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Arándanos en San Luis: agua para regar, fertilizar, acidificar el suelo y combatir heladas

Las ochenta hectáreas que desde 2000 producen arándanos en el paraje San Miguel, en el generoso corredor productivo Quines-Candelaria, en el norte de San Luis, no solo hacen un eficiente uso del agua, sino que un sofisticado sistema de goteo les permite usarla como vehículo para fertilizar las plantas y acidificar el suelo y a su vez combatir heladas mediante potentes aspersores.

Esto fue mostrado recientemente durante una visita que realizaron al establecimiento de Berries de Argentina SA, estudiantes de agronomía de la Universidad Nacional de San Luis junto a cuatro profesores y El Semiárido, en una gira organizada por el Consorcio de Riego Quines Candelaria y la Agencia Quines del INTA por cinco desarrollos frutícolas y hortícolas intensivos

El predio está rodeado por una cerrada y vistosa cortina de casuarinas que frena el impacto de los vientos, pero también sorprende la tecnología aplicada para hacer un uso lo más eficiente posible del agua, que les llega a través de una compuerta desde el canal principal y que se le abre  en función de la demanda hídrica que  va transmitiendo la empresa al Consorcio de Riego.

El establecimiento está a 170 kilómetros al norte de la capital puntana y en un predio de 181 hectáreas tiene oficinas, galpones, cámara frigorífica, galpón de empaque y todas las maquinarias y herramientas como para atender todas las necesidades del cultivo, cuyo desarrollo está concebido bajo los máximos niveles de calidad.

Pero el agua fue la estrella de esta visita, que condujeron Pedro Bidogia, responsable del consorcio de riego, y Héctor Andrada, feje de la Agencia Quines del INTA, además de Rolando Lucero, titular de la cátedra Fruticultura y Mariela Quiroga,  su jefa de trabajos prácticos; Patricia Bazán,  de la cátedra Horticultura; Zunilda Furlan, de Morfología Vegetal, y Mirtha Gómez, jefa de trabajos prácticos de la cátedra Dasonomía, todos de la Universidad Nacional de San Luis.

El agua que le van entregando tiene un determinado en función de completar la represa o tajamar, donde la almacenan para tener un pulmón desde el que bombean al sistema de riego por goteo. En los tajamares siembran salmones híbridos herbívoros para se coman las algas y todo lo que va naciendo. Una vez que pasa por los filtros, el agua llega a un sector con grava desde donde se dispone la fertirrigación.

Las 80 hectáreas están protegidas con malla antigranizo, aunque curiosamente nunca les cayó una sola piedra del cielo en los 16 años que producen allí. Sin embargo, la explotación muestra en partes un panorama desolador, porque a las telas de las llevó el tornado de hace unos meses pegó muy fuerte en esa zona.

Alta tecnología contra las heladas

Unas 30 hectáreas de la plantación posee picos de agua para la lucha antihelada, alimentados por un costoso sistema de bombas que actúan solamente cuando está helando; larga una lámina de agua de 3,5 milímetros por hora, que para quince hectáreas significan cincuenta milímetros que se están asperjando, detalló Bidogia. Un sistema que además asegura la fruta más temprana, que es la que tiene mejor precio de exportación.

Esto arranca antes que se empiece a producir la helada para que cuando llegue se empiecen a congelar  esas gotas de agua que están sobre los tejidos vegetales: “Cada gota de agua libera 30 calorías y eso mantendrá la temperatura para evitar que se dañe el tejido vegetal y con ello se salva la producción”.

Claro que las heladas habitualmente no duran solo una hora y por ello se requiere una enrome disponibilidad de agua y una gran capacidad de bombeo. Además, cuando termina de helar, hay que seguir proporcionando agua para que no se produzca un deshielo demasiado rápido que termine quemando el tejido.

Este sistema implicó la instalación de toda la cañería de distribución y aplicación de agua sobre el cultivo y dos motobombas. El agua requerida para el control de heladas proviene de un reservorio de 15.000.000 litros, que se recarga a partir de un canal principal de riego.

Aquí los suelos son franco arenosos con 60 por ciento de arena, entre un diez a quince de arcilla, más un 10 a veinticinco de limo.

Son suelos de PH muy alto, arriba de 8, muy alcalinos no salinos. El arándano es una planta que requiere suelos muy ácidos, con PH de 6 a cinco.

Según record Bidogia, cuando se hizo la plantación se removió  el suelo y se lo mezcló con hojas y cortezas de coníferas para acidificar el suelo, además de hacer un riego con ácido fosfórico  para disminuir el PH  y que la planta pueda adaptarse a este tipo de suelos.

Este año la producción fue muy baja por los daños que produjo una fuerte helada en septiembre. Esta plantación se hizo para venta al consumo directo y por ello está equipada con una planta empacadora para exportarlo directamente a Estados Unidos  y Europa. Pero una caída del valor en dólares del producto en los últimos tres años hizo que esas entregas fueran imposibles de hacer porque los costos en dólares se fueron a las nubes.

Ahora las plantas están a la intemperie. La cosecha es casi mecánica, a golpes  y el fruto va a otros destinos, como la fabricación de pastillas de arándanos para consumo de otros países  como producto medicinal  para hacer pulpa de arándano para helados y dulces.

Mientras, la explotación también inició un proceso de recambio de variedades, según se supo.

Berries de Argentina S.A. pertenece a la División Agronegocios del Grupo Sidus, y posee uno de los principales cultivos de arándanos de la Argentina.

Foto: El Semiárido