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El norte puntano sigue a la espera de una barrera fija contra el Picudo del Algodonero

“Es momento de reglamentar acciones tranqueras afuera para hacer sostenible el uso de los recursos naturales”, dijo Héctor Andrada, jefe de la Agencia Quines del INTA, cuando El Semiárido le preguntó por qué es importante que el note de San Luis cuente con un control sanitario fijo para impedir el ingreso del Picudo del Algodonero, principal plaga del cultivo  de algodón, de la cual la provincia está libre.

La importancia que el norte de la provincia tenga una barrera fitosanitaria fija se basa en que es el complemento a la estrategia local de prevención, monitoreo y lucha contra adversidades, como las plagas: “Más aún si se pretende trazar una línea a futuro relacionada a la convivencia entre ruralidad, turismo y agroindustria con su valor agregado en origen».

En el corredor Quines-Candelaria se cultivan hoy 4.158 hectáreas con algodón, distribuidas en 68 lotes y tres empresas: Puramel SA, AGD e Indara. A la desmotadora que posee Puramel se le sumara en algunas semanas otra de capitales chaqueños que se está terminando de montar y que muestra el prometedor horizonte de crecimiento que tiene la producción de esta fibra en San Luis.

Para Andrada, la estrategia local referida a la prevención tranqueras adentro por parte de los productores, plan de monitoreo por parte de Senasa, plan de capacitación y sociabilización de información por parte de INTA desde 2011, hacen a la eficacia de los esfuerzos locales de preservación y valoración de los recursos naturales de la región.

El algodón en la región norte de la provincia de San Luis es un cultivo considerado de gran relevancia porque, similar a la alfalfa, lo pueden desarrollar pequeños, medianos y empresas productoras y porque da trabajo local, a la vez que muestra un camino a la agroindustria.

Andrada recordó que hay datos productivos desde 1978 que muestran que es un cultivo adaptado a esa región: “Adaptado desde lo ambiental, productivo-tecnológico; y también tiene gran potencial porque está catalogado por su excelencia en fibra y calidad de semilla a nivel nacional e internacional; inserto en el circuito productivo nacional, con una asignatura pendiente, como la incorporación de los pequeños productores al sistema productivo local”.

Actualmente, con un  monitoreo quincenal, el Senasa tiene instaladas 503 trampas, que se colocan sobre varillas a una altura de metro y medio, que contiene una tableta con feromonas como atrayente y otras con insecticida para que el insecto que ingrese muera allí. Ambas tabletas se reemplazan mensualmente.

¿De qué manera práctica deben involucrarse en esta acción sanitaria el gobierno provincial y las empresas privadas con desarrollos agropecuarios en el norte, le preguntó El Semiárido: “Crear órganos locales reglamentados provincialmente y revalidados por los consejos municipales (similar COPROSAVE); pero locales y representados los productores, empresas,  entidades ( nacionales y provinciales), municipios, gobierno, cultos, escuelas); órganos vinculantes a las leyes y ordenanzas”.

Por ello, para Andrada hoy es el momento de preservar, valorizar y potenciar las producciones, pero también es el momento de reglamentar acciones, tranqueras afuera el productor, para lograr así la “sostenibilidad en cuanto al uso de los  recursos naturales de nuestro norte”.

Foto: El Semiárido