aplican regulaciones que van en contra de la actividad y hacen que no se pueda avanzar en la formalización en un momento tan crítico. Además de que no se pueda progresar en la incorporación de tecnología y la aplicación de nuevas prácticas”.

En la misma línea, Rafael se refirió a la política de troceo que impulsa el Gobierno. Indicó, que si bien consideran que “tiene que haber una modernización”, consideró que “aún no están dadas las condiciones” y una de las razones es que se “debe resolver la parte del control sanitario en carnicerías”. Agregó: “Las industrias frigoríficas hoy no están preparadas para poder abarcar esa necesidad de esta implementación”.

Por su parte, Miguel de Achával, gerente general de Grupo Juramento, hizo hincapié en la necesidad de la tipificación de la carne para su despegue comercial e internacional.

“Sin tipificación en la Argentina vamos a seguir vendiendo commodities, y el productor protestando porque no tenemos diferencial de precios. Lo primero que tenemos que generar es competencia productiva y de marketing, para que el bueno gane más dinero que el que hace las cosas mal. Ni hablar de la informalidad”, dijo.

Para lograr ese objetivo, indicó que “hay que salir de la media res y de las tipificaciones que tiene Sudamérica”. Asimismo, lamentó que en el país no se esté valorando el poder que tiene la genética. En ese sentido, indicó que es lo que “da producción y data comercial, a la que todavía no se le ha prestado demasiada atención”.

En representación del sector aviar, estuvo el vicepresidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), Joaquín de Grazia, quien consideró que el fuerte aumento en el consumo de esta carne en los últimos años se debió a las aptitudes propias de la especie.

“Hoy estamos en 48 kilos de consumo y las virtudes están en el producto, empezando por el precio que en nuestro país es fundamental, pero también en lo que hemos hecho como actividad. Tenemos mucho

“Sin tipificación, en la Argentina vamos a seguir vendiendo commodities”, dijo Miguel de Achával, gerente general del grupo Juramento

“Tenemos que generar competencia productiva y de marketing para ganar”, añadió el directivo para hacer todavía y la presentación del producto es fundamental”, apuntó.

Según detalló, cada año se sigue bajando un día el periodo de crianza y 20 gramos la conversión para el mismo peso en ambos casos. “De acuerdo a nuestros genetistas eso va a seguir pasando en los próximos cinco años”, dijo.

Para el empresario, uno de los principales problemas que enfrentan para poder crecer “es el desconocimiento general en genética aviar”. En consecuencia, indicó: “Desde el año pasado, hasta por lo menos dos más, va a ser muy difícil crecer en volumen en cantidad de aves en el mundo porque no vamos a tener genética disponible para ello”.

Agregó que en el país se puede seguir creciendo en volumen “en la medida en que se den las condiciones para que se pueda invertir en el hábitat del pollo, esto es, en cantidad y calidad de galpones”.

Consideró que deben darse mejores incentivos a la exportación. “Para poder exportar hace falta mucha inversión y en Argentina nunca ha sido posible conseguirla a créditos razonables”, señaló.

“Las pocas empresas que lo han conseguido tienen el 35% de su actividad volcada al mercado internacional”, agregó.

Por su parte, Daniel Fenoglio, presidente de la Cámara de Empresarios Porcinos (Cepba), expresó que casi todos los que entraron en la actividad en estos últimos 20 años son productores agrícolas que ingresaron con la idea de transformar el grano en carne.

“Hoy tenemos una carne de calidad, un país con una sanidad única en el mundo y con todos los fundamentos para producir carne porcina en cantidad y calidad”, indicó.

Según Fenoglio, la clave en el avance de la carne porcina en el mercado fue el aumento de la producción y la caída de los precios. “Cuando empezamos a vender carne en el supermercado, como había poco volumen y para la gente era rara, la ponían más cara que la vacuna. Pero cuando logramos incrementar los volúmenes, ese diferencial cambió, y desde hace unos años estamos por debajo de la vacuna, y a partir de eso crecimiento fue explosivo”, señaló.

En rigor, indicó que en junio pasado para comprar un kilo de pechito de cerdo hicieron falta 600 gramos de carne vacuna y 2,28 kilos de pollo. “Es importante mantener esa relación porque, si no, va a ser difícil mantener el incremento del consumo”, expresó.

En el último tiempo, las importaciones de carne de cerdo se dispararon por encima de las exportaciones. “China sufrió una fuerte caída en su importación, lo que fue una limitante para este año”, indicó sobre la caída de las ventas al exterior.

En este contexto, en materia de capacidad industrial “hay únicamente 10 plantas de cerdo habilitadas para China y son plantas que no trabajan al 100% para la exportación, sino que también trabajan para el mercado local”. Añadió: “Los volúmenes que uno puede procesar en esos frigoríficos es bastante chico”.

“Actualmente se están realizando inversiones en frigoríficos nuevos que están orientados básicamente a la exportación, que vienen de la mano de la producción”, precisó.

Producción ovina

Michael O’Byrne, de la Mesa Ovina Nacional (MON), indicó que en los últimos 10 años la actividad ovina ha caído de 15 a 13 millones de cabeza, influenciada fuertemente por una baja en Patagonia de unas tres millones de cabezas. Fue por una sequía persistente y mortandad de animales por el incremento de depredadores tales como zorros, pumas, perros. El guanaco también avanzó sobre el territorio de la oveja.

En rigor, indicó que en los últimos seis años han cerrado en la Patagonia el 30% de los establecimientos ovinos. En tanto, hubo una suba de 700.000 cabezas en otras zonas del país. Consideró que uno de los desafíos más importantes “es resolver la informalidad” que, según manifestó, “es muchísima”.

La exportación de la carne viene en alza pero “no alcanza la producción” de la Patagonia, que tiene el status de libre de aftosa. De 50.000 toneladas que se producen en toda la Argentina, se exportan entre 4000 y 6000 toneladas.

Indicó que la demanda mundial para la carne va a seguir “muy firme”. Detalló: “Hay potencial y muchas expectativas”.

“Si estuvieran mejores condiciones macro del país y hubiese una visión más estable y una política de Estado más allá de una ley ovina, es mucho el potencial que se tiene”, remacó.

Fuente: La Nación – Pilar Vazquez.