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Encuentran una frutilla blanca y silvestre en Argentina

Duchesnea albina paper.

Investigadores tucumanos podrían transferir sus particularidades de color y de resistencia a enfermedades a la fruta comercial.

Seduce por su forma, aroma y sabor. Se la utiliza para decorar postres, se destaca en la ensalada de frutas o con crema; y sola aporta pocas calorías porque tiene gran porcentaje de agua. La mayoría de las veces pequeña, de forma redondeada o cónica y de color rojo brillante, la frutilla se deshace en la boca a la más mínima presión. En esta ocasión, investigadores tucumanos la encontraron de color blanco, en la zona boscosa de Raco, una localidad ubicada 55 kilómetros al noroeste de San Miguel de Tucumán.

La Duchesnea indica f. albocaput -tal su nombre científico; del Latín, albo (blanco) y caput (cabeza)- es una especie silvestre, relacionada con la de color rojo (Fragaria x ananassa), que es la que se cultiva y que suele hallarse en los mercados locales. Esta especie blanca fue reportada como endémica en Japón; y el trabajo de los tucumanos describe su existencia por primera vez en Sudamérica y, más precisamente, en el noroeste argentino.
La especie estudiada es blanca, inclusive cuando crece (porque la roja también suele presentar esta coloración antes de su maduración). Su fruto es apenas más grande que una moneda de diez centavos y posee numerosas semillas, similares a pequeños puntos de color crema. Si bien no es tóxica, igualmente es poco consumida porque resulta insípida, debido a su baja acumulación de azúcares.

En Chile, y extendiéndose hacia algunas zonas de Argentina crece otra especie de frutillas silvestre, que es casualmente una de las progenitoras de la especie cultivada denominada Fragaria chiloensis. Esta especie incluye plantas de frutos rojos y blancos. Las blancas chilenas son de mayor tamaño y mejor sabor que las encontradas en el norte argentino. Sin embargo, la importancia de la especie local radica en que presenta un abanico de genes que pueden utilizarse para mejorar agronómica o comercialmente las variedades cultivadas. Algunas de las características que pueden transferirse son el color de sus frutos y la resistencia a enfermedades o a determinadas condiciones ambientales.

Muestra de cerca de la frutilla Duchesnea indica f. albocaput
Muestra de cerca de la frutilla Duchesnea indica f. albocaput

Los investigadores publicaron su trabajo recientemente en el American Journals of Botany donde analizan morfológica y molecularmente en forma comparativa las frutillas de fruto rojo y las de fruto blanco. Estudiaron los genes implicados en los procesos de síntesis de los antocianos, que son los pigmentos responsables de dar la coloración a la fruta. La investigación describe que los frutos rojos tienen la ruta de la biosíntesis completa, en tanto que, en los frutos blancos el proceso se encuentra interrumpido en la última etapa.

El equipo

El doctor en Ciencias Biológicas Mario Debes es el primer autor del paper, que fue parte de su tesis y estuvo dirigido por la doctora Marta Arias. Los otros integrantes del trabajo fueron Carlos Grellet- Bournonville, Arturo Wulff, Martín Martínez Zamora, Atilio Castagnaro y Juan C. Díaz Ricci. El grupo se completa con Catalina Luque, Griselda Podazza y Delfina Ávila. Los investigadores pertenecen a distintas instituciones: la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo, el Instituto Superior de Investigaciones Biológicas (Insibio) que depende de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet),y la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres).
Arias describió que el material genético silvestre es muy valioso porque cumple un rol fundamental en el ecosistema en donde se desarrolla. “Por ejemplo, las frutillas blancas sirven de alimento a ciertos pájaros no por sus componentes nutritivos en sí mismos, sino por la cantidad de agua que poseen”, precisó.
Luque precisó que muchas especies silvestres pueden ser resistentes a determinadas enfermedades de una región, en tanto que la frutilla cultivada -tras numerosos procesos de mejoramiento genético- puede comportarse de forma más susceptible a algunos patógenos. Citó el caso de ciertos hongos que atacan a las frutillas cultivadas y no así a las especies silvestres, como Duchesnea indica, que son más resistentes.
Por su parte, Debes señaló que para transferir características de la frutilla silvestre a la cultivada emplearán un modelo de mejoramiento genético convencional. Ese sistema consiste en buscar y seleccionar los progenitores para cruzarlos entre sí y obtener semillas, que originen nuevas plantas con las características genéticas deseadas.

Algunos detalles

Los investigadores describieron y clasificaron esta especie de frutilla blanca y publicaron los resultados en el boletín de la Sociedad Argentina de Botánica. El trabajo incluyó una minuciosa revisión de materiales de herbarios nacionales e internacionales y discusiones con expertos de Japón. La investigación contó con el financiamiento de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica a través de los proyectos (PICT) y de la Universidad Nacional de Tucumán a través de los proyectos (PIUNT). También recibió el aporte del Conicet y de la UNT por medio de becas de investigación.

Fotos: Universidad Nacional de Tucumán.